Mojar el churro y algo de curro

Hoy es uno de esos domingos que los reservas para el bello arte de no hacer nada. Al despertar notas la nariz tan fría que parece que hubieras estado pegada a un iglú toda la noche. Si encima, cuando abres los ojos, oyes el silbo del viento y un repiqueteo que golpea la ventana, lo único que te apetece es no abandonar en todo el día el cálido refugio formado por edredón y sábanas de tu cama. Al abrir la contraventana unas gotas de agua mojan tus manos y  te enfrían aún más de lo que ya estás.

Por suerte o por fortuna tengo un padre -casi- tan goloso como yo, y aprovechando que -yo- había madrugado, nos hemos ido hasta Puente Tocinos a la Churrería Victoria, la que tiene los mejores churros y el mejor chocolate a la taza de toda Murcia. Lo mejor de todo es que, a pesar de haber tanta gente o precisamente por ello, te atienden enseguida, no tienes que esperar a que hagan los churros porque aquello es un no parar, y el chocolate caliente está en su punto, no tienes que esperar ni un minuto para avalanzarte sobre la taza y relamer tu labio superior mientras cierras los ojos deleitándote de placer.

Las ocho y cuarenta de la mañana eran y ya estábamos manteniendo una de esas charlas de padre a hija que tanto me gustan. Al igual que yo -o al revés-, le encanta pararse a reflexionar sobre cualquier cosa, ya sea del perro con abrigo rojo que espera a su dueño en la puerta de la churrería o del niño con gafas gruesas y redondas de pasta azules que chapotea en los charcos con su padre y Golfo (el perro, el del abrigo rojo no, otro distinto).

Al volver a casa me he puesto un rato con el inglés hasta que me he vuelto a dormir vencida por el madrugón. Ahora que ya es la hora conocida como "después de comer" lo único que apetece es sofá y manta, como deberían ser todos los domingos. No salir de casa, estar calentita y levantarte a cada rato para picotear algo dulce. Pero afortunadamente, como en todo en la vida, después de la tormenta siempre llega la calma y ahora mismo un sol estupendo se deja caer por mi ventana. Esa luz y esa fuerza me animan a sentarme a escribir, terminar de preparar el viaje a Tenerife de la próxima semana, salir un ratito en la bici quizá e ir a visitar a mis abuelos -eso seguro-. Feliz domingo :)

Galería de fotos