Epílogo de la carrera
Me levanté la mañana del martes sin ganas de ir a hacer ningún paripé, pero como en muchas otras ocasiones de la vida, toca hacer "lo que hay que hacer".
Desayuné tranquilamente. No quise despertar tan temprano a mi madre que dormía plácidamente, pero ella, que como cualquier mamá tiene un radar espiatorio que le alerta de los movimientos de sus hijos (estén cerca o a miles de kilómetros), no tardó en levantarse. Mientras ella se tomaba el café caliente con dos de azúcar, yo me arreglaba las uñas. Estuvimos charlando y reflexionando alrededor de la mesa sobre el fin de un ciclo, el broche, la última página, el punto y final. Nos tomámos más tiempo del que debimos, así que las prisas no tardaron en abordarnos.
Al final me puse el vestido largo. Quería ir en vaqueros y a correr, pero lo hice por mis padres, por el acto oficial, por las honoris causa que merecían "un respeto". La verdad que una vez vestida me gusté, así que comencé a peinarme y maquillarme con mayor mesura.
Al llegar y acomodarme en mi butaca encontré a Rocío, esa chica que siempre me ha llamado la atención al verla por las aulas y con la que no había hablado ni una sola vez. Ella también había obtenido el Premio Extraordinario a estudiantes sobresalientes por la Universidad de Alicante, así que se encontraba allí para recibir el diploma acreditativo. Nos saludamso como si no fuéramos unas completas desconocidas y estuvimos charlando durante los cuarenta minutos de retraso que llevó el inicio de la celebración. Resultaba que ahora estaba estudiando enfermería (qué curioso siendo ella la mejor alumna de toda la promoción de Publicidad y RR. PP., ¿verdad?). Al igual que yo, rechazaba la idea de pasarse toda su vida rompiéndose la cabeza por encontrar una idea "que venda", es decir, que haga millonario a un anunciante sin escrúpulos y profundamente infeliz a aquel ciudadano que minutos antes de chocar con aquel anuncio no sentía la frustrante necesidad de conseguir dicho producto, poniendo en juego su estabilidad emocional y monetaria.
Pensaba que el evento sería desesperadamente aburrido, y en realidad así fue, pero mereció la pena asistir allí. Como habitualmente, llevaba en mi bolso papel y lápiz. Eso hizo que tuviera la oportunidad de apuntar aquellas experiencias sobres las que reflexionaron las profesoras reconocidas como Honoris Causa. ¿Por qué? Como escribió hace poco Risto Mejide, me valgo de ideas ya preconcebidas como materia prima para fabricar las mías propias.
La primera en ser reconocida fue la doctora Consuelo López Nomdedeu, especialista en educación nutricional y profesora emérita de Educación para la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad (Instituto de Salud Carlos III). De ella extraje la idea de "aprender del medio". Creo que por eso me gusta tanto viajar. En cada estancia lejos de casa aprendo a conocer y observar con sumo detalle lo que me rodea: la cultura, la arquitectura, el ruido, los olores,... El éxito que para mí supone un viaje es lograr captar la esencia y formar parte de ella aunque sólo sea por unos instantes.
Como bien dijo Consuelo, no se pueden reproducir los momentos ni el ambiente de una vivencia pasada. Por muy bien que sigas las pautas de la receta (ella lo aplicaba al ámbito de la alimentación) no conseguirás el mismo resultado porque las circunstancias no son las mismas, ni las personas, ni el lugar, ni siquiera tú misma. Me lo he dicho muchas veces, pero necesitaba escucharlo para poder entenderlo e interiorizarlo.
La profesora López hizo una puntualización a la que nunca había prestado atención y que a partir de ya mismo he incorporado a mi día a día: Habló sobre la incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico. Sublime. No tengo más que añadir.
Cerró su discurso entonando las palabras que su profesor de antropología le dijo una vez y entonces recordaba: Ve en busca de la gente. Quiérela. Empieza con lo que te aporten y edifica a raíz de ahí. Mientras regresaba a su sillón entre lágrimas me di cuenta que es exactamente lo que a mí me gustaría hacer en el futuro. Acercarme y querer al medio y las personas para aprender de ellas.
Para hacer la presentación de la segunda condecorada, Afaf Ibrahim Meleis, Doctora en Psicología Médica y Social (y muchos títulos más), se habló de su "Teoría de las transiciones". En ella, la profesora reflexiona sobre los periodos críticos que todo ser humano experimenta en su vida, y cómo en esos momentos podemos dar con puntos de inflexión. Particularme me hallo inmersa en una transición personal, por lo que la presencia de Afaf y sus consejos (como el de "tomaros vuestro tiempo para madurar") me ayudaron a disipar múltiples dudas que me corrompen últimamente.
La doctora procedente de Alejandría afronta su vida bajo el lema de "aprendizaje constante", lo cual se corresponde con la acepción de "persona estudiosa". A los ciento treinta y seis estudiantes que allí nos escontrábamos por ser premios extraordinarios de fin de estudios nos aconsejó "tener ética, humanismo y responsabilidad en todas y cada una de las facetas de nuestra vida, así como en las acciones que llevemos a cabo día a día", y añadió "no os preocupéis por la falta de experiencia, ésta se cura con el tiempo".
Como experta en enfermaría ilustró los avances que supuso la incorporación de este profesional al campo sanitario, pues el trato con personas es vital, sobre todo cuando se trata de profesionales que se relacionan con seres semejantes a ellos: otras personas. La capacidad de empatía que logra un individuo que ha adquirido un nivel educativo sólido, no tienen nada que ver con aquel otro que no lo haya conocido. El objetivo que cualquier profesional persigue, se dedique al ámbito que se dedique, es (estoy convencida de ello) el luchar por el bienestar de la población (de una manera u otra). El descubrir cómo lo haré yo, empieza ahora.
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Comentarios (2 comentarios)
Gabrii Marcháis hace 10 años
la falta de experiencia, se cura con el tiempo" me quito el sombrero!!!!
Vir SN hace 10 años
totalmente de acuerdo, una de las mejores frases que recopilé sin duda :)