Días de cine

Anoche fui al cine. ¿Cuánto tiempo hacía de la última vez? ¿Qué película vi entonces? ¿Con quién iba? Un momento… no me acuerdo. ¿Por qué no puedo contestar a estas preguntas y por qué hay tantos españoles ante esta misma situación? El cine está carísimo desde hace muchos años, y en vez de hacerlo accesible al público –y más en los tiempos que corren-, lo único que ocurre con el séptimo arte es que cada vez se encarece más el precio. La mayoría de gente no podemos gastarnos ocho euros en una entrada, más cino de palomitas y refresco, por no decir que “ya que sales, cenas fuera” (aunque sea en un restaurante de comida rápida).

Los pasados lunes, martes y miércoles hubo una promoción especial a nivel nacional: La fiesta del cine. Tal celebración excepcional fue debida a que por tres días exclusivos tu entrada te costaba 2’90 euros… Un precio razonable, ¿no? Te cuesta más económico descargar la peli y verla en casa, ¿pero qué hay de toda esa liturgia del cine? Aunque solo sea por hacer cola, que te asignen una butaca (¿centro o pasillo? ¿arriba o medio?), pelearte por las palomitas con tu acompañante, mandar a callar al de delante, aplaudir al final de la película y salir ordenadamente en fila uno por uno merece la pena, ¿no? Pues bien, ayer todo se extralimitó de tal modo que estuve en cola más de cuarenta y cinco minutos, no podéis elegir butaca porque todo estaba ya lleno, había un murmullo continuo en la sala y lo de pelearte por las palomitas se quedaba en un segundo plano. Aun así mereció la pena, como merece la pena todo en esta vida. Todo el mundo nos mirábamos con fascinación entre nosotros, tomábamos fotos como si hubiésemos aterrizado con nuestra nave alienígena en un nuevo planeta. Dentro del caos había un orden que se construyó por el deseo que todos teníamos de que ir al cine vuelva a ser un hobby semanal para la mayoría de ciudadanos. Según datos de la Revista Cinemanía el evento convocó a 1.513.958 espectadores, es decir, la asistencia a salas durante los tres días del evento supuso un incremento del 663% en relación al mismo período de la semana anterior. Una pasada, ¿no?

En Murcia hay variedad de salas, aunque tristemente la mayoría de cines  clásicos como Salzillo  (actual sede de la filmoteca) o Floridablanca tuvieron que bajar el telón para siempre. Una de mis primeras impresiones más traumáticas al volver a mi tierra, Murcia, fue ver un Supercor en el lugar que antes se albergaban los multicines Zig Zag. Eso me hizo recordar cuando hace unos cinco años fui a dejar el currículum para trabajar en los cines Atalayas y me dijeron "este fin de semana lo cerramos por falta de espectadores".

Los pocos cines de toda la vida que todavía aguantan, como es Centrofama, lo hacen con menos salas (apenas tienen cuatro o cinco salas abiertas y con pocos pases). Pero sí es cierto que si queréis disfrutar de una sesión cómodos y con sonido envolvente, hay multicines modernos que esperemos sigan creciendo. Ellos son Thader, Nueva Condomina y Neocine El Tiro (Corteinglés). SHOW MUST GO ON!

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