Amor se llama el Juego
Durante el acabamiento de 2013 estuve pensando en un amigo especial al que no pondré nombre -aunque los que me conocen pueden intuir de quién se trata-.
Le llamé en Nochebuena y pude detectar a la perfección que contenía su emoción por el tono de sus primeras palabras al otro lado del teléfono. Una vez más me repitió lo increíble que yo era y lo que él se alegraba de que siguiera a su lado, sorprendiéndolo, riéndonos y compartiendo vivencias, aunque sea a distancia. Para mi sorpresa, él repitió la misma jugada el día 31. Unas horas antes de la cena me llamó para desearme un próspero año nuevo. Nos dedicamos halagos, admiraciones y carantoñas verbales una vez más. Le dí las gracias por ser mi amigo, por no saber cómo ni porqué lo considero una persona tan especial e inigualable en mi vida, sin haber pasado años (¡ni siquiera meses!) juntos. Imagino que a pesar de la diferencia de edad afrontamos la vida de manera muy similar. Somos dos luchadores que reniegan de lo superfluo, sueñan con ver más allá de las fronteras y aprender de lo intangible. No todo el mundo lo entiende ni comparte, y es igualmente válida su visión que la nuestra. Honestamente, yo lo respeto sin creerme diferente.
Al colgar el teléfono seguía sonriendo, y también durante la cena. Mi madre me preguntó el porqué y yo le contesté sin contemplaciones. Durante el tiempo que estuve en el parque de La Fama de Murcia con mis amigos (primero los de toda la vida, luego los de la universidad, y más tarde todos juntos) no pensé en el emisor de la llamada, pero al regresar a casa despuntando el alba, agarré mi móvil para redactar un mensaje inusual y directo, escrito con la misma sangre que bombeaba mi corazón tres años atrás. No esperaba respuesta. Se trataba de un acto de esos que te salen sinceros desde el alma, y que sin más debes soltarlos porque es tan bella su hermosura que sería injusto no compartirla. La contestación a "eres un amigo y eres más" llegó al mediodía del día siguiente con un conmovedor "pa' especial... perdona bonita... pero esa eres tú". Nuestra amistad jamás se podrá teñir de suspicacia ni aprensión, probablemente esa sea la causa (o miedo) de no querer transmutar el tipo de relación que nos une, pero yo realmente veo claro el que sería fantástico si así sucediese.
Como hace dos años atrás, el día uno del nuevo año recibí un mensaje noqueador. Una vez más, sin previo aviso, el que un día fue mi amante a más de mil kilómetros de distancia, me escribió. Su prosa seguía siendo la misma, podría identificar cada uno de los puntos suspensivos que utiliza con los ojos cerrados. Reclamó mi atención haciendo alusión de no saber por qué la imagen de mi figura había venido a su mente de forma tan incesante en los últimos días. Deseaba volverse a encontrar conmigo, que escribiéramos la segunda parte de nuestra enardecedora aventura que comenzó en un autobús de Roma cuando ni él hablaba español ni yo inglés. Le seguí el juego al igual que él me lo había seguido a mí años atrás, sembrando esperanza en terreno yermo. La venganza se sirve en plato frío, dicen, pero realmente yo no soy rencorosa. Dejo de lado los resentimientos y me quedo con lo bueno, lo que me hizo sonreír, la ilusión del antes y durante en vez de centrarme en el amargo después. Eso me lleva a tener claro que no volvería a coger un avión para reunirme con el mismo italiano, pero también me conozco lo sufiente como para saber que si él viniera a verme le abriría mi casa, mis brazos, y seguramente mis piernas.
También volví a recibir noticias durante el periodo navideño del murciano que me hizo sentir sexy cuando más acoquinada estaba (hace ya un par de años como mínimo). Nunca he tenido un físico arrebatador, sino el suficiente para captar la ligera atención de quien me ha interesado y terminar por cautivarlo debido a mi magnetismo personal (y está mal que yo lo diga, pero cada mujer reconocemos nuestras armas, ¿o no?). Cuanta más rienda suelta dábamos a nuestra pasión, más guapa me sentía y más fuerza de voluntad me invadía para recuperar un físico castigador. Estuve tan pendiente de mí que no me percaté de los sentimientos que comenzaban a florecer en su interior. Me alarmé y salí corriendo al darme cuenta. Intenté ser lo más honesta posible antes de que fuera demasiado tarde, y lo conseguí, aunque el tiempo (y el propio chico) me han demostrado que donde hubo fuego... .
Pese a este bombardeo del pasado al presente, me encontraba coja. Me faltaba aquel retazo de pasado que nunca ha vuelto a asomar. Año tras año espero su respuesta a mi mensaje navideño o al correo donde le felicito el cumpleaños (justamente coinciden ambos en estas fechas). He de confesar que trato de encontrar una excusa para tropezarnos y que se hagan las tantas. A veces me atormenta la culpa de no saber cuan daño pude hacerle para que no permita que asome por su vida actual ni siquiera en estos días (que lo excusan todo). Ni todos los piropos del mundo podrían igualarse a la exaltación que me provocaría recibir de su parte un abrazo de amigo.
En medio de este embrollo aparece una nueva oportunidad. Se presenta en forma de posible trabajo, pero yo que tengo un don especial para leer entre líneas, me doy cuenta -transcurridos los primeros veinte minutos de entrevista- que quizás no consiga el puesto, pero eso no significa que el viaje haya sido en vano. Llegué tarde y me abalancé sobre un chico solitario que esperaba en la terraza. No era él, así que pasé dentro y decidí intentarlo de nuevo con el rubio fornido de gafas y jersey Pedro del Hierro.
- ¡Hola! Siéntate, por favor - me recibió muy educado y con una sonrisa.
Me contó de él, de la asociación, más tarde me cedió el turno para que hiciera mi introducción. A la media hora habían concluido las formalidades y estuvimos allí cuarenta y cinco minutos más hablando de todo y nada a la vez.
- Oye, ¿qué hora es? - inquirí al darme cuenta que la noche ya estaba oscura.
- Emm... las seis y cuarto exactamente.
- Vale, hace veinte y cuatro minutos que se me pasó el tiempo del parking.
- No se hable más - dijo el holandés mientras recogía sus posesiones y se ponía en pie.
Al ir a pagar me adelanté yo. Así tú me invitas el sábado al almuerzo, le indiqué, teniendo en cuenta que ese día nos volveríamos a citar para desarrollar la metodología y ver el material de clase. Él aceptó con agrado y me acompañó hasta el coche. Con plena naturaidad me ofrecí a acercarlo a su casa, ya que me comentó que seguramente fuera el único residente del centro de Murcia que está pagando una plaza de garage y no tiene coche. Me guió por Juan Carlos I hasta llegar a la rotonda de la fábrica de Estrella Levante. Él vivía por la parte de atrás, y justo antes de aparcar reunió el valor -o no- para proponerme tomar una cerveza si no tenía nada que hacer. Lamentablemente - o no- tenía que volver a casa para dar clase a las siete y ya iba justa, por lo que nos despedimos con dos besos dentro del coche hasta el próximo sábado.
La mañana del día sagrado de la semana judía volvió a pasar volando junto a mi jefe potencial. En una hora nos ventilamos las formalidades, y gozamos de otra entera para seguir indagando en nuestras personalidades. A las 13 horas tenía que reunirse con otra candidata, así que no nos quedó más remedio que despedirnos, pero de pronto se ofreció a acompañarme hasta el coche -una vez más-. Parecía que cualquier excusa era buena para dilatar los minutos y postergar el momento de separarnos -hasta la próxima vez-. Admití con sinceridad que quería el trabajo, pero si otra persona estaba más cualificada que yo, lo entendería perfectamente. Pero (siempre hay un pero, aunque esta vez bueno) me gustaría enormemente participar en la asociación desempeñando ese puesto o cualquier otro. Y al decir esto no sé qué pesaba más dentro de mi interior, volver a enrolarme en un voluntariado o ver con más frecuencia al rubio de nariz prominente.
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Comentarios (3 comentarios)
Vir SN hace 10 años
He aquí las dos canciones de Sabina presentes en este texto: - http://www.musica.com/letras.asp?letra=128407 - http://www.musica.com/letras.asp?letra=809056
Gabrii Marcháis hace 10 años
que aventuras te deparara 2014... no me cabe duda que unas cuantas... =P
Vir SN hace 10 años
¡Ojalá! :)