Ahogar las penas en zumo de piña
PML (su alias) me acompañó durante toda la mañana del pasado martes, después de salir de inglés (sí, mi propósito para este año era dedicarme a ello y me daba igual hacerlo aquí o en otro punto del mundo). El lunes por la tarde le confesé que había vuelto -todavía se me hace difícil asumirlo delante de la gente. Hay un pequeño ovillo de dolor que aun se retuerce dentro de mí cada vez que se tira un poco del hilo-. Su sorpresa vino inmediatamente seguidamente de una invitación para tomar un café largo acompañado de una conversación, pero como esperaba viniendo de él, esa conversación no implicaba ningún tipo de indagación morbosa autosatisfactoria ante el mal ajeno, sino más bien una compresión altruista y solidaria.
Cuando salía de la academia situada en Gran Vía recibí un mensaje "Amiga tardo 5 min en llegar. Nos vemos en Santa Isabel". Y los cinco minutos fueron diez en realidad, pero eso siempre pasa, sobre todo entre amigos, así que no pasaba nada porque al vernos nos fundimos en un gran abrazo. Ni un mal ¿pero qué haces aquí? PML es así, no atosiga, ni si quiera su mirada es acuciante. Creo que es lo que más me gusta de él. Nos encaminamos hacia un bar, luego fuimos a otro y a otro pero a esas horas de la mañana los lugares que a nosotros nos gustan están cerrados (¿será que los frecuentamos siempre de noche?). Así que acabamos en unos de esas tabernas típicas ibéricas en donde hay una gran variedad de tapas diurnas tales como ensaladilla, tortilla de patatas o boquerones en aceite expuestas sobre una barra de metal. Él se pidió un café, yo media de tomate y un zumo de piña. Puedo decir sin miedo a equivocarme que estuvimos allí cerca de dos horas. Me escuchó atentamente. Yo me desahogué, me sentí cómoda a pesar de la continencia del principio. Luego le oí hablar a él. Es un tipo realmente válido. Yo no tendría ninguna duda en trabajar con él, siempre he admirado el punto de vista con el que observa las cosas, incluso cómo aborda lo aparentemente más sencillo. De mi experiencia escocesa pasamos a la finalización de su máster y su reciente viaje aviario a Bélgica. Deliberamos -como siempre- sobre nuestros presente y futuro, y también sobre el de los que nos rodean. Expusimos nuestros sueños e inquietudes y también hubo tiempo para paréntesis de "por cierto, ¿has visto esta peli?" y también para "dime que has escuchado esta canción". De pronto, "oye, tenía pensado ir a la Nueva Condomina" y la contestación de "Venga, pues vamos" sin ni siquiera mirar el reloj.
Cuando nos quisimos dar cuenta había pasado ya "la hora en la que se come en las casas", así que regresamos al coche y nos encaminamos. Él escogió el CD: "Para no romper la tradición de este coche tendré que escuchar a Fuel Fandango, ¿no?". Durante el viaje propusimos volver a quedar, para ir al cine, asistir a alguna conferencia de emprendedora o hacer una ruta por el monte llevando un par de sandwiches. Qué más da. En eso consiste la amistad.
P.D. Aunque no lo leas, gracias desde aquí Pab (ups, se me escapó).
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Comentarios (2 comentarios)
Vir SN hace 11 años
¡Olé!
Gabrii Marcháis hace 11 años
Ole! je je je