MÚNICH Y SALZBURGO
Múnich
Después de los exámenes del primer cuatrimestre, con más de un mes de vacaciones (porque aquí, en Alemania entre semestre y semestre hay vacaciones) decidimos mis amigos y yo que no estaría mal hacer un viajecito y visitar algunos de los países cercanos a Alemania. Teníamos la idea de visitar Praga, Viena y Budapest, pero como cogernos un autobús directamente a cualquiera de estas ciudades iba a ser matador, optamos por visitar antes un par de ciudades para que se nos hiciese más ameno. Estas ciudades fueron Múnich, en el Sur de Alemania y Salzburgo, en Austria. En este post os hablaré de estas dos ciudades y más delante de Praga, Viena y Budapest, ya que estas últimas se merecen un post cada una.
Cogimos el tren a las 17:15 en la estación central de Bremen y llegamos a Múnich, más o menos, a las 22:40; con las maletas a cuestas, nos dirigimos a nuestro hostal de nombre Jaeger’s que no estaba muy lejos de la Hauptbahnhof de Múnich. Dejamos las maletas, y nos fuimos a patear por los alrededores, simplemente para conocerla un poco.
A la mañana siguiente, teníamos una reserva para el Free Tour en español a las 10:45, así que madrugamos y para esa hora nos encontrábamos ya en el punto de encuentro, la Marienplatz. Esta plaza puede ser considerada el corazón de la ciudad; y es que la gran mayoría de actos importantes y celebraciones tienen lugar en esta plaza, entre otros, cuando el equipo local, el Bayern de Múnich, gana algún título esta plaza se abarrota con el fin de agradecer a sus jugadores la victoria.
En esta plaza se encuentran varios edificios importantes; por un lado, encontramos la Columna de Santa María (Mariensäule); se sitúa en el centro de la plaza y representa el fin de la invasión sueca. En lo alto encontramos a la Virgen María rodeada por cuatro angelitos que simbolizan las victorias frente a la guerra, la peste, la herejía y el hambre.
Por otro, tenemos el Nuevo Ayuntamiento de Múnich; es uno de los edificios más característicos de esta ciudad y está construido en el estilo neogótico. Todos los días, dependiendo de la época del año, a las 11:00, 12:00 y 17:00 se vuelve el carillón el protagonista de la plaza. Las figuras de tamaño real que lo componen realizan la “Danza de Cooper” al son de una agradable melodía que conmemora el acto que tuvo lugar en el año 1517 para celebrar el fin de la peste.
Como para que haya un nuevo ayuntamiento, debe haber uno viejo, en esta plaza se encuentra el antiguo. De aspecto gótico e interior medieval, este edificio cuenta con más de 500 años de antigüedad pero, desafortunadamente, solo se mantiene parte de él. Para finalizar con la Marienplatz, tenemos a la Fischbrunnen. Esta fuente fue diseñada en 1864 y reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial y hoy en día constituye uno de los puntos de encuentro más populares de la ciudad.
Tras la explicación de Marienplatz, nos movimos a la Catedral de Nuestra Señora de Múnich o también conocida como Frauenkirche (Iglesia de las mujeres). Es uno de los edificios góticos más grandes del país y está construido en ladrillo rojo. Esto se debe a que cuando se decidió construir una iglesia en este lugar, la opción más barata para hacerlo era traer ese ladrillo rojo de la otra parte del río y no importar otro tipo de material de otros países. Como muchos otros edificios de Múnich, esta catedral también quedó destruida durante la Segunda Guerra Mundial, pero, afortunadamente, aún se conservan el altar de San Andrés, algunas vidrieras y la tumba del emperador Luis IV de Baviera. Sin embargo, lo más característico de esta catedral se encuentra en el interior: la denominada “Pisada del Diablo”. Cuenta la leyenda que el diablo hizo un pacto con el constructor de la catedral de modo que esta no contuviese ninguna ventana. No obstante, el constructor trató de engañar al diablo colocando las columnas de manera que no se vieran las ventanas desde la entrada. Cuando el diablo se quiso dar cuenta de la treta, era demasiado tarde ya que la iglesia ya había sido consagrada, pero dejó la pisada en la entrada. La curiosa razón por la que esta catedral es también llamada Frauenkirche es porque cuando fue destruida en la guerra, las que se encargaron de volver a construirla fueron nada más y nada menos que las mujeres, ya que los hombres no estaban bien ni física ni mentalmente. De hecho, en su interior podemos ver figuras de mujeres que representan este hecho.
Nos hablaron del nacionalsocialismo, que tiene origen en esta ciudad, así como de “la noche de los cristales rotos” (Kristallnacht). El 9 de noviembre de 1938 ocurrió la primera gran matanza organizada por los nazis contra los judíos, conocida como la "Noche de los Cristales Rotos" (Kristallnacht), durante la que unas miles de sinagogas, comercios y viviendas de judíos fueron dañadas o destruidas. Unos 90 judíos murieron y otros 30.000 fueron detenidos y después internados en campos de concentración, donde durante los años siguientes fueron eliminados seis millones de personas. Josef Goebbels, ministro de propaganda nazi, se encontraba en una cervecería de Múnich celebrando el aniversario del Putsch, cuando le llegó la noticia de la muerte de Ernst von Rath, diplomático nazi en París, a manos de un judío adolescente polaco de origen alemán, Herschel Grynszspan, quien quería vengar la expulsión de su familia del país. Después de soltar un discurso antisemita, animó a los nazis a destrozar los comercios judíos y más tarde tomaron parte las tropas nazis. Es por la gran cantidad de cristales que se encontraban en la calle, debido al gran número de vidrieras rotas de comercios judíos, que a esa noche se la denomina así.
Después de la explicación, nos dirigimos a Odeonsplatz o Plaza del Odeón. Debe su nombre a la gran cantidad de conciertos que se daban en el lugar cuando fue construida, y se encuentra rodeada de edificios grandiosos. Además, fue diseñada como entrada triunfal para la ciudad.
Entre los edificios, encontramos a Feldherrnhalle; construido en 1841, es el punto más destacable de la plaza y hace honor al ejército bávaro. Por otro, encontramos la Iglesia de los Teatinos. Construida entre 1663 y 1690, la Iglesia de los Teatinos y San Cayetano (Theatinerkirche) cuenta con un llamativo aspecto exterior compuesto por una mezcla de cúpulas barrocas y una imponente fachada amarilla de estilo Rococó que la ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad. Por último, se encuentra el Hofgarten. Es un jardín de estilo italiano por el que se puede acceder al Jardín Inglés.
Continuamos con Münchner Residez o La Residencia de Múnich, anterior palacio real de los reyes bávaros. Es el palacio urbano más grande de Alemania, y sirve hoy en día como uno de los mejores museos decorativos en Europa. La plaza en la que se encuentra, Max-Joseph-Platz, nombrada en honor a Maximiliano I de Baviera, es el lugar donde comienza una de las principales avenidas de la ciudad, Maximilianstraße, donde encontramos las tiendas más lujosas, negocios importantes y hoteles de lujo.
En la misma plaza encontramos a la Ópera Estatal de Baviera (Bayerische Staatsoper), la compañía principal de ópera de Múnich y una de las compañías de ópera más importantes en Alemania y en el mundo, fundada en 1653.
El guía nos dijo que uno de los Oktoberfest más conocidos era el de Múnich y nos contó un dato muy curioso. Y es que sólo existe una persona vetada en la fiesta y esa es la mismísima Paris Hilton. Esto se debe a que la multimillonaria entró al recinto con una camiseta en la que se podía leer la marca de sus perfumes, cuando las únicas marcas que pueden hacer publicidad son las seis de cerveza. Ya se le había advertido y al hacer caso omiso a las advertencias, se la acabó vetando de la fiesta.
Para finalizar con el tour, nos llevaron a una de las cervecerías más importantes de la ciudad, a Hofbräuhaus. En febrero de 1920 fue el lugar elegido por el Partido Obrero Alemán (DAP), que luego cambiaría su nombre por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), para proclamar el famoso programa de los 25 puntos por el que se regiría el Partido Nazi hasta su prohibición.
Acabamos con el Free Tour y nos fuimos a comer; el guía nos había recomendado probar el codillo, muy típico, pero como el presupuesto no nos daba para más, acabamos yendo a un supermercado y comprando un par de sándwiches y ensaladas. Lo sorprendente fue que mientras nos comíamos nuestros sándwiches sentados tranquilamente en un banco, la gente que pasaba por nuestro lado se nos quedaba mirando anonadada como si nunca hubiese visto nada igual. A ver, no sé si en Alemania esto no se lleve mucho, pero por lo menos a mí me parece de lo más normal y más si se trata de estudiantes.
Nos pilló por sorpresa ya que no sabíamos nada, pero resulta que el día que viajamos a Múnich eran Carnavales en la ciudad, de modo que había muchísima gente disfrazada, sobre todo en Marienplatz y alrededores. Se encontraba en la plaza un gran escenario y a partir de las cuatro comenzaron a bailar grupos. Supongo que se trataría de una competición o algo, pero que la música que pinchaban nos gustaba era un hecho. Como nos pilló de sopetón, compramos unas pinturas e improvisamos nuestro disfraz: nos pintamos de indios.
Tengo que decir que el ir al baño en los Carnavales de Múnich fue toda una odisea. Y es que, para cuando encontrabas los baños públicos puestos por el ayuntamiento, la cola daba tres vueltas; la otra opción era pagar, práctica que estoy totalmente en contra, así que no quedaba otra que bailar un poquito en la cola.
Como los alemanes no suelen alargar mucho la fiesta, para las siete la música se había acabado. Fue toda una sorpresa para nosotros porque no sabíamos qué hacer después. Finalmente optamos por comernos una salchicha Bratwurst de uno de los puestos ambulantes y nos sentamos tranquilamente en el suelo hasta que se nos hiciese la hora de volver al hostal.
Salzburgo
Debíamos pasar la noche en el hostal y coger al día siguiente un Flixbus hasta Salzburgo a las ocho de la mañana. De modo que madrugamos de nuevo y nos dirigimos a la estación central, de donde salía nuestro bus. El trayecto de Múnich a Salzburgo es más bien corto, unas dos horas, aunque junto a nosotros se sentaron unos austríacos hasta arriba de alcohol y de alguna sustancia no muy legal que digamos, que habrían venido a pasar el carnaval a la ciudad y el trayecto se nos hizo mucho más largo. Total, que para las diez de la mañana nos encontrábamos en la ciudad austríaca. Esta vez, no teníamos reservado ningún Free Tour, así que nos tocó explorar Salzburgo por nuestra cuenta.
Salzburgo es la cuarta ciudad más poblada de Austria y su nombre proviene de las barcas que transportaban sal en el siglo VIII y que debían pagar un impuesto al paso por ella.
Visitamos el Palacio y Jardines de Mirabell, que no “Maribel”; este edificio barroco fue construido en el año 1606 por encargo del príncipe y arzobispo de Salzburgo, Wolf Dietrich, en un acto de impresionar a su amante. A pesar de que Dietrich lo utilizara como residencia, hoy en día es la oficina del alcalde y del Consejo de Salzburgo, aunque de vez en cuando se celebren aquí bodas, conferencias y homenajes. Como dato curioso, algunas de las escenas del clásico “Sonrisas y Lágrimas” se rodaron aquí, de modo que igual reconoces este edificio. Dentro de los jardines se pueden ver: la fuente de Pegaso de 1913, 4 grupos de figuras de 1690 que simbolizan los 4 elementos: fuego, aire, tierra y agua, el Teatro de los setos, el Jardín de los enanos y la Orangerie, que en la actualidad es un invernadero de palmeras.
Saliendo de los jardines, pudimos ver la Makartplatz. Existen diversos edificios con encanto en esta plaza, como por ejemplo la Iglesia Católica de la Santísima Trinidad. Además, en el número 8 de la plaza Makarplatz se encuentra la Residencia de Mozart, la Mozart-Wohnhaus, la casa donde vivió Mozart desde los 17 hasta los 24 años y que en la actualidad es un museo. En esta casa Mozart compuse algunas de sus piezas más importantes. Y es que, para los que no sepáis, Salzburgo es la ciudad natal de Wolfgang Amadeus Mozart aunque a veces se piense que es Viena.
Caminamos junto al río que cruza por Salzburgo, el río Salzach. Este río es una frontera natural entre Austria y Alemania a lo largo de 59 km de sus 225 km de longitud y es subafluente del Danubio. Su nombre, al igual que la propia ciudad, deriva de salz (sal en alemán).
Más tarde, cruzamos el puente Staatsbrücke, lleno de candados en sus pasarelas, a lo que sería la antigua ciudad de Salzburgo; de hecho lo primero que ves al cruzar es el ayuntamiento. A continuación, anduvimos por las calles hasta la casa natal de Mozart por Getreidegasse.
Esta calle es una de mis favoritas de la ciudad; el nombre de la calle, Getreidegasse, significa algo así como la calle del grano. Podéis ver además bastantes letreros de hierro forjado a lo largo de la calle, cuyo origen se puede remontar a la Edad Media. Entonces, como mucha gente era analfabeta, tenían que tener símbolos visuales para que la gente reconociese las tiendas a distancia. Uno de los más bonitos era el de la tienda “Zara”, el cual, supongo, que se hizo después con el fin de no estropear la fachada de la calle. También encontramos un montón de patios interiores, donde antiguamente había jardines. Con el tiempo se fueron perdiendo para que los comercios tuviesen un lugar de almacenaje y depósitos.
Despues de caminar por Getreidegasse, llegamos a la casa natal de Mozart. El No. 9 de Getreidegasse fue el lugar de nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart y su familia residió en el tercer piso desde 1747 hasta 1773. El mismo Mozart nació aquí el 27 de enero de 1756. Lo que, supongo que el músico no se esperase nunca es que en el bajo del edificio se encuentre un supermercado, un SPAR concretamente.
Seguimos nuestro recorrido hasta la antigua plaza del Mercado, donde Mozart tomaba café con las famosas bolas de Mozart (unos bombones típicos de la ciudad que se pueden ver por todas partes) y la farmacia más antigua.
Continuamos con la Catedral de Salzburgo (Salzburger Dom); son muy reconocibles las tres puertas de bronce, representando la fe, la esperanza y la caridad, así como su fachada con dos torres. Desde que se construyó en el año 767, la catedral se ha incendiado varias veces y cada vez que esto ocurría, se construía de nuevo más grande y con más detalle. La construcción representa así la fuerza e insistencia del pueblo austríaco, una metáfora muy bien ganada. Durante la Segunda Guerra Mundial una bomba cayó en la cúpula y la destrozó completamente y no fue hasta 1959 que fue reconstruida en su totalidad. Al lado se encuentra la Kapitelplatz.
Si miramos hacia arriba desde la plaza, podremos ver una fortaleza, la fortaleza de Hohensalzburg. Esta fortaleza es la más grande y mejor conservada de toda Europa; comenzó a construirse en el año 1077 y con el paso del tiempo fue ampliada y reformada, incluyendo torres, muros y trincheras. Sin embargo, fue en siglo XV cuando el Príncipe-Arzobispo Leonhard von Keutschach la cambio por completo y la decoró de manera imponente con toques del gótico tardío. Incorporó su símbolo, la remolacha, a varios lugares de la construcción. Otro dato curioso sobre la Fortaleza Hohensalzburg es que fue sitiada varias veces, pero nunca llegó a ser tomada. Se puede subir y visitar la fortaleza, pero no es gratuito, de modo que nosotros nos limitamos a subir un poco y tomar unas instantáneas del paisaje.
Tras la casi subida a la fortaleza, nos dirigimos al cementerio de San Pedro, el más antiguo de la ciudad de época romana. La parte más vieja del cementerio son las catacumbas excavadas en la roca en una de las caras de los acantilados de Mönchsberg, que eran utilizadas por monjes ermitaños. Una vez en el cementerio, podemos entrar en la Iglesia de los Franciscanos de Salzburgo, aunque nosotros no lo hicimos. Bajando se llega a la actual Plaza del Mercado, donde os recomiendo ir a comprar algo comer ya que existen varios puestos con buena pinta. En mi caso, me compré un bretzel de chocolate el cual estaba para chuparse los dedos.
Finalmente, acabamos nuestro recorrido en Residenzplatz; su nombre corresponde al lugar de residencia de los arzobispos de la ciudad durante siglos. El “palacete” cuenta con ni más ni menos que 180 habitaciones. Pero si algo hay que destacar de este lugar es sin duda el Ratszimmer (sala del consejero) donde Mozart dio su primer concierto en el año 1762 con tan sólo seis años.
No teníamos mucho tiempo de sobra ya que esa misma tarde cogíamos el autobús con dirección Viena, de modo que no tuvimos tiempo de mirar más o de tomarnos algo en alguna cafetería.
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