Munich, Alemania

"Los Erasmus no paran de moverse" decíamos en nuestra obra de teatro. Y los que han estado de Erasmus ya saben que eso es verdad. Mi primer viaje de Erasmus fue muy especial. Mi amiga Athanasia -también griega- tiene familia en Munich. Así decidimos a visitar a sus tíos y sus primos el mes de noviembre. Encontramos billetes muy baratos (gracias, Ryanair! ) y nos fuimos con ganas de explorar un mundo nuevo y sin saber para nada que el frío ya sería demasiado. Bueno, para mi, que me puse enferma. Pero sí, el cambio climático entre Valencia y Munich es brutal.

Dicen que te das cuenta de tu verdadera relación con tus amigos durante vuestras vacaciones juntos. Sí, es verdad. Me acuerdo de nuestras fotografías incalculables, los chistes que solo nosotras entendíamos y el esfuerzo de beber con los alemanes sin emborracharnos (eso es imposible y no lo recomiendo). Vimos unos museos, el famoso parque de Munich, salimos con los primos de Athanasia y con un amigo mío que estaba de Erasmus ahí. Comimos mucho - los alemanes cocinan demasiado con carne, pero la comida está buena y los dulces son increíbles. Caminamos por las calles y vimos el Munich de Navidad ya en noviembre. También nos sorprendimos mil veces escuchando griego en el supermercado, en las tiendas o por la calle (en Munich hay muchos griegos, pero en Valencia no, así que nos pareció raro y muy divertido), y me di cuenta que llevaba más ropa que todos los demás, pero al final era la única que se puso enferma. Me quedé en la cama un día, bebiendo té, comiendo sopa y tomando medicinas para no gastar mi tiempo en Alemania durmiendo. El día siguiente salí, poco resfriada, pero contenta que podría seguir mi aventura alemana.

Cada viaje te cambia, eso ya lo he dicho. No es solo lo que veas, sino los compañeros de viaje. De Munich me acuerdo todos los sitios, las obras de Van Gogh, la arquitectura, el vino caliente y los edificios grandes. Pero también me acuerdo de las noches en nuestra habitación decorada de manera tradicional, donde pasamos el tiempo hablando sobre nuestro día, comiendo chocolate y viendo películas. También pensábamos en lo que haríamos el día siguiente, viendo nuestra mapa y buscando lugares, y casi nunca el plan se quedaba lo mismo el día siguiente.

Cada viaje es una oportunidad de explorar nuevos lugares, de conocer a nuevas personas y de conocerte a ti mismo. Ir de viaje con amigos es una oportunidad de vivir muchas cosas con ellos -y esas historias las queréis contar de nuevo a otras personas o entre vosotros, solo para poder recordarlas. Así, no importa el frío, el fiebre, la mala suerte, equivocarte al metro, equivocarte por la calle o llegar tarde... Las mejores historias nunca han sido perfectas -por eso son mucho más bonitas.


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