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Los Callejones y las Terrazas de Montpellier

Publicado por flag-it Alessio Di Maria — hace 6 años

0 Etiquetas: flag-fr Experiencias Erasmus Montpellier, Montpellier, Francia


La joya occitana, uno de los centros nevralgicos de la vida universitaria en toda Francia

Llego a Montpellier después de 4 horas de viaje desde Lyon. El campo secado por el frío rígido de la región de Lyon se va pintando con los colores cálidos del sur. La camioneta está repleta de cajas y maletas: nunca es fácil mudarse, pero cuando te recibe un cielo tan azul, la moral se restablece y el cansancio es solo un molesto ruido de fondo.

Después de una docena de pausas café, la ciudad finalmente se me aparece: un suburbio como muchos otros. Por un momento, toda la energía gastada en la nueva aventura se disipa por el desaliento de haber cometido quizás un error al elegir una ciudad basada en su reputación sin nisiquiera haberla conocida.

Dejo el auto fuera del centro peatonal y con las maletas en la mano me acerco al centro. Siempre es una emoción extraña llegar a una nueva ciudad que sabes que te recibirá por mucho tiempo. Me esperan al menos dos años en esta ciudad hasta el final de la maestría, y me pregunto si estas calles anónimas me evocarán algún día unos dulces recuerdos o la frustración de un lugar que nunca supo acogerme.

Camino unos cientos metros entre restaurantes étnicos y jóvenes universitarios que se mueven frenéticamente por las calles. Desde los bajos edificios y los bares sale todo tipo de música y la atmósfera se ve inmediatamente coloreada por una nueva alegría. De repente llego a la Place de la Comedie, el cruce de la ciudad donde miles de personas se encuentran en un espacio inmenso constantemente observado por la imponente fuente de las Trois Graces.

Esta plaza, en el centro de la vida de Montpellier, es un espacio colorido con mil caras, lleno de las voces de los cientos de personas que lo atraviesan. Con maletas en la mano, estoy sin palabras frente a este espectáculo frenético. La moral y las energías vuelven para calentar mi mente. Unos segundos y voy hacia el Ecusson, como llaman al antiguo centro histórico los de Montpellier.

Desde allí, voy a la plaza donde se perfila el antiguo edificio de la Prefecture, otro punto de encuentro no solo para los jóvenes universitarios sino también para las principales arterias del centro histórico. Detrás, la Place de la Canourgue: un lugar encantador iluminado por luz dorada, creado a partir de la destrucción de una antigua iglesia. Esta pequeña plaza, una de mis favoritas en Montpellier, contrasta con su tranquilidad ante el frenesí de las calles de Montpellier en su casco histórico.

No voy a mentir, es fácil perderse en el laberinto de callejones en el centro histórico de esta ciudad, especialmente para aquellos que aún son nuevos en la ciudad. 

Una amiga italiana, Francesca, me está esperando en la de dejarme su casa mientras busco un apartamento nuevo. Me esperan días llenos de cosas que hacer pero, sin embargo, las terrazas de los bares ruidosos, la luz dorada de las calles y el encanto de los viejos edificios del centro histórico me hacen olvidar todo. La fue Rousseau es un antiguo callejón y la casa de Francesca es un piso muy pequeño, un único ambiente con vistas a la calle. Este no es el máximo de privacidad, pero es divertido mantenerse en contacto con las idas y venidas de la movida montpelleriana.

Con Francesca abrimos una botella de vino y con música de fondo nos sentamos en el borde de la ventana. Allí nos encontramos con docenas de tipos que se paran a charlar con la excusa de un cigarrillo. También me hago amigo con Pierre, el dueño del restaurante al frente de la ventana. Él aprovecha cada descanso para beber un Pastis con nosotros. El ambiente es estimulante, feliz, vivo. Cuando Pierre termina de trabajar, nos invita a beber algo.

Aquí los bares cierran a las 2 en punto de la mañana, pero todavía hay tiempo para ir de bares. Así que nos dirigimos a la Comedie, parándonos en Place Jean Jaures: otro espectáculo de terrazas, luces y voces de Montpellier. Allí nos encontramos con docenas de nuevas personas que, con una bebida en la mano, se acercan para charlar siempre con una sonrisa en la boca. La dura mudanza desde Lyon es solo un recuerdo lejano, el cansancio no afecta el espíritu fiestero y la noche se convierte en una búsqueda continua de grupos de un bar a otro. En esta ciudad, es extremadamente fácil hacer nuevos amigos, conocer nuevos lugares, reír y conversar con una bebida en la mano entre las terrazas de los bares.

¡He llegado en Montpellier desde hace unas horas y esta ciudad ya me ha conquistado!


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