Pisando Mont Saint-Michel entre cabras y frío.

Bienvenid@s a mi primer post y, por ende, a mi blog Erasmusu.

Para comenzar voy a relatar mi jornada a uno de los lugares más visitados en su propia región, Normandía, e incluso en la Francia entera, siendo este lugar parte del patrimonio Unesco. En caso de que aún no hayáis adivinado de donde estoy hablando, comenzaré con la presentación de Mont Saint-Michel.

Actualmente curso el Eramus en París, lo que ayuda bastante a viajar por Francia y gran parte de Europa.  Son varios los viajes que he realizado en estos meses, aunque como inauguración, quería hablaros de uno muy especial el cual recomiendo como viene siendo este, y que está a una distancia de 3-4 hrs en transporte público (en mi caso fue un tren de alta velocidad y a continuación un bus que nos recogía para acabar el recorrido)

De antemano, quiero decir que la isla está abrazada por el Océano Atlántico, pero siendo un lugar tan concurrido siempre se encontraran turistas. La cuestión es decidir si ir en otoño-invierno, el cual fue mi caso y he de anotar que las primeras horas las pase un poco canutas por escaso abrigo (quizás), un viento a ratos azotador y temperaturas bajas, gracias a la vida que no llovió aquel día, aunque al entrar en las murallas, entre las callejuelas y, más aún, dentro de la abadía, se encuentra uno más resguardado. Al ir en verano se puede esperar un exceso de presencia humana así que… ¡qué bonito tener que decidir!

De camino a Mont Saint-Michel.

De llegada al lugar, el autobús nos dejó en una zona en la que transitaban otros autobuses encargados de transportar a las personas hasta la isla de forma gratuita. En el caso de llegar en coche, hay un parking en esta misma zona, pues no se puede acceder de manera directa a la isla (siquiera Google Maps puede crear la ruta) ya que hay un mini-peaje para permitir el paso solamente a los vehículos y personal autorizado. También estaba la posibilidad de pagar un carruaje para ir hasta la isla, pero… ¡cada uno con su coste de oportunidad!

Water Seven (One Piece)

A todos los fans de One Piece: ¡ATENCIÓN! Quien no se muestre acérrimo a esta gran serie puede omitir este párrafo sin ningún escrúpulo (o ver la serie, altamente recomendable), aunque si tu pareja es fan de esta serie o quieres sorprender a un amigo fan, solo tengo que decirte que los lleves a esta islita porque es un verdadero lujo romper la utopía del anime y entrar en la emocionante región de Paradise. No podemos saber si Eichiro Oda se inspiró en esta ciudad para recrear la gran Water Seven, pero sin duda ambas poseen un gran parecido en su forma.

 El parecido es notorio en el fenómeno que caracteriza a este pueblo: la flagrante subida de la marea que nos recuerda al "Aqua Laguna" de la serie. Ahí puede vivirse, no digo más. Remueve sin duda el sentimiento onepiciano imaginarte junto a Nami y gritar a Luffi atrapado que su nakama actúa en pos de una amenaza, no de su decisión. Piel de gallina, ¿eh o no?. Y bueno, si tiramos de anécdota, realmente me pareció ver al simpático de Paulie paseando por las calles empedradas con sus cuerdas y gafas naranjas (quizás mis ganas, pero fue curioso).

Saliendo del plano de mi imaginación y mi ser algo friki, vuelvo a un plano más realista…

Primer contacto con la isla

Al llegar a la zona, si no hubiera marea alta, o normal incluso, y la bahía resultara descubierta, probablemente se encuentren grupos de personas andando sobre esta con el objeto de atravesarla y llegar finalmente a la isla. Antiguamente, e incluso en la actualidad, era motivo de peregrinaje, siendo uno de los puntos entre las distintas rutas del Camino de Santiago. Hoy en día la gente que realiza esta “mini-travesía” no suelen tener ningún motivo místico, sino básicamente una actividad a realizar en la zona.

Muy importante, es tener en cuenta que la subida de la marea es instantánea -es esta la razón por la que hoy en día se llega hasta la isla a través de una pasarela a x metros de altura de la bahía, pero antiguamente, una vez subida la marea, solo se podría llegar por vía marítima- y si uno se encuentra en medio de la bahía probablemente no pase una grata experiencia, además de la existencia de arenas movedizas; resumiendo, es una actividad a realizar con guía. 

Permítanme añadir una anécdota sobre mi experiencia con la marea. Al terminar mi visita a los distintos lugares del monte, decidimos dar un paseo por los alrededores de la muralla un par de amigas y yo, y mientras jugábamos a ver quién era el primero en desnucarse sobre una zona rocosa, húmeda y con moho, me detuve a contemplar una zona desnivelada de la bahía, y por tanto, con restos del agua que queda cuando baja la marea.

Había oído escuchar que la marea subía muy rápidamente, pero me costaba imaginarme la escena. Así que mientras comparaba cada x minutos el aumento del nivel del agua basándome como referencia en una roca medio inundada y volvía a intentar desnucarme involuntariamente, escuché gritar a una amiga sorprendida mientras miraba hacia la bahía. Y la sorpresa era que una ola a una velocidad considerable arrastraba a un hombre en Kayak como de si un Mesías tratase. El fin de este énfasis es advertir de que la subida de la marea no es ninguna tontería y para alertar a valientes inconscientes del peligro y que quieren darse un paseo sin guía por la bahía.

Ya entre muros...

Al entrar en el poblado, en la parte inferior, además de junto a la muralla en la zona más cercana a la entrada -habría que subir unas escaleras al principio no muy visibles-, encontramos distintos comercios de souvenirs, venta de galletas de La Mère Poulard quien fue una cocinera en el monte desde finales del siglo XIX hasta los años 30 de este último y conocida por sus galletas y por su tortilla francesa -de esta última no tengo ni idea porque lo desconocía en el momento pero recomiendo comprar las galletas, a ser posible el pack con los distintos tipos de sabores para acompañar un buen café. Desde mi punto de vista, mejor inversión que cualquier souvenir.

También se encuentran restaurantes con menú del día a un precio de 15 euros (precio mínimo), algún museo de escaso interés, un cementerio y viviendas/hoteles.

Conforme vamos ascendiendo el monte llegamos a la famosa abadía la cual fue solicitada por el arcángel Miguel, habiendo una estatua de este colocada en la cumbre de la iglesia a 170 metros sobre la bahía. La entrada tiene un precio de 10 euros y gratuito si eres menor de 26 años (hablando en términos de la Unión Europea). Las vistas se vuelven cada vez más gratificantes durante el ascenso a la abadía. Una vez dentro de esta… se encuentran jardines y otros espacios que apenas llamaron mi atención (excepto los jardines; sería por la falta de vitamida D por la ausencia de sol, sino no me explico)

Una vez acabada la abadía, merecido es un paseo por las estrechas callejuelas de piedra para llevarse una idea más completa del poblado, alejarse de este a través de la pasarela para observar el monte, además de sus alrededores, pasearse alrededor de la muralla sobre las rocas y lo que se te venga ocurriendo dependiendo del tiempo que tengas.

Lo único que eché en falta fue la posible estancia, aunque sea en los alrededores y poder apreciar la zona de noche junto a la iluminación de la isla. Los precios venían a ser unos 60 euros de media a unos 2 kilómetros del monte y rara vez se encuentra un precio inferior a 200 euros dentro de los muros, a no ser que debido a la escasa demanda puedan llegar a bajar hasta unos 70 euros -no creo que menos- por debajo de los 200.

Espero que os haya servido de ayuda, o al menos, algo interesante. ¡Hasta el próximo post!