Mérida y vuelta a casa
Segundo día del fin de semana
El domingo 11 de octubre por la mañana, Andrea y yo nos preparamos, cogimos las mochilas y montamos en el coche para ir a visitar Mérida, la capital de Extremadura. El trayecto de Cáceres a Mérida dura menos de una hora y se va por la autovía Ruta de la Plata, la misma que ya utilizamos para llegar hasta Cáceres, por lo que el camino se hace muy corto y no hay que circular por carreteras secundarias. Cuando llegamos a la ciudad, estuvimos buscando aparcamiento cerca del acueducto de los Milagros de Mérida, pero al ser domingo, toda la zona azul estaba llena de coches y fue imposible encontrar un solo hueco libre. Finalmente optamos por aparcar en un parking de pago a las afueras de la ciudad.
Nos pusimos a andar siguiendo el GPS del teléfono y buscamos uno de los puestos de turismo de la ciudad. Según nos acercábamos al centro, paramos en el primero de los muchos restos romanos que hay en la ciudad. Eran unas ruinas que al parecer habían tenido diferentes utilidades a lo largo de los años; almacén de hielo, termas de agua fría y caliente… Seguimos caminando hacia las ruinas más conocidas de toda Mérida, el Teatro Romano y el Anfiteatro. En el puesto de información para los turistas que hay junto a dichas ruinas, nos marcaron en un mapa todos los puntos romanos que hay que visitar.
Teatro y anfiteatro romano
Ya que estábamos allí al lado y a pesar de que estaba lloviendo, entramos a ver las ruinas. La entrada nos costó 15 euros en total, ya que entramos con precio reducido de 7,5 euros cada uno, precio para jóvenes, estudiantes, jubilados… Este precio incluye además del conjunto histórico del Teatro, el anfiteatro y los yacimientos que hay alrededor de estos, la entrada a la zona arqueológica de las Moreiras, el Alcazar Árabe, la casa de Mitreo-Columbarios y la Cripta de Santa Eulalia. Y no recuerdo si también incluye la entrada al Museo Nacional de Arte Romano, ya que cuando fuimos a entrar estaban cerrando y no comprobamos la valía de dicha entrada.
Al poco tiempo de que hubiéramos entrado en las ruinas romanas y mientras estábamos leyendo los carteles que sirven como guía alrededor del anfiteatro, paró de llover y salió el sol sobre Mérida. Las ruinas romanas son de obligada visita para todos los que visitéis Mérida y es que el precio que se paga por la entrada, ya sean 7,5 euros o 15 euros merece la pena de inicio a fin. El anfiteatro no deja de ser un graderío alrededor de un foso, algo así como una plaza de toros, pero el hecho de que allí, en esas arenas, murieran hombres luchando a modo de espectáculo, pone la piel de gallina. Además todo el entorno está bien ambientado, con imágenes de los diferentes tipos de gladiadores que había, sus armas, etc. Pero el plato fuerte de las ruinas es el Teatro Romano, donde aún hoy en día se siguen celebrando veladas a cielo abierto y donde actúan grandes artistas de nuestro país.
El teatro se conserva muy bien para los años que tiene (dicho muy coloquialmente). Las gradas están situadas en una pequeña ladera, dejando el escenario y centro de la obra mirando hacia todo el graderío. Detrás del escenario hay una especie de edificación con columnas que realmente no es más que parte de la escenografía.
Todo es de piedra blanca y parece mentira que hace tantos años se pudieran construir lugares como aquel. Detrás del teatro, hay una serie de pasillos por donde se supone entraba y pasaba la gente y detrás del escenario, hay un jardín lleno de palmeras y flores. También se pueden ver las letrinas, por donde naturalmente pasaban un gran número de personas en cada actuación. En su conjunto, todo forma una especie de “gran sala” al aire libre, donde como ya he dicho, se siguen haciendo actuaciones y donde algunos días del año, se concentra un gran número de personas para disfrutar del teatro. Junto a todo este conjunto tan bien conservado, también hay unas ruinas que han corrido menos suerte y que hace siglos eran unos de los baños de la ciudad. Lo único que queda son los pies de las paredes que formaban las salas y mediante algunos dibujos, se puede llevar a comprender la distribución de dichos baños romanos.
Tapas y comida típica extremeña
Después de haber pasado toda la mañana disfrutando de las ruinas, empezaban a rugirnos las tripas y teníamos que buscar hueco en alguno de los numerosos restaurantes que había por la calle que hay justo enfrente de la salida de las ruinas romanas. En todos los que preguntábamos no había ni un solo hueco y es que al ser domingo y al día siguiente puente, Mérida estaba llena de turistas. Finalmente optamos por ir a un par de bares que había en algunas calles más retiradas de las ruinas romanas, y tomarnos una cerveza con unos pinchos antes de volver a intentar comer por los restaurantes de la zona. Ir de tapas por Mérida es todavía más barato que hacerlo por Cáceres, aunque he de decir que las tapas de Mérida eran de lo más simple, pero para picar algo no está mal. A eso de las tres y antes de que cerraran las cocinas, acabamos entrando en un restaurante y como no íbamos a pedir ni menú ni carnes ni pescados, simplemente íbamos a pedir algunas raciones variadas para probar los platos de la tierra, nos atendieron rápidamente. Pedimos un plato con morcilla extremeña, otro de migas extremeñas, unas tostas con jamón y pimientos y otra con lomo y verduras fritas. Todo estaba buenísimo, y el precio no era nada del otro mundo, por lo que la comida estuvo de diez. Nos tomamos un café y volvimos a las calles para seguir conociendo la ciudad.
Seguimos el mapa y fuimos a ver más restos románicos de la ciudad. Pero antes, entramos a una carpa que había junto al Museo Romano, donde había una curiosa exposición científica de cómo actúa el cerebro y el ojo y la percepción que tenemos de las cosas. No tiene nada que ver con Mérida, pero creo que la exposición va por las ciudades de España, por lo que si lo veis, os recomiendo que “perdáis” cinco minutos en visitarlo.
Por el centro...
Después de ver la exposición, pasamos por el Templo de Diana donde tuvimos que parar a al menos cinco parejas de turistas diferentes hasta que nos hicieron una foto buena (lo típico de que se pone el dedo en el flash, te cortan la cabeza o no se ve por el sol…). Después fuimos a para a la Plaza Mayor de Mérida o mejor dicho Plaza de España, donde se encuentra el Ayuntamiento. Está llena de palmeras, naranjos, terrazas y con una fuente de agua en el medio para refrescar el ambiente. La plaza no se parecía a ninguna de las que había visto hasta ese momento y la verdad es que me resultado gratamente diferente. Muy cerca de la Plaza Mayor o Plaza de España, se encuentra el Arco de Trajano, un arco romano de unos diez o doce metros de altura. Por último, visitamos la Concatedral de Mérida de Sant María la Mayor, (no está mal escrito, se trata de un tipo especial de catedral).
Antes de que anocheciera, con dolor de pies de andar por tanto adoquín y satisfechos con lo que habíamos visto, nos dirigimos poco a poco hasta el aparcamiento donde teníamos aparcado el coche. Tenerle allí toda la mañana y parte de la tarde nos salió por 6 euros y fue buena opción, porque por la tarde hizo bastante calor y en el parking al menos el coche estuvo a la sombra. Dejamos Mérida para volver al hotel y salir un rato por la noche antes de tener que volvernos a casa el lunes por la mañana.
Merece la pena visitarlo
En general Mérida tiene bastantes cosas que ver y lo ideal creo que es lo que hicimos nosotros, hacer noche en Cáceres y aprovechar uno de los días para visitar Mérida. Nosotros nos quedamos sin ver el Museo Romano y es de las pocas cosas que nos faltaron por visitar y aún así nos dio tiempo en una mañana y ni siquiera una tarde entera a recorrer todo el centro de la ciudad y los yacimientos romanos. Lo dicho, si vais a Cáceres, tenéis que ir a Mérida.
A la vuelta, teníamos pensado parar en Trujillo, que al parecer es también un pueblo digno de visitar, pero finalmente seguimos por la autovía y no nos desviamos, por lo que queda pendiente volver a Extremaduray visitar Trujillo y otros muchos pueblos de esa tierra. Donde sí que paramos para echar gasolina, fue en Bejar, ya en la provincia de Salamanca, pero lo cierto es que pensábamos que el pueblo sería algo más interesante de lo que resultó ser. Eso sí, las vistas desde el mirador eran magníficas.
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Comentarios (1 comentarios)
Adri P hace 8 años
Cáceres, Mérida, Trujillo... ¡Más que recomendado!