Reunión familiar en Melbourne

Ya sabía, desde antes de irme a Vietman, que iba a poder ver a mi madre, mi hermano, John y a mi hermana Kirsty otra vez. Nos íbamos a juntar todos en Melbourne por la boda de mi prima Andrea. Era el momento perfecto, tan solo una semana y media después de Test, así que tan solo tenía que aguantar unos pocos días más en el trabajo antes de tener vacaciones otra vez.

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¡Tenía tantas ganas de verlos a todos! Inlcuso mi otro primo, Chris, que vive en España, estaría allí. Fui a trabajar el miércoles por la mañana; una clase y ya era libre. Me apresuré para llegar a casa, estuve un rato en el gimnasio, comprobé mi cama dos veces, limpié mi habitación y me fui, con 3 horas de antelación, al aeropuerto. Cuando llegué, ni siquiera había abierto el mostrador de check-in. Pero me preocupaba que había reservado mis 4 vuelos a través de páginas web de terceros y he oído verdaderas historias de terror. De todas formas, todo fue bien. Me senté junto a la ventana, pasé por el control de seguridad y la aduana y me senté a leer unas pocas horas antes de coger mi vuelo de conexión a Singapur, donde me tendría que esperar 6 horas.

Una vez en Singapur, decidí que tenía suficiente tiempo para irme y volver al aeropuerto para conseguir dos sellos más en mi pasaporte; triste, lo sé, pero quería pasar el tiempo. Después, me quedé por la terminal tres, donde está todo el entretenimiento. Comí un poco de 'comida callejera', envuelta en el reino de las mariposas, eché un vistazo a las tiendas y me di un doloroso masaje de pies en una de las múltiples máquinas que hay por todo el aeropuerto. Tenía unas 3 horas libres cuando decidí ir a la T2, para cargar mi teléfono y leer mi libro bajo una manta. Era, obviamente, la primera en llegar a la puerta de embarque, pero estaba bastante feliz ahí sentada, yo sola, armada con mi snack.

Llegar allí:

Por fin era hora de embarcar a las 00:50. Armada con mi manta, mi antifaz para los ojos y mi asiento en el pasillo, me quedé dormida la mayoría de las 8 horas de vuelo. No obstante, me quedé de piedra cuando descubrí que Scoot Air no ofrece servicio de comida. Sea como fuere, una vez llegamos a Melbourne, tenía la misión de salir del aeropuerto lo antes posible para coger el bus a St Kilda y reunirme con John. Tenía mi visa y mi pasaporte listos y rellené la tarjeta de inmigración mientras caminaba. Paré a imprimir mi firma al lado de una mesa y salí corriendo cuando todo el papeleo estuvo hecho. Mientras pasaba por el control electrónico de seguridad, me sentí bastante vacía. Mientras caminaba, sonriendo al guardia de seguridad, ¡de repente me di cuenta de que me faltaba mi maleta de mano!

¡Lo había dejado donde eché mi firma! Entre en pánico, me giré hacia el guardia de seguridad y le expliqué lo que había pasado. Una mujer que estaba al otro lado del mostrador de seguridad se ofreció a buscarla, puesto que yo no podía volver a la puerta de embarque. Por desgracia, no la encontró; me explicó que, si encuentran una maleta abandonada, seguridad se la suele llevar puesto que podría ser sospechosa. Me aconsejó que acudiese a objetos perdidos y después a la aduana, ya que probablemente habían cogido la maleta. Me preocupaba que otra persona se la hubiese llevado, así que fui corriendo por todo el aeropuerto en busca del mostrador de objetos perdidos. Ellos no la tenían, así que fui a la aduana y les expliqué el estúpido error que había cometido. Todo el mundo que me encontré en Australia había sido muy agradable y dispuestos a ayudar; era como una bocanada de aire fresco, después de la mala educación de los trabajadores en Asia. El hombre que trabajaba en la aduana hizo algunas llamadas y me informó de que seguridad tenía mi maleta: ¡gracias a Dios! Tuve que esperar unos 40 minutos a que escanearan la maleta para comprobar que no hubiese nada peligroso y, después, ¡regresé a mi viaje!

Compré mi billete de Sky Bus (19 $) a St Kilda. Tenía 7 minutos para coger el siguiente bus y la parada en la T4 estaba a 5 minutos andando, así que corrí; no iba a esperar más. Subí al bus y me encontré con el amable conductor que me dijo dónde bajarme. El bus tenía wifi, así que pude explicarle la situación a John y decidimos dónde encontrarnos. Me bajé en la calle Carliste. Nuestro Airbnb estaba en Balaclava Road, a unos 20 minutos andando. Así que, en lugar de perder el tiempo con billetes de metro, decidí caminar bajo el sol por las calles con bungalows y cafeterías y tiendas monas. Australia parecía genial hasta ahora: todo el mundo era muy agradable y estaba dispuesto a ayudar, ¡y las calles eran adorables!

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Por fin llegué allí y estaba afuera buscando la entrada cuando escuché que una voz conocida decía mi nombre. ¡John! ¡Hacía casi un año que no lo veía! Fuimos hacia el apartamento y nos sentamos a ponernos al día. Estaba muy cansada, así que fui a dormir la siesta mientras él iba a la playa. Un par de horas más tarde y estábamos reunidos para ir hacia un parque, donde estaban mi prima y sus amigos haciendo un picnic.

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El picnic:

Mamá y Kirsty llegaban tarde esa noche y Chris había perdido su vuelo de conexión, así que llegaría tarde. La última vez que había visto a mi prima, Andrea, había sido en Navidad, ¡pero fue agradable volver a verla! Sus amigos de Australia, Sudáfrica y Escocia estaban en el picnic. Bebimos cerveza y vino y comimos algunos aperitivos que llevó la gente. Cuando oscureció, volvimos a casa de Andrea y Seb para seguir poniéndonos al día. John y yo volvimos a casa sobre medianoche y mamá y Kirsty aterrizaban sobre la 1 de la mañana, así que llegarían al apartamento a eso de las 2. Ambos estábamos demasiado borrachos como para continuar despiertos, así que fui a dormir la siesta y me puse una alarma.

Nunca me despertó la alarma; por raro que parezca, sabía cuándo levantarme. ¡Justo cuando estaba saliendo de la cama llamaron a la puerta! ¡Eran mamá y Kirsty! Justo a tiempo. ¡John estaba dormido y no daba señales! Las ayudamos con su infinidad de equipaje y nos sentamos a tomar un té y a ponernos al día. Fue genial. ¡No veía a Kirsty desde diciembre y a mamá desde agosto! ¡La última vez que estuvimos los cuatro juntos fue probablemente en mayo del año anterior! Fue genial estar todos juntos otra vez.

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Al día siguiente, nos quedamos en casa y, después, fuimos al centro de St Kilda a comer. Paramos en un restaurante de pescado llamado Tommy's, donde comimos fish and chips, ensalada de marisco y calamares. ¡Estuvo genial! Fue agradable cambiarlo por la comida asiática que había comido los últimos 8 meses. Después, dimos un paseo mientras John señalaba todos los puntos de interés. Más tarde, fuimos un par de horas a la playa antes de reunirnos con mi prima, Chris y Seb. Tomamos unas copas juntos en los distintos bares guays de la Esplanade. No había visto a Chris en cinco años, así que teníamos mucho que contarnos.

El día de la boda:

Fuimos a casa a una hora razonable para poder organizarnos para el madrugón del domingo por la mañana. Todos nos levantamos sobre las 7 o un poco después, hicimos turnos para ducharnos y usar el espejo. Milagrosamente estuvimos todos listos a tiempo. ¡Incluso fuimos los primeros en llegar al ayuntamiento! Nos pusimos en nuestro sitio y esperamos a que llegasen los demás invitados. La ceremonia fue genial. Mi prima y su novio decidieron que fuese informal, nada demasiado extravagante y tan solo 15 invitados. Cuando pronunciaron sus votos y los declararon marido y mujer, tuvimos un par de horas libres antes de ir a Riva, en St Kilda Marina, para el banquete.

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Paseamos por el centro de Melbourne y nos topamos con la calle de los diseñadores. Por una vez encajábamos, ya que vestíamos ropa elegante y tacones. Era un día precioso y brillaba el sol. John, Kirsty, Chris, mamá y yo, todos en un taxi, fuimos hacia Riva. Era precioso. El mar de fondo y la lujosa decoración eran geniales. Había barra libre durante 5 horas, así que te puedes imaginar el uso que le dimos los escoceses. Sacaron varios aperitivos para complacernos e incluso pusieron un par de canciones escocesas para que pudiésemos presumir de nuestro baile tradicional, seguido de algunos discursos de mi madre y de las amigas de Andrea. ¡Fue súper divertido y conseguimos conocer a todo el mundo en el banquete!

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Nos fuimos a las 7 de la tarde. No sé si fue por el calor, el alcohol, que nos habíamos levantado pronto, el jet lag o una mezcla de las cuatro, pero los cuatro estábamos cansadísimos. Cogimos un Uber de vuelta al apartamento y todos nos echamos una siesta. Nos levantamos un par de horas más tarde, listos para salir, pero todo el mundo en la boda se había ido a las 9. A pesar de que John se quejaba de que era la primera noche de sábado que pasaba en casa desde mayo, empleamos bien nuestro tiempo y nos recuperamos para evitar la resaca al día siguiente.

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La barbacoa:

El domingo, Andrea nos había invitado a todos a una barbacoa en su casa a las 3. Los cuatro nos levantamos y caminamos por el césped de Luna Park en el centro de St Kilda. Comimos un par de bocadillos y charlamos bajo el sol. Llegamos a casa de Andrea sobre las 3 y nos sorprendió la cantidad de comida que había preparado. ¡La barbacoa estaba muy rica! Y siempre estaban rellenando nuestras copas de vino y cerveza. A medida que avanzaba la noche, empezamos a contarnos historias de miedo y, después, jugamos a Cards Against Humanity, algo interesante a lo que jugar cuando tu madre está presenta. Al igual que terminan muchas noches de borrachera, comenzaron los debates sobre política, lo que indicaba que ya era hora de volver a casa.

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El último día:

El lunes, teníamos que salir del Airbnb a las 11, pero John le dijo a mi madre que tenía que ser a las 10 para que no saliéramos tarde (inteligente decisión). Dejamos nuestro equipaje en casa de Andrea y, después, fuimos a dar un paseo y a tomar un café por la ciudad. Nos reunimos con Andrea otra vez en Lentil, un restaurante vegano donde no hay precios: pagas lo que creas que vale el menú. ¡Me pedí un delicioso curry de verduras y los otros también tenían muy buena pinta!

Desde allí, cogimos el tranvía a Esplanade, donde entramos al mercado de comida Street Eats. En ese momento, salió el sol y nos quedamos allí un par de horas hablando con Andrea y Seb.

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A las 6, mamá, John y Kirsty tenían que coger el bus para ir al aeropuerto. Mi vuelo salía más tarde que el suyo, pero no quería quedarme en Melbourne sola con todo mi equipaje, así que decidí ir con ellos. Nos despedimos de Andrea y Seb y de Chris, a quien veremos en verano. Andrea dijo que volvería a Escocia en Navidad, así que la veremos pronto.

En el aeropuerto, mamá y compañía organizaron todas sus cosas y ya estaban listos para irse. Fue una despedida emotiva, pero sabía que vería a Kirsty en Dubái cuando volviese a casa y le dije a mi madre que la vería en mayo, ¡en solo 2 meses! Sin embargo, no tenía ni idea de cuándo volvería a ver a John. Pero sé que volveré pronto a Australia en algún momento y que podemos ver las vidas de todos por las redes sociales, así que no parece que esté tan lejos.

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Algunas horas más tarde, ya había acabado mi libro y estaba lista para embarcar. Por suerte, conseguí un asiento junto a la ventanilla y el asiento del medio estaba libre. ¡Dormí como un bebé! En Malasia, corrí como un rayo para no perder mi vuelo de vuelta a la ciudad de Ho Chi Minh y me sobró bastante tiempo. Llegué a casa, dormí una siesta de dos horas y volví al trabajo por la tarde.

¡Menudo viaje! Se pasó volando. Fue increíble ver de nuevo a toda la familia, ¡por no mencionar que pude ver un nuevo país y un nuevo continente! Sé que volveré pronto. Ahora no puedo esperar para volver a casa, en Escocia. Ya es la recta final. Ver a la familia y estar de vacaciones me ha hecho incluso más difícil la vuelta al trabajo, ¡pero solo faltan 4 semanas para ir a Malasia! ¡Comienza la cuenta atrás!

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