VISITAR MARSELLA: DÍA 3.
DÍA 3
El tercer día amanece soleado. Es el día perfecto para alejarse de la ciudad e ir a respirar aire limpio. Decidimos bajar al Casino que se encuentra al lado de nuestra casa y compramos fruta, tomates, dos barras de pan y jamón. En nuestra mochila, además de la comida, echamos una manta y un cuaderno.
Nos dirigimos a las Calanques.
Los Calanques constituyen una sucesión de calas rocosas que se extienden a lo largo de más de veinte kilómetros de costa en el Mar Mediterráneo entre los distritos. Es uno de los sitios naturales más notables de Francia.
Cómo llegar:
El bus te deja en al lado de uno de los campus de la universidad de Marsella, el lugar más cercano al que acceder en vehículo, después tendremos que caminar. Para llegar a las Calanques tendremos que caminar primero durante unos 30 o 40 minutos. Es una excursión perfecta para hacer el familia o con amigos. Según nos contó Sofía, es un lugar que durante todo el año a muchos visitantes y excursionistas gracias a la amplia variedad de senderos que cuelgan entre el mar y los tortuosos relieves.
El camino:
El sendero no es muy duro, aunque no hay fuentes y ni mucha sombra en todo el macizo por lo que es recomendable ir bien preparado cuando hace calor.
Durante el camino uno puede disfrutar del sonido de la naturaleza, los pájaros y el viento hacen que realmente se disfrute la caminata. Llegado a cierto punto, entre el majestuoso paisaje rocoso, puede divisarse el mar. Es momento de hacer una parada para respirar y ver ese espectáculo. En mi caso, llegó a marearme por la diferencia de profundidad de campo que podía llegar a ver entre la montaña más cercana y el mar a lo lejos. Entre las rocas había un grupo de escaladores que disfrutaba del sábado con una de las actividades que ofrece este lugar. Por el fácil acceso y un clima favorable en todas las estaciones, los Calanques son ahora uno de los sitios de escalada más famosos de Francia y Europa.
Una vez cruzada la parte fácil, empieza el juego: la bajada a las Calanques. Si eres muy torpe tendrás que tener cuidado, pero realmente exceptuando un par de tramos, es bastante asequible. Si es verdad que las señales para seguir el camino son raras, se tratan de marcas de pintura en las rocas. Indican cual es el camino más fácil (pero más largo) y cual es el más difícil (pero más corto).
La cala:
Por fin, llegamos a una de las calas. Allí hay varias familias y algún grupo de amigos. Parece que tanto los animales como el nudismo son algo completamente aceptado en ellas. Es Noviembre pero la gente no se achanta y aunque a ratos llueva un poquito, se zambullen en el Mediterráneo. Nosotros no pasamos de los pies, pero la verdad es que la temperatura del agua no era tan fría.
Nos comimos nuestro bocadillo mientras observábamos las olas chocar contra las rocas, realmente el paisaje era todo un espectáculo. Más tarde, quise explorar un poco la zona y descubrimos que subiendo un poquito, podríamos haber estado ‘a pie de acantilado’ y completamente solos, por lo que te recomiendo que si vas, te atrevas a explorar un poco antes de asentar campamento donde esté todo el mundo. Pasamos allí el resto de la tarde, escuchando música, haciendo fotos y escribiendo.
En cierto momento aparecieron dos chicos que se pusieron cerca de nosotros a pescar, sin embargo el lugar está considerado parque nacional y en teoría se han ido tomando medidas para proteger la fauna y la flora, como la prohibición de la pesca o la acampada.
Sobre las cinco de la tarde decidimos que era hora de irnos, pues en Francia anochece incluso antes que en España, y antes de las seis, la oscuridad es plena.
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