Les Calanques, las playas de la Costa Azul
Les Calanques, las playas de la Costa Azul
¡Hola a todo el mundo! Hoy finalizamos el capítulo de Francia con la ruta de Les Calanques, en Cassis.
Nos remontamos brevemente al momento en el que tuve que escoger mi segundo destino Erasmus. Recuerdo bien que busqué fotos de Marsella en Google y en muchas de ellas aparecían playas con aguas cristalinas, rodeadas de naturaleza, territorio virgen. Fue en ese momento cuando pensé: este es mi sitio.
Fue después cuando descubrí que esas playas no estaban en Marsella, sino en Cassis, a unos 30 kilómetros. Además, como ya os había comentado antes, me di cuenta de que mi Erasmus no sería en Marsella, sino en Aix-en-Provence, a otros 30 kilómetros de Marsella. Es decir, no habría manera de poder acceder a estas playas cogiendo un cercanías o simplemente caminando ya que estaban alejadas de donde yo viviría ese cuatrimestre.
Aun así, no importaba. Las ganas de ir eran inmensas. Por lo tanto, una de las primeras cosas que hice cuando llegué a mi destino (incluso antes de tener listo y finiquitado mi contrato de estudios, el famoso learning agreement) fue recorrer esta ruta llena de calas de ensueño.
¿Cómo llegar a Les Calanques desde Aix-en-Provence?
Para llegar a Les Calanques desde Aix, lo primero que debes hacer es coger un autobús hasta Marsella, desde la estación de autobuses principal de Aix. Yo tenía una tarjeta que valía para toda la zona de la Cartreize así que el billete solamente costaba unos 80 céntimos. Al llegar a la estación de Marsella, Gare Routière de Saint-Charles, debes coger un tren a Cassis, que ida y vuelta cuesta alrededor de 15€. Este tren no te deja en el centro de Cassis, sino en las afueras así que de nuevo tienes que coger un autobús, cuyo trayecto es súper corto, hasta llegar hasta el centro de esta costera ciudad. Ya allí, inicias el recorrido.
Parque Natural de Les Calanques
Tuve la suerte de realizar esta ruta dos veces. La primera vez con Jessi, amiga y compañera de Erasmus (en septiembre) y la segunda vez con Sandra, Lucía y Pauline, más amigas del Erasmus o amigas de toda la vida que vinieron a visitarme a Aix-en-Provence (en octubre).
En ambas ocasiones, la experiencia fue bastante similar. La caminata es larga, unas dos horas aproximadamente. Como ya dije un día, en varios tramos la ruta es empinada, pedregosa y la escalada una necesidad.
Saliendo de Cassis, todavía en la ciudad, la primera parada es la playa de Bestouan, que es pequeña, con aguas cristalinas y con rocas blancas desde donde puedes saltar para darte un chapuzón. A partir de aquí, la acera se convierte en un sendero de tierra, hierba y piedras. El camino se dificulta. Dejas atrás la ciudad, las tiendas y las casas y te adentras en la naturaleza. Ya sabéis, calzado cómodo sí o sí, de trekking, si puede ser.
Calanque de Port-Miou
La primera cala con la que te encuentras se llama Calanque Port-Miou. Es una cala muy estrecha y larga, donde muchísimos barcos veleros atracan. El mar penetra en la costa de forma muy pronunciada. Recorrer Port-Miou lleva su tiempo, como media hora aproximadamente (y más todavía si te tomas tu tiempo sacando fotos de esta maravilla de paisaje).
Calanque de Port-Pin
Después, el camino continúa y llegar a una cala pequeña pero preciosa, llamada Port-Pin, parada obligatoria, claro. Es una playa que está escondida entre rocas suaves y blancas. Puedes quedarte en el principio de la playa cuyo suelo está plagado de pequeñas piedras que dificultan tu paso; o puedes aventurarte y caminar entre las piedras hasta llegar a un lugar tranquilo donde plantar tu toalla y disfrutar del sonido del mar y el color del agua, sin nadie a tu alrededor. ¡Pero no te demores! Todavía queda lo mejor del recorrido.
Calanque D’En Vau
Para mí esta ruta es una ruta de menos a más. Los paisajes, vistas y playas van mejorando a medida que avanzas, de la misma forma en la que tu cansancio aumenta a cada paso que das. Pero no hay tiempo que perder porque al final de la ruta está la mejor playa de todas, la joyita de este parque natural: Calanque D’En Vau (la que aparece en todas las fotos de Google). A medida que avanzas por el camino, este se hace más empinado y peligroso y empiezas a darte cuenta de cómo las personas se echan atrás, dan la vuelta, regresan y no acaban el recorrido. Se pierden lo mejor. La última cala es la más bonita de todas. Y si por algo es tan especial, es porque sus acantilados son enormes, altísimos (incluso puedes ver cómo la gente hace escalada allí). De esta forma, tienes que llegar pronto si quieres disfrutar del color claro y cristalino del agua, porque si te retrasas, el sol empieza a esconderse detrás del acantilado y el agua ya no es ni tan brillante ni tan clara ni tan turquesa. ¡Nosotras tuvimos que levantarnos a las cuatro y media de la mañanapara llegar a tiempo! (Olvidé mencionar este detalle). Pero bueno, cuando fuimos era octubre y el sol se ponía antes. Si vais en verano, podéis levantaros a una hora un poco menos dramática.
Definitivamente, llegamos. Es una playa increíble, protegida por acantilados, cuyo suelo se compone de piedras blancas y grandes, así que caminar descalzo no es la mejor opción. Duele mucho. La primera vez que fui (en septiembre) el agua estaba buenísima, aunque los franceses decían que estaba fresca. No importaba. Mejor para mí porque no había casi nadie en el agua y yo podía bañarme y nadar a mis anchas. En octubre, cuando volvimos el agua ya estaba más fría, aunque no tanto como la del Atlántico, así que nos bañamos igual. Para las del Atlántico, el agua del Mediterráneo nos parece un caldero. En fin, es un lugar ideal para nadar, rodeado por un entorno rocoso, también para disfrutar de la naturaleza y de su “silencio”. Te sientes un poco sirena, la verdad.
Otras formas diferentes de llegar a Les Calanques
También existe la vía fácil para llegar hasta aquí. Consiste en hacer un viaje en barco desde el puerto de Cassis o desde el puerto de Marsella. Los barcos paran a la entrada de la cala y permanecen allí durante unas horas, disfrutando del paisaje. Sinceramente, ir andando me parece mejor opción. Llegar cansada, sudando y deseando meterte en el mar es una sensación mucho más gratificante que llegar allí en barco. Se valora de forma diferente. El destino es mucho más atractivo. Cuando estuvimos allí también había varios kayaks, que habían hecho el mismo recorrido pero por el mar. También es una opción atractiva de moverte por las calas, con un panorama y unas vistas diferentes.
Y en cuanto el sol ya no se reflejaba en el agua, nos fuimos, porque todavía nos quedaban dos horas para volver. En cuanto al sendero, los caminos están marcados durante toda la caminata, es imposible perderse así que no necesitáis guía.
Así que después de dos horazas, volvimos e hicimos el recorrido a la inversa. Bus, tren, autobús, de nuevo. Definitivamente es una ruta que deberíais hacer sí o sí, tanto si vais a estar por la zona de la Costa Azul, si vais de Erasmus a Marsella o simplemente si queréis ir allí a propósito, porque vale la pena. No es un sitio tan conocido como pueden ser Menorca o Mallorca, no existe una ola de turistas masiva que te impide disfrutar de este paisaje o de la tranquilidad del mar.
Para terminar
En cuanto a todas las fotos de este post, os juro que de verdad el agua tiene ese color azul. Cuando yo veía las fotos en Google pensaba que todas tenían Photoshop hasta un nivel extremo (mucha saturación), pero no, realmente el color del agua es así, real. En fin, si estos fotones no te provocan las ganas suficientes de querer ir a este paraíso, yo ya tiro la toalla.
Desde mi humilde opinión, no me importaría volver allí cada verano. Además, la ruta de Les Calanques es más larga que la que nosotras hicimos. Existe otro tramo del que forman parte otras calas pequeñas pero increíbles como la cala de Sugiton o la cala de Morgiou, entre otras... Yo siempre digo que de cada lugar que visito, tengo que dejar algo sin ver porque así ya tengo una razón para volver. Aunque sinceramente, en cuanto a la ruta de Les Calanques, me sobran mil razones para coger un avión. Es uno de los lugares más especiales en los que he estado. Esa mezcla de montaña, roca blanca y mar azul es impagable.
Y hasta aquí el post de hoy, escrito con mucho cariño. Me ha encantado compartir este lugar mágico, mis opiniones, sentimientos y sensaciones que tuve cuando estuve allí. Y así ya damos por finiquitado el capítulo de Francia, que ha dado para mucho. Gracias otra vez a los que me leéis hasta el final.
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Comentarios (3 comentarios)
josefa parejo rejas hace 5 años
Qué experiencia tan bonita , las fotos y las indicaciones que das son formidables, muchas felicidades,,
Fátima chamadoira hace 5 años
El silencio sí que es un bien preciado, precioso y escaso. Parecen parajes muy tranquilos. De esos, casi ya no quedan...
Claudia Costas hace 5 años
Tengo muchas ganas de volver. Un abrazo.