Malmö, menuda sorpresa.
Durante mi erasmus en Aarhus, Dinamarca, tampoco tuve la suerte de poder viajar demasiado por diversos motivos, entre los que se encontraba la dificultad de conseguir vuelos baratos en horarios decentes. Por ello, una de las cosas que decidimos es que íbamos a movernos todo lo que pudiéramos en autobús, que es mucho más asequible para los bolsillos de estudiantes erasmus con una beca pésima y a los que sus padres no les pagan todos sus caprichos.
Entonces, después de estudiar las posibilidades que ofrecían las redes de autobuses (que eran muchísimas), decidimos que esta vez íbamos a ir a Suecia. Planeamos el viaje en nuestra semana de vacaciones en Octubre, y a pesar del frío que no imaginábamos que haría por esas fechas, acabamos planeando un recorrido que nos llevaba por tres lugares: Malmö, Estocolmo, y por último una parada de un día en Copenhague antes de volver a Aarhus.
Cogimos el primer autobús que salía de Aarhus con dirección a Malmö. Madrugamos tanto que hasta las calles estaban vacías (algo extraño teniendo en cuenta que en estos países la vida empieza prontísimo). El autobús hacía una escala de alrededor de diez minutos en Copenhague, para cambiar de bus, y después se tardaban alrededor de cuarenta y cinco minutos en llegar a Malmö desde allí cruzando el puente de Öresund, que une el que iba a ser nuestro destino con Copenhague. Fue curioso vivir nuestra primera inspección con perros en un autobús, ya que al subir al segundo autobús, como íbamos a cruzar la frontera, nos pidieron los DNI y los perros registraron cada rincón del autobús.
En Malmö habíamos alquilado un pequeño apartamento con Airbnb para la única noche que nos íbamos a quedar allí. En la web no había fotos pero las opiniones eran buenísimas y era el piso más barato que habíamos encontrado (Costó unos 13€ por persona y noche siendo seis personas). No estábamos muy seguras de que la cosa fuese a salir bien, pero por 13€ nos arriesgamos. Y menos mal, porque a pesar de estar a unos 15 minutos andando del centro, era un piso precioso.
Llegamos a Malmö a eso de las dos, y obviamente habíamos comido por el camino porque ya teníamos bastante pillados los horarios daneses. El primer día llovía, pero era lo que tocaba. Lo primero que hicimos, como se debe hacer cuando se viaja, fue ir a la Oficina de Turismo para coger un mapa y que nos comentasen los principales puntos de interés de la ciudad, ya que a primera vista solo sabíamos que era una ciudad pequeña (lo que para mí hace a las ciudades más atractivas) y bonita rodeada de verde.
Lo primero que vimos en Malmö fue el parque Folkets Park, que estaba muy cerca de donde nos alojábamos. Por lo visto es un parque donde suelen hacer espectáculos, porque hay varios escenarios y bares, y también pistas de hacer skate. Además pudimos ver una de las fuentes más curiosas que he visto nunca, con forma de rosa gigante. Fuimos en Otoño, así que los parques estaban teñidos de colores amarillos, naranjas y marrones de las hojas que se habían caído. La verdad es que era un sitio muy bonito para pasear, y como sabíamos que Malmö no es tan grande, no íbamos con tanta prisa como para no parar a verlo.
Nuestra casa estaba situada en el barrio de Möllevång, y algo que también disfrutamos durante nuestra primera (y última, por desgracia) mañana en Malmö, fue el bonito mercado local situado en la plaza con el mismo nombre que el barrio. Lleno de frutas y verduras con muy buen precio, siempre es una opción si quieres comer algo fresco.
Después nos adentramos en el centro de la ciudad. La plaza Stortorget, que es uno de los principales puntos de encuentro de Malmö, es una plaza preciosa. Allí está el Ayuntamiento, que por desgracia cuando fui yo estaba en obras tapado, y la Apoteket Lejonet, la famosa farmacia de Malmö que conserva su fachada y decoración antigua.
Además en esta plaza se encuentran algunos de los edificios más antiguos de la ciudad, y se pueden ver carteles propagandísticos antiguos en algunos de los edificios más nuevos. En esta plaza se suelen realizar mercados cuando hay buen tiempo, y en concreto cuando fui yo se estaba celebrando el Oktoberfest (versión sueca). En frente del banco Handelsbanken, en medio de la calle, hay una estatua curiosa de músicos tocando que se llama "La orquesta optimista".
A pocos metros se encuentra la Iglesia de Sant Petri, que no solo es la iglesia más antigua de la ciudad sino también el edificio más antiguo de todo Malmö. Es una iglesia protestante, así que no esperéis que su interior sea muy recargado, porque su decoración es muy austera, y lo que más destaca es el púlpito pintado que se encuentra en su interior.
De camino al castillo de la ciudad pasamos por la zona de "Malmö Live", la zona hotelera y donde se encuentran salas de conciertos que fueron construidas para ofrecer un nuevo lugar a la Orquesta sinfónica. Allí vimos la estatua "Rubato", una estatua modernista creada con el fin de romper con el estilo del resto de edificios de Malmö que es bastante curiosa. Las estatuas artísticas de Malmö van cambiando con el tiempo, así que si no conseguís verla no os extrañéis, porque es posible que hayan construido otra en algún otro punto de la ciudad.
El Castillo de Malmöhus es uno de los edificios más característicos de la ciudad, y se encuentra muy cerca del casino de Malmö. El edificio fue una sorpresa enorme, ya que cuando piensas en un castillo nunca imaginas un lugar como este. Aun así, es de los castillos más antiguos de todos los países escandinavos. Se puede pasar sin problema para ver sus patios, y en su interior se encuentra el museo más importante de la ciudad de Malmö. Para estudiantes, la entrada cuesta alrededor de 2,50€, por lo que no debéis perdéroslo. Con ella tendréis acceso a la zona que muestra las principales instalaciones del castillo, a una zona de trajes típicos de la época, a colecciones de pinturas y fotografías y a un museo de Historia y Ciencias Naturales. Es un museo bastante grande, así que yo os recomiendo pasar allí al menos una mañana completa.
Cuando salgáis del castillo podéis pasear por el parque más famoso de la ciudad, el Kungsparken. Allí se encuentra el molino más grande de Malmö y una de las zonas verdes más extensas para pasear. El segundo día tuvimos más suerte y el tiempo había mejorado hasta el punto de poder ir en manga corta en pleno octubre, así que pudimos disfrutar de un paseo rodeando los lagos de este parque.
Nuestra visita se terminaba, así que como nos quedaba poco tiempo, decidimos emplearlo en visitar el pequeño museo de arte moderno de Malmö, el Moderna Museet, que ofrecía exposiciones fijas gratuitas y algunas temporales que ese día estaban cerradas.
Al salir ya era de noche pero pronto para cenar, así que decidimos pasarnos por la carpa del Oktoberfest en medio de la ciudad, para escuchar al grupo de música sueca que estaba tocando en ese momento.
Y así acababa una visita express a una ciudad que me sorprendió muy gratamente. Malmö es una ciudad preciosa con muchos rincones que visitar (probablemente a mí también me faltaron muchos), orillas de canales por los que pasear (y en los que ver a los deportistas haciendo piragüísmo) y con un ambiente maravilloso.
Si habéis leído otras de mis entradas, sabréis que una de las cosas que más me gustan cuando viajo es callejear, y esta ciudad es perfecta para ello. Puedes perderte por las calles del casco histórico sabiendo siempre que vas a llegar a alguna plaza o a algún parque importante, así que hacedlo sin dudar. De hecho, de callejear por Malmö me llevé el recuerdo de hacerme uno de los mayores cardenales de mi vida y temer más por mi cámara al tropezarme y caerme al suelo que por mí misma. ¡Así que cómo no vais a callejear!
Por ello, si os quedáis muchos días en Copenhague o queréis viajar a alguna ciudad pequeña sin perder mucho tiempo y sin gastar mucho dinero, os recomiendo que visitéis Malmö, porque no os defraudará.
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