Murcia y Tenerife en Málaga (XI)

Publicado por flag-es Vir SN — hace 10 años

Blog: Murcia. Quién me lo iba a decir
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Málaga, Málaga, España

Exhaustos y sudorosos yacíamos en la cama del dormitorio ocupando sólo un tercio de la misma. Cuando me predispuse a retirar mi cuerpo de encima del suyo -con sumo cuidado para no perjudicar la parte de su ser que aun estaba unida al mío-, él me rodeo con sus brazos y me susurró al oído... ¿Acaso tienes prisa? Por supuesto que no la tenía, me hubiese quedado allí tendida una eternida. Habría alargado ese mágico momento en el que ríes, gritas, te sonrojas y puedes llegar incluso a emocionarte (todo al mismo tiempo) hasta mi último aliento. Me dejé caer como cuando las plantas se desploman al ser cortadas, dejando todo el peso de su cuerpo con asombrosa y bellísima delicadeza. Pausadamente las respiraciones recobraban su compás sereno. Mi cabeza ladeada se encajaba con sorprendente perfección entre el valle formado por su cuello y hombro izquierdo. Él regresaba a la calma mirando al techo y entrelazando los dedos de su mano derecha entre mi pelo rojizo. No sé cuánto tiempo pasó hasta que volvimos a mirarnos, ¿segundos? ¿minutos? ¿tal vez años? No quería que me durmiesen de aquella realidad.

Las luces estaban apagadas y la música seguía sonando a lo lejos. Me encontraba tan tranquila como la gacela que se acerca apática a beber del río. Lo que desconocía, es que en aquella corriente, el caimán nunca duerme... y me despertó. Abrí los ojos muy lentamente, casi que al mismo ritmo que el que marcaban aquellas manos furtivas entre mis piernas. Sin apenas darme cuenta me sorprendí a mí misma suspirando cada vez con mayor deseo. La sangre se desplazaba con violencia de un lado a otro en mi interior, el corazón palpitaba feroz y mi boca se ahogaba de placer. Sin poder reprimir por más tiempo la pasión, se abalanzó sobre mí. Lo tuve sobre mi cuerpo entre tinieblas y sábanas. Su cuerpo se hundía una y otra vez en mi sexo, chocando airadamente contra mi pelvis. Sus labios calientes cartografiaban los míos. Su boca ansiosa me recorría el pecho, el cuello, la cara y se batía a duelo con mi lengua sin intención de darse por vencida fácilmente. Las pupilas comenzaban a dilatarse y las sombras se transformaban paulatinamente en figuras reconocibles: sus brazos, su nariz y aquellos ojos que tocaban a los míos. Cuantos más signos de placer reconocía en su rostro, mayor excitación galopaba en mi interior. Eclipsamos el sordo silencio de la noche con nuestros gemidos. En cuanto uno empezaba el otro le rebasaba impulsado por el instinto animal que nos gobernaba. La pasión se había adueñado de la habitación, la cual no tenía nada que ver con la que nos encontramos al entrar al apartamento por primera vez.

Aunque había abierto los ojos un par de veces antes de que amaneciera, fue Javier quien me despertó tocándome la nariz y susurrando un ¡bu! con el sol ya fuera. Estuvimos hablando entre murmullos hasta que salimos del cuarto, como si no quisieramos despertar a los verdaderos nosotros. Preparé el desayuno y, aunque saqué todo lo que había: zumo, bollitos con pepitas de chocolate, leche, cereales, fruta,..., sólo nos zampamos los chocapic con leche calentita.

- ¿Por qué no metes las dos tazas a la vez?

- Porque no se calienta igual, niña...

Era ya cerca del mediodía cuando salimos a pasear. Sin rumbo fijo el viento (y el gasoil) nos condujo hasta Fuengirola.

- ¿Te apetecen churros?

- ¡Pero si acabamos de desayunar!

- ¿Y qué? ...eh, señor, disculpe, ¿sabe dónde hay una churrería por aquí cerca?

No fue difícil encontrarla siguiendo las indicaciones que nos había dado el malagueño, pero primero entramos al estanco a comprar tabaco y un rasca.

- Ohh, qué pena...

- Bueno, ya se sabe, ¿no? - me dijo con una ceja levantada como si pudiese leerle el pensamiento.

- ¿El qué? - contesté confusa.

- Desafortunado en el juego... - y terminó la frase sellando mis labios antes de que yo pudiera abrir la boca.

Después del chocolate a la taza y la ración de churros crujientes y aceitosos (riquísimos por cierto), tratamos de acceder al wifi del ayuntamiento de Fuengirola (en vano). Ante la imperante necesidad de hacer la facturación online -que torpemente él no había sabido realizar-, nos dirigimos a la biblioteca. Nos encontramos con el cartel de cerrada y entonces, no nos quedaba otra que acudir a un locutorio. Para mi sorpresa, el lugar era verde y naranja. Casualmente el tono exacto coincidía con el que nos identificamos Blanca y yo, así que confié una vez más en que los astros me habían mandado una señal de que todo marchaba bien.

Antes de regresar al coche nos paseamos por la calle principal del municipo. Continuábamos con nuestras bromas, esta vez relacionadas con "seguro que esa pajarita te sienta muy bien" o "pruébate este gorrito navideño y déjame que te haga una foto".

- ¡Eh! ¡Mira que pantalones más chulos! - exclamé al descubrir el estampado de cuadros sobre la prenda.

- Pruébatelos, seguro que te sientan genial.

- ¿Cuáles te gustan más, los azules o los rojos? - en esos momentos, cualquiera que hubiese pasado por allí habría jurado que éramos una pareja formal, incluso yo lo hubiese hecho de no ser la protagonista de todo este entuerto.

El resto del día pasó volando: los macarrones, la no siesta, las llamadas telefónicas (qué casualidad que nunca me llaman ni Ale ni Vero y justo tuvieron que elegir aquel fin de semana), el paseo nocturno por Mijar, la fotografía con las torres que nos tomó desacertadamente el italiano, e incluso el aperitivo en la terracita. Esperando a que llegara la puntillita (o como él diría, los chopitos) nos aprovechamos tanto del wifi del lugar como de que estábamos solos allí afuera. Me enseñó su isla, los lugares que frecuenta, su casa, su huerta, dónde tiene a la yegua,...

- Mira esta ventana de ahí. Esa es mi habitación. Desde ahí puedo hacerte el amor mientras miras al mar...

- Por aquí llega la puntillita chicos. ¡Que aproveche!


Galería de fotos


Comentarios (3 comentarios)

¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?

Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!

¡Quiero crear mi blog Erasmus! →

¿No tienes cuenta? Regístrate.

Espera un momento, por favor

¡Girando la manivela!