El centro de Málaga

Después de haber estado visitando la provincia de Málaga durante años con mi familia, nunca habíamos tenido la oportunidad de ir al centro de la ciudad y explorar más esta bonita parte portuaria de la ciudad. 

Situada en el sur de España, Málaga es un destino perfecto para esos que quieran disfrutar de la: ciudad, el campo, las montañas, las  colinas,  el mar y  las playas - tanto de forma tradicional o como turistas.

Así que, por lo tanto, decidimos que finalmente iríamos ir a visitar esta maravillosa ciudad y, también de paso, probar el transporte local. Cogimos el tren en Fuengirola, y  cabe destacar que conducir hasta allí se convirtió en una ruta muy agitada y a prueba de nervios desde nuestra villa en Cala de Mijas.

La estación solo tenía dos plataformas, pero estaba bien equipada y la máquina de los billetes era fácil de usar.

Compramos un billete para viajar todo el día y nos costó 7 euros cada billete, un precio bastante asequible ya que te permite subirte y bajarte en cualquier parte a la que quieras ir. El tren llegó en hora (algo que raramente pasa en Inglaterra) y nos encontramos con un tren muy moderno. Yo solo había estado en un tren de dos pisos una vez antes y fue en Alemania, aunque este tren tenía mejor aire acondicionado y era más moderno que el de Alemania.

El viaje se produjo cerca de la orilla del mar de Málaga, y por donde pasamos había casas tradicionales y un campo muy bonito. Daba igual en qué lado del tren estuvieras, en los dos lados había vistas muy bonitas.

El tren tenía un gran servicio a bordo y había una pantalla que te permitía ver todo el recorrido que hacía el tren y te informaba de las próximas paradas. Esto era algo muy útil dado que no hablamos español, y fuimos capaces de descifrar cual sería nuestra próxima parada y donde estábamos.

Entonces, por fin, llegamos al centro de la ciudad.

El centro me recordaba mucho a Londres en el sentido de que todo estaba lleno de vida. Sin embargo, la gente estaba de mucho mejor humor de lo que te encontrarías normalmente en Londres.

Caminamos por una calle muy concurrida que nos llevó a una plaza que tenía una fuente muy bonita. Desde esa distancia se podían divisar algunos de los barcos que estaban atracados en el puerto. Decidimos que queríamos ir hacia al puerto y nos quedamos con la boca abierta al ver lo grandes que eran esos barcos. Una gran oportunidad para sacarse una foto, y así mismo,  estuvimos contemplamos el exterior de los barcos y nos dio un poco de envidia como se montaban para realizar un gran viaje en uno de ellos.

Teníamos algunas ideas de lo que queríamos visitar, así que volvimos y regresamos a la plaza con la fuente y nos adentramos en el centro de la ciudad.

Nunca me di cuenta de lo que grande que era la ciudad de Málaga hasta que la pateamos toda.

Fuimos hacia la gran parroquia del Santiago Apóstol, que es uno de los edificios religiosos más bellos que he visto. Este edificio estaba lleno de turistas que le sacaban fotos, claramente, debido a la gran obra maestra que era. Es la iglesia más vieja de Málaga, y para mí, uno de los edificios más bonitos que tiene Málaga.

Después de haber estado contemplando esta maravillosa iglesia, caminamos hacia otra plaza donde nos encontramos con un artista callejero. Nunca había visto antes a ningún artista por las calles de Málaga, y menos haciendo de estatua. Este artista estaba vestido como un jugador de tenis y su cuerpo daba la sensación de estar parado justo en el mismo momento en el que iba a golpear una bola de tenis. Él se las arregló para balancearse y mantener el equilibrio con una sola pierna durante bastante tiempo y era muy popular entre la gente.

Como nos estábamos empezando a agobiar con tanta gente en esa plaza tan pequeña, decidimos ir hacia el Castillo Gibralfaro, que también es uno de los grandes monumentos imprescindibles para visitar. Este castillo del siglo XIV tiene una de las mejores vistas de Málaga, y que se expande hacia sitios a muchos km a la redonda de la circunferencia de la ciudad.

Como buena amante del teatro que soy, también quería ver el Teatro Cervantes, situado a poca distancia caminando del centro de la ciudad. No me decepcionó; el exterior era magnífico y su color crema claro lo hacía destacar entre todos los otros edificios que había alrededor de la plaza. Aunque el edificio sólo era del siglo pasado, contiene mucha historia y uno asume que puede datar mucho más atrás que del siglo XX.

Como ya habíamos visto muchos edificios preciosos, decidimos que era hora de buscar algo más vistoso y más verde donde recrearnos. Por lo que dimos con el Jardín Botánico, que ofrece unos senderos para caminar impresionantes y también nos ofrecían un poco de sombra, ya que la temperatura estaba subiendo bastante y hacía mucho calor. El Jardín Botánico tiene 250,000 metros cuadrados, con lo que quiere decir, que no se puede hacer todo de golpe. Estos jardines te llevan a adentrarte en el mundo de la naturaleza y están increíblemente bien mantenidos.

Una cosa que a mí y a mi familia nos encantó fue visitar los mercados locales. Se consideran muy interesantes por tener ese carácter tan especial y su naturaleza movible que nos invita a dar un paseo con energía por todos sus puestos. Uno de los mercados nos llamaba especialmente la atención ya que estaba cerca del mar y entonces supimos que no nos lo podíamos perder. El mercado tenía ropa, comida, productos, decoración, joyas, todo lo que normalmente te encuentras en un mercado local.

Recomiendo visitar el centro de Málaga ya que tiene muchas actividades y ofrece unas vistas muy buenas, yo podría estar caminado por la ciudad todo el día.


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