Vivir en Madrid - parte 1

Cuando terminé el instituto, tuve que elegir dónde estudiar después. Quería ir a Inglaterra, Escocia o Gales y quería estudiar Diseño Gráfico. Justo un poco antes de mi graduación, me di cuenta de que no estaba preparada para dejar mi país. Sentía que no había vivido lo suficiente y que me faltaba experiencia. Por eso, decidí tomarme un año sabático. Un año sabático es un año sin ir a clase o a trabajar.

Cuando se terminó mi año sabático, seguía teniendo que tomar una decisión. Durante el mencionado año sabático solicité en las universidades de Inglaterra, Escocia y España. Al final elegí ir a España.

Se suponía que iba a vivir con dos amigas de mi país natal, Bulgaria. Una de ellas decidió seguir viviendo en el piso en el que estaba. Era su segundo año en Madrid y estaba convencida de que su piso y sus compañeros eran los mejores. Después de decidir que no iba a mudarse, la otra amiga con la que iba a vivir y yo tuvimos que decidir qué hacer. Al final encontramos a otros compañeros de piso, un chico y el ex-novio de esta chica. Así es como empezó nuestro primer año en España.

Mis futuros compañeros de piso tenían que empezar las clases un mes después, así que se fueron antes que yo. La chica, a la que voy a llamar Gigi (espero que no le importe), tenía que encontrar un piso para nosotros tres. No sé cómo lo hizo. Supongo que debió ser difícil para ella. Ahora que lo pienso, debería haberla ayudado.

Yo me uní a ellos un mes después. Fue una de las cosas más duras que he hecho nunca. Nunca es fácil decir adiós y dejar tu hogar. No importa si vas a otra ciudad o a otro país; es parecido. Tienes que dejar a tu familia y amigos, los sitios que amas, la seguridad del hogar conocido. Mi padre me tuvo que llevar al aeropuerto. Mi vuelo salía a las seis de la mañana. Fue divertido porque tuve que volar con el antiguo rey de Bulgaria que se había convertido en ciudadano español. Si soy completamente sincera, me costó no llorar. Tenía que pasar el control de seguridad, pero no me importaba. Solo pensaba en mi nueva vida en el extranjero. Da miedo cuando me paro a pensarlo.

Llegué a Barajas, el aeropuerto de Madrid. No podía creerme lo raro que se me hacía haber aterrizado en España. Ya había estado antes, pero solo como turista. Una vez aterricé, comencé a hablar conmigo misma (no en voz alta, no estoy loca) sobre cómo mantener la calma y hacer que fuera mi nuevo hogar.

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Mis amigos me estaban esperando en el aeropuerto. Me hizo feliz verlos allí. Estoy muy agradecida de que vinieran a buscarme al aeropuerto. Me ayudaron con el equipaje y me animaron. Llegamos a nuestro nuevo hogar. Estaba bastante lejos del centro y de mi universidad, así que estaba un poco preocupada. Era un buen lugar, pero lleno de gente mayor y sosa, bares y edificios sin interés.

Como no teníamos Internet, decidí salir y ver la universidad en la que iban a estudiar mis amigos. Estaba a tan solo cinco minutos de nuestro piso. Fui allí, llamé a mi familia por Skype y hablamos un rato. Estaban preocupados por mí, obviamente. Cuando terminamos de hablar, decidí volver a casa, pero como no conocía el camino, me perdí. No hablaba muy bien español. Además, como los españoles hablan muy rápido, no entendía bien lo que decían. Cometí el error de preguntar a un hombre mayor dónde estaba mi calle. Me dijo que me llevaría allí. Lo hizo, pero me pidió un beso a cambio. Pasé mucho miedo... Un país nuevo y un hombre mayor intentando besarme. Le dijo que no varias veces y al final dejó que me fuera.

Esa misma tarde tenía planeado ir al cumpleaños de una amiga. En realidad no la conocía, pero mis amigos sí. Era de nuestro país. Estaba estresada por mi llegada y por haberme mudado a un nuevo piso, así que no recuerdo si me lo pasé bien. Tenía suerte, en cambio, porque en este cumpleaños conocí a una de mis mejores amigas de España. La voy a llamar Sisi. Es una de las mejores personas que he conocido. Es graciosa, habladora, inteligente y la mejor persona que existe. Estoy muy contenta de haberla conocido.

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