Visitando Aranjuez.

Hace alrededor de dos años cambiaron los precios de los abono transportes mensuales  a 20€ si eras menor de veintiséis años.

Además, incluyeron la zona B de Madrid y sus alrededores dentro del precio, así que eso significaba que podíamos recorrer los pueblos y las localidades de las afueras de Madrid sin tener que pagar unos 10€ ida y vuelta en los billetes de renfe.

A partir de entonces, mis amigos y yo decidimos que íbamos a ser turistas en nuestra propia ciudad recorriendo zonas que no habíamos visto hasta ahora o que vimos hace años cuando éramos muy pequeños.

Esta vez tocaba Aranjuez, un sitio que no visitaba desde hacía muchísimo. Y es que mi madre y mi tía vivieron allí durante algunos años, por lo que es doblemente especial visitarlo cuando la última vez que lo hice fue para que me enseñasen la pequeña casita donde vivían ellas de niñas.

Siendo sincera, no escogimos ni la mejor época, ni el mejor día para ir. Fuimos en verano porque es la época en la que todos tenemos mucho tiempo libre y podemos permitirnos perder un día de nuestra rutina haciendo turismo, pero eso no fue lo peor.

Lo peor fue que escogimos uno de los (si no el que más) días más calurosos de todo el año. Eso significó no solo que caminar por allí fuese un infierno sino que además las calles estuviesen completamente desiertas y algunos sitios cerrados. Así que más que una visita turística acabó siendo un paseo por un sitio nuevo al que ya volveríamos en una época en la que no se nos pegasen los pies al suelo por los más de 40º que hacía (tanto calor que hasta los pobres patos metían sus cabezas bajo el agua sin parar).

Históricamente, Aranjuez forma parte de la realeza española, y sus numerosos monumentos históricos, como paisajes, jardines y palacios, han conseguido que este lugar haya sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por ello el interés cultural que tiene es enorme, y recibe muchísimas visitas a lo largo del año.

Con el calor, lo que más apetecía era pasear por la orilla del Río Tajo y sus alrededores.

Lo primero que hicimos fue ver el Palacio Real, que es el lugar más importante de todo Aranjuez y que durante la época de Felipe II fue la residencia de otoño y primavera de los reyes.

Es famoso por mezclar distintos estilos arquitectónicos y porque sus jardines son de lo más bonito que hay en todo el municipio. Además, tienen un pequeño observatorio en el que se pueden ver distintas aves. También merece la pena pasar por alguno de los pequeños puentes que unen el jardín del Príncipe con el Palacio.

Junto al Palacio Real se encuentran unos de los jardines más bonitos que he visto en mi vida, el Jardín del Príncipe. 

Estos jardines me recuerdan muchísmo al parque de El Capricho en Madrid, y es que mezclan naturaleza con escultura y arquitectura.

Como los jardines fueron construídos durante varios años, en sus distintas áreas se encuentran obras de épocas diferentes. Algunas de las cosas que me parecen más bonitas de Aranjuez y sus jardines son sus fuentes.

Y, como no, los maravillosos templetes que se encuentran en medio de los estanques de los jardines. No está prohibido comer en el interior de los jardines, así que si vais con bocatas, siempre podéis sentaros en algún banco a la sombra y comer allí como hicimos nosotros (la verdad es que se agradecía bastante con el calor que hacía).

Después nos pasamos por el Jardín del Parterre, donde se encuentran bustos de personajes importantes de la época en la que fue construído (Siglo XVIII).

Estos jardines tienen numerosos detalles de mármol, conjuntos de flores preciosas y de nuevo, numerosas fuentes impresionantes.

Unos jardines realmente bonitos y acogedores, aunque pasear por ellos en verano con el calor que hace tampoco es algo realmente recomendable.

La verdad es que si sois de Madrid o alrededores os recomiendo venir aunque sea para dar una vuelta por sus parques como hicimos nosotros.

Me quedé con muchísimas ganas de visitarlo en condiciones, así que seguro que volveré cuando no haga tantísimo calor, pero al menos disfrutamos de día al aire libre entre naturaleza, y eso nunca está de más.

Por ello andamos durante unas cuantas horas por los caminos de sus jardines y estuvimos muy tentados a bañarnos en alguna de sus fuentes o en el río. Así que sí, visitad Aranjuez y disfrutad de la paz que ofrece.

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