Mi cumpleaños

Hemos establecido de alguna manera la tradición en nuestra clase de que cuando es el cumpleaños de alguien, damos 2 euros al "presidente del cumpleaños" de la clase, que tiene que ir a comprar unos refrescos, bandejas de canapés y la tarta con la ayuda de dos o tres voluntarios, y traerlos a clase el día del cumpleaños de la persona en cuestión. Después, nos juntamos todos en el aula durante la pausa y le cantamos el cumpleaños feliz, preferiblemente en español o inglés, en función de donde venga la persona, y después nos comemos la tarta.

Después, cuando llega el viernes, vamos todos al bar al que siempre vamos cuando hay algo especial que celebrar, para celebrar el cumpleaños de la persona en cuestión. O a veces esperamos y celebramos varios cumpleaños a la vez. El bar del que hablo se llama "Cherokee" y está entre las estaciones de Bilbao y Tribunal y, sinceramente, no tengo ni idea de por qué siempre vamos allí. No es que no me guste nada de nada, pero hay algunas cosas que no me gustan. Lo primero, que es muy muy pequeño y que no hay sitio para sentarse, así que te tienes que quedar de pie todo el rato. Lo segundo, que sobre las 12 de la noche se llena por completo, de forma que no hay espacio para moverse, y cuando quieres ir a una zona diferente de la sala, al baño o salir fuera a fumar y tomar el aire, tienes que empujar a todo el mundo para abrirte paso. Y a mí no me gusta empujar a la gente, al igual que no me gusta que me empujen a mí. Pero aquí en España es algo que he aprendido: si quieres abrirte paso, tienes que empujar a todo lo que se te ponga por delante hasta que alcances finalmente tu destino, sin mirar atrás hacia la persona con quien te hayas tropezado o pisado. Supongo que se puede aplicar a la vida también. Y en tercer lugar, la sala es realmente sombría, casi no hay luces. Y a mi no me gustan los bares tan oscuros. Te sientes diferente en una discoteca, mientras estás bailando, pero beber en un ambiente tan sombrío no me convence mucho.

De todas formas, hay sin embargo algunas cosas que me gustan mucho de esta bar. Por ejemplo, el hecho de que vayas cuando vayas, los chicos se piden un enorme chupito que no sé como se llama, pero que es una mezcla de vodka, tequila y algo más, con un poco de zumo de naranja o algo así. Y todo bebemos de él. Me gusta que los chupitos cuesten 1 euro y que la cerveza que sirven sea enorme. Y me gusta que haya música, aunque a veces ponen rock, lo cual me gusta menos. Me gusta mucho el rock, pero en un ambiente tan sombrío me hace pensar en mis problemas existenciales y no me pone de humor para estar de fiesta.

De todas maneras, quería ir a celebrar mi cumpleaños ahí, pero no pude porque por desgracia mi cumpleaños es el 21 de diciembre y muchos de mis compañeros de clase ya se habían vuelto a sus países para pasar las Navidades con sus familias. Aun así, me hicieron algo especial.

El jueves 19 de diciembre fuimos todos juntos a la comida de Navidad, a un restaurante llamado Espazo Enxembre, que aparentemente es un restaurante gallego. La cena nos costó 23 euros por cabeza y, sinceramente, no valió para nada la pena. Sí, había cantidad ilimitada de cerveza y sangría, pero habíamos ido a comer. La comida que trajeron eran tan solo tapas gigantes, una bandeja para cada 4 personas y no era en absoluto suficiente para haber pagado 23 euros. Esperaba comer algo rico y que fuera una cena en condiciones, pero bueno, no fue así.

En cualquier caso, cuando nos sirvieron la cena, empezaron todos a cantarme el cumpleaños feliz y el camarero me trajo una pequeña porción de tarta con una vela encima. Alguien me grabó soplando la vela.

Fue muy divertido y me sentí realmente apreciado, porque todos ellos eran conscientes de que no iban a estar presentar para celebrar el día de mi cumpleaños, pero al menos hicieron un esfuerzo en organizarme algo.

Las Navidades en el colegio fueron divertidas también. Hicimos el amigo invisible, en el que recibes un correo con el nombre de la persona a la que le tienes que comprar un regalo, de forma supuestamente anónima, por lo que no sabes quién te va a regalar. Me tocó una persona con la que apenas había hablado, pero aun así no me costó mucho encontrar un regalo. Fui simplemente a un "chino" y le compré algo por 10 euros, que era el límite mínimo de dinero que podíamos gastarnos. Estaba bastante bien y el chico se puso muy contento cuando se lo di. A mi me regalaron un modelo 3D en papel de la Torre Eiffel, que tenía que construir por mi mismo. Se supone que era un regalo simbólico ya que, como todos sabían ya, iba a dejarles para ir a París a estudiar durante el segundo semestre.

En general, siempre he sido bastante escéptico en lo que se refiere a estos juegos y esta vez, me sentía también un poco así. No quería participar, pero no podía decir que no, así que simplemente lo hice. Y sorprendentemente para mí, me lo pasé genial! Tal vez debería ser más abierto a veces.

Después de todo, fue una Navidad memorable antes de la propia Navidad.


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