Guía de Madrid (parte 3)

¡Hola a todos!

Esta es la última publicación de la pequeña guía de esa ciudad enorme y excepcional que es Madrid. Estoy intentando describiros en estas líneas las bellezas y los sitios más importantes de esta ciudad, la cual seguramente encierra muchos otros lugares preciosos y no tan conocidos como los que se describen en estas publicaciones, pero que merecen la misma consideración precisamente por su singularidad y por su relativa "baja popularidad". Probablemente os hablaré de alguno de estos lugares que he descubierto por casualidad en una de las siguientes publicaciones, pero ahora vamos al grano.

Intentaré describiros ahora los últimos cuatro lugares de mi lista de los "lugares imprescindibles". ¡Así que buena lectura!

1 Malasaña

Os doy oficialmente la bienvenida al que es mi barrio preferido de Madrid. Me refiero, obviamente, al barrio de Malasaña, que se extiende al sur de Chamberí y justo al lado de "Calle Fuencarral". Este es sin duda el barrio más original de Madrid, además de uno de los más apreciados por los propios madrileños. Son muchas las personas que acuden a este lugar tanto de día como de noche, sentándose en la terraza de uno de los muchos bares o paseando por las callejuelas que se entrecruzan en este barrio. Como he mencionado, es uno de los barrios más alternativos de la capital española, y esta es una característica que se deduce fácilmente paseando por las callejuelas estrechas repletas de graffitis y mensajes a favor de la libertad, el amor, el derecho a ser como eres. Hay también muchísimas tiendas en las que puedes encontrar ropa vintage original o artículos de bisutería. No faltan los bares y los restaurantes más particulares, el primero de todos "La Bicicleta" y el restaurante "Ojalá", que estaban entre mis favoritos. El primero es una cafetería decorada de forma muy original y seguramente inusual: están colgadas en la pared bicicletas reales que constituyen lógicamente el elemento central del local y por el cual recibe su nombre. El segundo, en cambio, es un restaurante con una terraza muy bonita en el calle pero, en realidad, la verdad particularidad se encuentra en la planta baja, donde se ubica una verdadera playa. ¡Habéis oído bien! Podréis cenar o beber una copa descalzos sobre la arena, y hacer algo así en Madrid, donde lo único que falta es por desgracia el mar, lo hace más especial. Otro sitio que me gusta especialmente en esta zona es el "Mercado de San Ildefonso", un mercado cubierto más pequeño y seguramente menos turístico que el de San Miguel, pero quizás más característico. Hay un espacio central en donde te puedes sentar para comer o una bonita terraza en el exterior. El último piso en cambio es un verdadero bar de copas. Sin embargo, el sitio que me ha robado el corazón del barrio de Malasaña y donde he pasado las noches más especial es sin duda "la Plaza del Dos de Mayo", en el centro del barrio. Es una plaza no muy grande con forma circular rodeada por numerosos bares y restaurantes, pero su verdadera belleza aparece por la noche, cuando se llena de jóvenes que se sientan en el suelo o en los bancos, y pasan allí toda la noche en uno de los mejores "botellones" de Madrid (práctica bastante extendida entre los jóvenes españoles que hacen "picnic" alcohólico en casi cualquier plaza de la ciudad). Recuerdo haber conocido mucha gente en esta plaza, y las noches transcurrían hablando con todo el mundo, despreocupados y felices en el corazón de Malasaña.

2 Estadio Santiago Bernabéu

Esta es una etapa absolutamente obligatoria para todos los amantes del fútbol. Como muchos de vosotros sabréis, en Madrid hay dos equipos de fútbol que representan la ciudad: el Atlético de Madrid y el Real Madrid. El Santiago Bernabéu es el estadio del segundo equipo, y es realmente una estructura impresionante. Es enorme y por dentro está el Museo del Real Madrid y la tienda oficial del equipo. Yo no soy especialmente aficionada al fútbol, pero visitar el museo ha sido una experiencia realmente agradable. Mediante un paseo por la historia del Real Madrid, es posible recordar las grandes gestas del equipo desde su fundación. Están expuestas todas las camisetas, balones y los autógrafos de los propios jugadores. El recorrido continúa hasta llegar a la sala de trofeos, en la que se expone la magnífica Copa de Europa ganada por el equipo, con las fotos de los que destacaron en ese gran éxito. Es posible entrar en el estadio, mirar el campo desde la tribuna, pasear por el campo, sentarse en el banquillo de los jugadores y entrenadores, así como entrar en el vestuario y echar un vistazo a las verdaderas taquillas de los jugadores del Real Madrid. Muchas veces, el estadio se utiliza para diferentes eventos, en los que he participado con mucho gusto. El más bonito fue sin duda la "Colour Run", la famosa carrera de colores, en la que se llega a la meta lleno de pintura. Recuerdo que el punto de partida y de llegada era el estadio Santiago Bernabéu, delante del cual se había montado un palco y estaba lleno de gente que había participado en la carrera. Así, tras haber recibido el "kit" de bienvenida, empezamos a correr todos juntos bajo una lluvia de colores que daba nos daba una nueva energía a nosotros y a esta zona de Madrid.

3 Ell Museo Reina Sofía

El museo Reina Sofía es uno de los tres museos más famosos de Madrid, junto al museo del Prado y al museo Thyssen, del que os hablé en la publicación anterior. En este museo, situado a pocos metros de la estación de tren de Atocha, podréis encontrar algunas de las mejores obras de arte del siglo XX. La estructura en sí es realmente moderna y varias salas de exposición se suceden a lo largo de los distintos niveles del edificio. La obra seguramente más importante del museo es el famoso "Guernica" de Picasso. No soy una gran aficionada del que sin duda es un genio del arte contemporáneo, pero esta obra es de una belleza y una tragedia particulares, y podría haber permanecido durante horas contemplándola. Con su arte abstracto y sus figuras desproporcionadas, en mi opinión Picasso ha conseguido, con esta obra, expresar los sentimientos de las personas tras una guerra que había impactado al mundo entero. Además, no olvidéis, después de visitar el museo, subir a la terraza, porque desde ahí podréis disfrutar de una preciosa vista de la ciudad. Una vez llegáis al último piso, os encontraréis con una sala muy moderna rodeada por largos cristales, que reflejan la luz del sol en el interior creando un efecto óptico realmente especial. No muy lejos, como os comentaba antes, se encuentra la estación de tren más grande de Madrid: la estación de Atocha. Os aconsejo dar una vuelta por este lugar aunque no vayáis a coger ningún tren, porque en la entrada principal os encontraréis de frente con un enorme invernadero con plantas de todo tipo. Os resultará extraño encontrar tanto verde dentro de una estación, pero es justo lo que os sucederá cuando entréis en Atocha, y descubriréis cómo la naturaleza puede mejorar notablemente el impacto visual.

El parque de las Siete Tetas

A todos los que comprendéis el español, el nombre de este parque podrá pareceros realmente raro. Una vez allí, sin embargo, entenderéis seguramente el motivo de este nombre. Se trata de hecho de siete pequeñas colinas que se elevan en un parque desde el que, en mi opinión, se puede contemplar el mejor atardecer de la ciudad, mejor incluso que el que se ve en el Templo de Debod, del que os hablé en la publicación anterior. Este no es un lugar muy turístico, y esto la hace aún más especial. El parque y sus colinas se encuentran de hecho en una zona de Madrid que no es céntrica, sino a una altura desde la que se puede contemplar la ciudad entera que se extiende a vuestros pies. He estado en este parque más de una vez, y cada vez que iba el hecho de contemplar ese impresionante espectáculo hacía que me diera un vuelco al corazón. Recuerdo aún la primera vez que subí a la colina más alta de las siete. El sol estaba descendiendo lentamente sobre la ciudad y yo estaba con algunos de mis mejores amigos del Erasmus. Nos quedamos sentados sobre aquel prado durante varias horas, emocionándonos frente al espectáculo de un atardecer como nunca lo habíamos visto antes, hablando de esto y de aquello, y viviendo uno de esos momentos de la vida en los que, como ya sabíamos muy bien, no íbamos a olvidar fácilmente.

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