De Madrid al cielo

Madrid es sin duda una de mis ciudades fetiche. Madrid, siempre abarrotada de turistas indecisos que no saben por dónde empezar a descubrirla. Madrid, que tiene la línea de metro más extensa de España y con más carteristas por metro cuadrado. Madrid, con sus aires cosmopolitas y sus fachadas hipnotizantes que culminan con terrazas panorámicas desde las que observar Madrid a nuestros pies. Madrid y su frío polar en invierno que contrasta bruscamente con la Madrid abrasadora que conocemos en verano. Madrid y su bocadillo de calamares que no entiende de estaciones. Madrid y su manera de ser inspiración para películas, canciones y libros. La Puerta de Alcalá ha visto tantos turistas decepcionados como sorprendidos, qué culpa tendrá ella de que le hicieran aquella canción.

Madrid, siempre tan céntrica y tan centrada en convertirse en hogar y hacernos disfrutar. Madrid, acogiendo en su aeropuerto la mayor cantidad de lágrimas, abrazos y despedidas de España. Madrid cuyas fuentes son testigo de celebraciones y manifestaciones. Quien dice que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, no conoce Madrid. Madrid no conoce el aburrimiento y es mejor amiga de las actividades culturales. Madrid no mira por encima del hombro a quien intenta conocerla, Madrid no entiende de estereotipos, no juzga, nadie es igual a nadie y su variedad la hace auténtica.

Madrid es la M de Magia, la A de Actividad, la D de Diversión, la R de Riqueza, la I de Inigualable y es la D de Diversidad.

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