Cafeterías de Madrid.
En Madrid las cosas siempre funcionan de dos formas: En verano, las terrazas y los bares se llenan de gente. En invierno lo que se llena de gente son las cafeterías. Y es que la verdad es que cuando llegan a Madrid el frío, las lluvias y empieza a anochecer a las seis y media de la tarde, lo último que te suele apetecer es sentarte en un parque o tomarte una cerveza bien fría.
Una de las cosas que más nos gusta a mis amigos y a mí son las cafeterías. Y de verdad que nos gustarían todavía más si los sitios nuevos y ricos no fuesen tan extremadamente caros, aunque claro, quizás lo que nos saldría cara entonces fuese nuestra salud, porque nos pasaríamos las tardes tomando chocolate caliente, bollos y muffins de todos los sabores que pudiésemos.
Por eso he pensado hacer una entrada con algunas de mis cafeterías favoritas y sitios que he visitado en los últimos años donde se puede tomar algo caliente para entrar en calor un día de invierno, y donde además se puede merendar algunas de las mejores tartas y muffins que he probado nunca. Eso sí, preparad el bolsillo, porque como he dicho un poco más arriba, las tardes de cafeterías no son precisamente el plan más barato que os vais a encontrar, y menos si pensáis hacerlo por el centro de Madrid como he hecho yo cuando he decidido que por una tarde no pasaba nada gastarse algo más.
Aquí os dejaré todo lo que debéis saber sobre los sitios que mencione. Ambiente, cómo es el lugar, qué se puede comer y beber, precios...En definitiva, iré hablando un poco sobre mi experiencia en cada sitio, ya sea mejor o peor, y a ver si así dais con algún sitio del que no hayáis oído hablar hasta ahora. Allá vamos.
Celicioso
El primer sitio del que os voy a hablar en realidad no es una cafetería propiamente dicha sino una pastelería donde además de vender pasteles para llevar, puedes sentarte y tomártelos acompañándolos de un café, un zumo o un batido. Este sitio se llama Celicioso. Y es que el nombre de esta pastelería que está situada en el número 3 de la calle Hortaleza hace clara justicia a los productos que vende, porque está todo riquísimo.
Lo bonito de Celicioso es que fue creada por un chico celiaco que veía dificilísimo encontrar sitios donde poder disfrutar de comida rica que no llevase gluten. Por ello decidió crear un espacio donde todo el mundo pudiese disfrutar de los productos más golosos y queridos por todo el mundo: los dulces. De este modo, en Celicioso encuentras productos sin gluten, productos veganos, sin azúcar, sin lactosa...En definitiva, una infinidad de productos que actualmente se adecúan a las necesidades de todas las personas. Y eso siempre es de agradecer.
Yo personalmente no necesito nada de eso, pero tengo bastantes amigos y familiares que sí, así que siempre está bien conocer un sitio en pleno centro de Madrid donde puedes pasar la tarde sin tener que estar pendiente de si alguien puede o no comer lo que se ofrece en la carta, porque ellos lo indican claramente en cada producto que hay en ella.
Cuando vayas, asegurate de que tienes hambre. Siempre que he ido tenía la intención de pedirme una sola cosa, pero eso nunca funciona. Cuando ves la carta es imposible elegir entre un batido y un trozo de tarta o un muffin, así que al final acabas pidiendo uno de cada y te dices a ti misma que eso solo lo haces ese día porque llevas toda la semana sin comer dulce. Y es que su variedad es increíble.
La última vez que fui pedí un cupcake de red velvet (que siempre te aconsejan cuando no sabes qué pedir porque es el favorito de casi todos los que trabajan allí) y un batido de plátano (me encantan los batidos de plátano, así que tenía que pedírmelo sí o sí). Mis amigos, como se puede ver en la foto, pidieron un brownie de chocolate que está riquísimo (creo que es de sus mejores productos) y un trozo de tarta que no recuerdo si era de zanahoria o de Santiago (he probado las dos, así que os digo que podéis pedir la que queráis, ambas están para chuparse los dedos).
Los cupcakes cuestan alrededor de tres euros y los trozos de tarta y los batidos, entre cuatro y cinco euros.
Le Pain Quotidien
Le Pain Quotidien es el siguiente lugar del que os voy a hablar. Este es un poquito diferente, ya que no es ni más ni menos que una panadería. Es bastante conocida porque lleva años haciendo pan casero horneado, y su nombre se debe a que realizan el pan que comemos todos los días, el pan cotidiano.
La verdad es que entramos a esta cafetería de casualidad. Una amiga y yo habíamos salido a dar una vuelta por el centro después de clase, y decidimos que era hora de merendar. Por Malasaña tampoco conocíamos demasiados sitios, así que dijimos "¿por qué no?". Y así acabamos allí, en la panadería situada en el número 95 de Fuencarral. Nos pareció muy acogedora. Es pequeña y las mesitas de madera dan a la calle, así que no dudamos en entrar cuando la vimos.
Nosotras queríamos algo caliente acompañado de algo dulce, así que yo decidí tomarme un cappuccino que como podéis ver es bastante grande y un muffin de yogurt y frutos rojos. Todo me costó alrededor de seis euros. Mi amiga, que no es mucho de café, vio la enorme variedad de tés que había y decidió pedirse uno (creo recordar que cuestan lo mismo que los cafés). Lo bueno es que te traen la tetera, así que tienes para más de un vaso (esto también sirve para compartir). También pidió un muffin, este de chocolate.
El caso es que este sitio también vende productos salados. Todavía no he tenido ocasión de probarlos, así que espero (y sé que lo haré) volver en algún momento para pedirme alguna de esas tostas de aguacate o salmón, porque también tienen una pintaza increíble.
Café Van Gogh
Esta cafetería, el Café Van Gogh, está en Moncloa. Paso por allí muchos días cuando tengo que imprimir cosas para la universidad y siempre veo las paredes cubiertas con cuadros del pintor y a la gente sentada tomando un café y algún que otro producto de bollería que tiene buena pinta.
Es cierto que si lo ves desde fuera, el toque a bohemio mezclado con un toque moderno y diferente se ve claro. Pero cuando entras todo ese ambiente se puede ver distraido por la típica barra larga de bar que no esperas que haya en este tipo de cafetería. La sensación que me dio cuando entré fue que el sitio estaba dividido en dos zonas: en un lado la cafetería bonita, cuidada al detalle con los cuadros y los colores a juego, y en otro un típico bar normal y corriente que poco tiene que ver con la ambientación de la otra zona.
Aún así mis amigas y yo conseguimos un sitio para sentarnos en la zona bonita de la cafetería, que ya que íbamos, al menos ver cosas bonitas mientras tomábamos café y nos poníamos al día (nuestra foto claramente es para que veáis la parte bonita del sitio del que os hablo).
Aquí cada una de nosotras pidió cosas muy diferentes. Algunas nos pedimos un café con leche y un croissant, y otras, un trozo de tarta de chocolate que estaba espectacular. Pero sin duda, el producto estrella de esta cafetería, a mi parecer, es la tarta de zanahoria. Tuve ocasión de probarla cuando fui otro día, y la verdad es que me dejó sin habla de lo rica que estaba.
Todas estas cafeterías cuestan todas por el estilo así que siempre acabo olvidando los precios exactos de lo que tomé, pero, igual que la anterior, rondaba los seis euros la bebida más la comida. La carta salada, que también tienen y por lo visto dicen que todo está también buenísimo, no la he probado, así que no tengo ni idea de lo que cuesta, ¡lo tendréis que averiguar vosotros!
(Fotografía sacada de la página web dolcecity.com para que veáis cómo es la tarta de zanahoria)
En definitiva, que si decidís pasaros por esta cafetería, hacedlo cuando sepáis que al menos vais a tener sitio en la zona más bonita, porque es cierto que si tomáis un café en la parte en la que las paredes son de colores, las sillas grandes de madera y los adornos son cuadros de Van Gogh parecerá que vosotros mismos formáis parte de uno de sus cuadros.
Faborit
Esta cadena de bar-cafeterías ya es diferente. La primera que fui acababa de abrir en el centro de Madrid, en Plaza España. Es cierto que todo parecía muy novedoso, las luces eran bombillas colgando del techo, los muebles eran todos de madera antigua y la decoración eran plantas naturales. La gente hacía cola para entrar porque las mesas siempre estaban ocupadas.
Pero eso se acabó en cuanto empezó a convertirse más en un sitio de paso en el que coger algo para llevar que en una cafetería en la que sentarte a tomar algo. Supongo que porque hay gente que busca otro tipo de sitios y no algo que sea tan parecido a cualquiera de los mil Starbucks que hay por la ciudad.
Lo bueno es que con el tiempo también han ampliado la carta. Al principio tenían poca cosa, y la gente iba allí más por tomar un chocolate con churros en pleno invierno (bastante rico, la verdad, todo hay que decirlo) que por otra cosa. Ahora hay mucha más variedad de productos tanto en bebidas como comidas dulces y saladas, y cada persona puede elegir el momento del día que más le guste para pedir una cosa u otra.
Yo en mi caso fui en plena navidad, también buscando algo caliente para combatir un poco el frío de la calle. En un principio también éramos de esos que querían pedir chocolate con churros, pero después de lo que he comentado durante la entrada, decir que nos pueden los muffins no es ningún secreto. Por eso pedimos un café y muffins y trozos de tarta de distintos tipos para probar un poco del de cada uno (frutas del bosque, zanahoria, tarta de calabaza...).
Todo estaba muy rico, es verdad, pero se veía todo un poco artificial, no era como la típica pastelería casera. No sé si me explico, pero los sabores eran de esos que se nota que llevan más colorante y saborizante y por eso lo notas todo tan rico y no quieres parar de comer en ningún momento.
Aun así, para pasar una tarde está bastante bien. Es una mezcla entre una cafetería normal y corriente, como lo puede ser el Starbucks o el Dunkin Donuts, y una cafetería más acogedora y tranquila donde relajarte un rato y entrar en calor.
Mür Café
Por último pero no menos importante os quiero hablar de una de las cafeterías que más me gustan y de la que tengo un poco de morriña: Mür Café. A esta cafetería hace muchísimo tiempo que no voy, y la verdad es que ya me está llamando para que vuelva a pasar allí alguna que otra tarde, porque en su momento fue una de mis cafetería favoritas.
Esta cafetería está situada en la Plaza Cristino Martos número 2. Es importante saber exactamente dónde está, porque si dijese que está situada al lado de Plaza España no la encontraríais nunca. Y es que es un sitio muy, muy pequeñito al que solo llegas si lo conoces o has oído de él o si te da por callejear por allí y la descubres de casualidad.
Quizás una de las cosas que más me gustan de este lugar es lo acogedor que es. Cuando entras y te sientas en alguno de los sofás que hay en sus dos pequeñas plantas o en alguna mesita de madera, justo al lado de la chimenea, con las vistas de la calle desde una ventana de casa antigua, te sientes como en casa. Algunas de las veces que he estado fuera estaba lloviendo, y lo que se agradece tomarte algo caliente mientras ves y escuchas la lluvia desde dentro es inexplicable.
Una de las cosas que más me gustan de este sitios son sin duda los croissants de mantequilla. Cuestan solo 1,40€, y para mí son de lo más rico que hay en toda la carta, aunque siempre sea cuestión de gustos. Además, tienen pocos hechos, así que hay muchas posibilidades de que te toquen los recién horneados.
Las tartas también están todas riquísimas. Yo he probado la tarta de zanahoria y nueces, la de cheesecake con oreo y, como no, la de frutos rojos. Todas están riquísimas y son caseras, además creo que la repostera es francesa. Muchas veces puedes ver cómo preparan los dulces, y eso siempre resulta interesante a la vista. La porción cuesta 4,70€, aunque también puedes pedirlas para llevarte la tarta completa. También se pueden pedir vasos de chocolate caliente o café con nata por encima, y cuestan alrededor de cinco euros.
Sinceramente, creo que he dejado una de las mejores cafeterías para el final. Y es que todavía no he encontrado nada de este lugar que no me guste o sea criticable, porque todo el conjunto me parece maravilloso. La comida está riquísima, el sitio es perfecto y el trato que dan los trabajadores a los clientes es de diez. En definitiva, que apuntéis este sitio para sí o sí.
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