El Carnaval de Maastricht
Si hay algo que he entendido en los cinco meses de Erasmus en Maastricht (que pueden leer en mi blog) es que, aunque los holandeses, por un lado, son muy organizados, detallados y puntuales, por el otro lado, en ciertos aspectos están totalmente locos.
Pero ellos eligen las fechas en las que se "enloquecen" como algunas fiestas, noches y eventos. El más importante de todos es, sin lugar a dudas, el Carnaval.
Normalmente cuando un italiano piensa en el Carnaval se imagina una fiesta para niños que se maquillan y disfrazan, mientras se lanza confeti y se comen tortas y zeppoles. En Holanda, y especialmente en Maastricht, el festival definitivamente no es una fiesta para niños. Además, es la fiesta más esperada del año, incluyendo Navidad o cualquier otra celebración.
Es importante mencionar, sin embargo, que la tradición del Carnaval (al menos según lo que entendí yo) existe exclusivamente en el Sur de Holanda, especialmente en las regiones de Brabante y Limburgo, precisamente donde se encuentra Maastricht.
La tranquila y silenciosa ciudad en la que realicé el erasmus es, en pocas palabras, la reina del carnaval holandés.
Yo no sabía que Maastricht era la sede de una fiesta de tales dimensiones, por lo que cuando empecé a oír a hablar de ella en la universidad me sentí cada vez más interesada. No veía la hora de saber si el famosísimo Carnaval de Maastricht estaría a la altura de las expectativas.
Lo primero que me sorprendió del Carnaval de Maastricht fue su cronología: de hecho, este empieza oficialmente el 11 de noviembre a las 11 (es decir, el 11/11 a las 11) que es el momento en el que se elige el "Príncipe del Carnaval". El mismo día, el príncipe recién nombrado se encuentra con el "Consejo de los once" que se encarga de la organización de los eventos relacionados con el Carnaval. Obviamente, la repetición del número once no es casual: de hecho, como descubrí, el 11 es el número asociado con la locura y los bufones.
Ese día el centro de la ciudad fue literalmente inundado por un río de gente. Sin contar a los curiosos (como nosotros) que se divertían fotografiando a los participantes del evento, la gran mayorías de las personas usaba disfraces realmente absurdos. Algunos encarnaban a personajes históricos, actores y animales, y otros representaban objetos inanimados y plantas (por ejemplo, me acuerdo especialmente de un señor disfrazado de césped que usaba incluso un cartel que indicaba que estaba prohibido hacer necesidades sobre él).
Quedé realmente sorprendida cuando me di cuenta de que aquellas personas que participaban más intensamente y que, por lo tanto, se habían esforzado más en los disfraces, eran adultos de cuarenta o cincuenta años en adelante. Creo que, probablemente, si hubiera mirado bien, hubiera podido reconocer a alguno de mis profesores.
La misma escena se repite prácticamente igual hacia la mitad de enero, con una gran procesión de gente disfrazada de las formas más divertidas y dispares que atraviesa la ciudad.
Las celebraciones verdaderas (porque descubrí que lo que yo vi era un simple ensayo) inician el domingo de Carnaval y terminan el Mardi Gras. Nuevamente las calles del centro se llenan de holandeses enmascarados y los edificios se decoran con serpentinas y globos amarillos, rojos y verdes, los colores del Carnaval holandés. A propósito, muchas personas que participan también usan bufandas y calcetines de estos colores.
El domingo llega el Príncipe a la Estación Central y lo sigue un desfile hasta la plaza del municipio (el Markt, al cual le dediqué un post en la sección "Lugares) en donde se disparan once balas que indican el inicio de las celebraciones. En ese momento, el príncipe debe subir a un vehículo, empuñar un bastón y, bebiendo una jarra de cerveza, gritar "Alaaf" (que en holandés significa "once"). La fiesta prosigue sin ningún tipo de interrupción hasta la medianoche de Mardi Gras, cuando el Príncipe debe entregar las llaves de la ciudad.
En ese momento, el príncipe regresa a la estación acompañado por los consejeros. Los símbolos del Carnaval son arrojados al Mosa (el río que atraviesa a Maastricht), enterrados o quemados, simbolizando la voluntad de esconder los jolgorios que preceden a la Cuaresma. Además, los habitantes de Maastricht suelen comer heering biete, es decir, arenques salados y pan para redimirse de los anteriores días de locura y cerveza.
Desafortunadamente, yo tuve que regresar a Italia antes de las celebraciones finales del Carnaval. Sin embargo, la prueba que tuve entre noviembre y enero fue suficiente para que entendiera que me encontraba en una ciudad única que no tenía nada que ver con la Maastricht aburrida y poco interesante que me había imaginado antes de iniciar el viaje.
P. D. No tengo casi fotos del Carnaval. De hecho, en esos días pensaba que el mejor modo de recordar esos eventos absurdos era haciendo filmaciones de vídeo que obviamente conservo pero que no puedo postear. Por lo tanto, incluyo otras fotos de Maastricht, porque, además, en esta espléndida ciudad hay muchas cosas que ver y hacer.
P. D. Si quieren saber más sobre Maastricht (sobre bares, discotecas, plazas, organización de la universidad, alojamiento y muchas otras cosas), pueden consultar mi blog: allí seguramente encontrarán toda la información que necesiten.
Galería de fotos
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- Italiano: Il Carnevale di Maastricht
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