La niebla y la basílica de Notre Dame

La niebla y la basílica de Notre Dame

Viernes 16 de noviembre de 2012

Hoy fue un día frustrante y con eso me quedo corta. Me costó mucho salir de la cama, estaba tan calentita y estaba tan a gusto... A pesar de que ayer me pasé el día entero pensando en qué podría hacer hoy, que tenía el día libre, no se me ocurrió nada, así que decidí que podía ir a Lyon de turista y así dejarme llevar por su encanto.

No hacía muy buen tiempo así que me pasé la mayor parte del día posponiendo las cosas que tenía pensado hacer para el día siguiente mientras esperaba con ansia que se fuera la niebla como se fue ayer y que más tarde saliera el sol, según las predicciones del tiempo de mi móvil. Aunque ya empezaba a dudar de lo fiable que era lo que me decía el móvil.

Bueno, me vestí y recogí las cosas para coger el autobús que sale de Bellecour. Como era viernes por la tarde había mucha gente. Tuve que agarrarme bien para no caerme sobre los demás cuando íbamos cuesta arriba por las sinuosas calles de la ciudad. Allí me encontré con un amigo que hacía tiempo que no veía.

Una vez ya en Bellecour me puse a buscar donde comprar cosas para mi cámara. Esta vez tenía que comprar pilas. Aunque esta vez se me olvidó ponerle cinta adhesiva a la tapa, así que me pasaría el día entero pendiente de que no se salieran.

Fui a la zona de tiendas de la plaza Bellecour y encontré bastantes cosas que me hacían falta. Empecé por la calle Rue de la Republique, donde los vagabundos permanecían en sus sitios de siempre, entre ellos un hombre del que no me olvidaría jamás. Siempre estaba sentado sobre una manta enorme desde donde le pedía dinero a la gente y jugaba partidas de ajedrez. Tiene un tablero de ajedrez y dos sillas de las que te sirven para irte de acampada. No se cuánto dinero le pide a la gente pero lo más raro es que tiene dos gatitos atados con una correa. Los gatitos se pasan el día sentados a su lado con un bol de comida para gatos delante.

En ese momento no tenía del todo claro qué quería hacer. Tenía en mente volver al albergue donde estuve cuando vine en agosto a Lyon para hacer fotos para el blog, el Cool & Bed.

Pero también tenía planes para ir a Vieux Lyon y ver el Museo galo-romano, la basílica de Notre-Dame o la catedral de Saint Jean.

Me tiré mucho tiempo en el albergue hablando con una mujer que trabajaba allí. Me gusta mucho ese sitio porque representa el comienzo de mi viaje como estudiante Erasmus. Al salir del Cool & Bed aún seguía nublado y aún había mucha niebla.

Al final decidí ir a la basílica de Notre Dame y después a visitar los teatros romanos de Minimes y ver el museo de allí.

Como había tanta niebla era imposible poder disfrutar de las vistas tan espectaculares que se ven desde la colina de Fourvière cuando el cielo está despejado, se pueden llegar a ver los Alpes y el Mont Blanc. Pero hoy era imposible.

Fui a la basílica y vi que era un edificio enorme que estaba en obras. Lo había visto ya cuando vi la ciudad entera desde arriba. La fachada del edificio era blanca y preciosa, estaba decorada con estatuas como de la Virgen María de oro. El edificio en sí es una obra de arte. Los que la construyeron no se dejaron ni un solo rincón sin decorar.

El interior de la basílica era algo diferente porque había un montón de andamios y casi todo estaba en obras, pero me quedé de piedra con lo que pude ver por la cantidad de detalles que tiene, como la fachada. Pero la verdad es que fue un poco decepcionante encontrarse todo en obras.

La basílica contaba con todo distintos tipos de arte, tanto cuadros de motivos religiosos como vidrieras y complejos mosaicos en las paredes y e incluso en el suelo. Supongo que los mosaicos demuestran que durante el siglo XII los romanos también influenciaron al pueblo lionés.

Me costaba imaginar la cantidad de esfuerzo y de tiempo que tuvieron que emplear para construir la basílica y todo aquello que se le ha ido añadiendo con el paso del tiempo. Tiene mucho mérito que construyeran la basílica sin las herramientas y las tecnologías que tenemos nosotros en pleno siglo XXI.

No tuve que pagar para entrar a la basílica pero sí que pagué cincuenta céntimos por un panfleto que está disponible en varios idiomas y tiene información sobre la basílica. Fui una buena estudiante Erasmus y me compré el panfleto en francés. No pasé mucho tiempo allí porque era un poco decepcionante ver todo en obras, pero entendía que hicieran falta. Al final no fui al Museo galo-romano porque no quería que se me hiciera tarde y volver a casa de noche. Pero bueno, así tendría una excusa para volver a la colina de Fourvière cuando hiciera buen tiempo.

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