Estaba yo con la goma de pasar de un país a otro en bicicleta, y qué mejor opción que Bélgica y Luxemburgo, siendo países tan pequeños sería "fácil" hacer la travesía.
Salí de Lieja temprano para encontrarme con mi amigo en Namur y de ahí ir a la frontera con Luxemburgo (Arlon) en tren, para comenzar nuestra travesía ciclística en un continente completamente desconocido para nosotros.
En cuanto nos bajamos del tren sentíamos la adrenalina por subirnos a las bicicletas y pedalear por horas hasta llegar a Vianden, un pueblo de Luxemburgo ubicado en la frontera con Alemania, donde esperaba una de las mejores vistas del mundo desde el castillo en la montaña.
Arlon es un pueblo muy pequeño, con su iglesia en el centro y unas cuantas cuadras a la redonda. un par de kilómetros más adelante está la frontera con este pequeño país que muy poco sabemos los latinos de él. Lo que descubrí a primera vista es que tiene mucho dinero, porque sus carreteras son impecables (sin un hueco) y los autos que ves allí no tienen nada que ver con los que ves en Bélgica.
No recuerdo bien si era sábado o domingo, pero teníamos la esperanza de conseguir restaurantes al pasar por varios pueblos que teníamos en nuestra ruta. Sin embargo, al pasar el tiempo y los kilómetros, descubríamos que este país es de cerrar los negocios muy temprano, sobre todo en fines de semana, y nos tocó conformarnos con las galletas dulces que llevábamos en nuestras mochilas para pasar el hambre de horas de pedaleo.
En un punto en que el hambre ya era insoportable, después de al menos 5 horas de pedal por la montaña, encontramos una gasolinera, donde había un pequeño restaurante de salchichas alemanas donde por supuesto comimos como cerdos.
Valga anotar que no somos ciclistas profesionales y al estar en un país nuevo nos hemos tomado nuestro tiempo en recorrer los casi 100km de oeste a este en un solo día.
Finalmente hemos subido la última montaña, que a estas alturas ya se hacía imposible y dificil, aunque comparada con palmas en Medellín o la Calera en Bogotá, no tiene nada que ver. En todo caso, ahí lo vimos, nuestra primera impresión de Vianden: el castillo!
No puedo describir la felicidad tan inmensa que sentimos al llegar a este pequeño paraíso entre las montañas, de donde se alcanza a ver ya la hermosa tierra alemana, rodeado de casitas como de pesebre navideño colombiano. Espectacular.
Cuenta la historia que en tiempo de guerra los alemanes en la batalla de las ardenas perdieron su lucha en este lugar, cuando los aliados aprovecharon la ventaja estratégica del castillo para acabar con un gran número de alemanes.
Este pueblo es muy tradicional, y tuvimos la gran suerte de ir justo el día del año que realizan una actividad entre dos bandos, en la que prenden una gran fogata y se van con bolas de fuego hasta el centro, encontrándose en el puente. No sé muy bien su significado, pero fue una experiencia genial.
Es un lugar maravilloso, que merece la pena visitar, incluso tomarse el tiempo de recorrerlo por algunos días. Se encuentra a tan solo 10 minutos de Alemania (en bicicleta), por lo que puedes hacer cruce de frontera fácilmente (ahora estoy en Alemania, ahora estoy en Luxemburgo).
Y para terminar nuestro recorrido, otros 80 o 90 km hacia el sur para ir a la capital (Ciudad de Luxemburgo) y descubrir las maravillas que tiene por ofrecer. una ciudad hermosa, con sus fortalezas, castillos y paisajes. Visitar a los duques y hacerle muecas a los guardas!!!
