El zoo de Luján
Este curioso zoo se encuentra en la ciudad de Luján, cercana a Buenos Aires. Un día por la mañana salimos pronto de casa mi compañera mexicana y yo para dirigirnos a este sitio en un micro o colectivo, que es como se llaman en esta ciudad a los autobuses.
El colectivo lo encontramos cercano a la parada de Subte -metro- de la línea verde, en la parada llamada Palermo, curisamente, frente al zoo de Buenos Aires, en los bosques de Palermo. El precio es de unos nueve pesos, aunque seguro que con la inflacion de Argentina el precio ha aumentado. Es importante llevar este dinero para la ida como para la vuelta (otros nueve pesos o nueve pesos y medio, un euro y medio al cambio) en monedas, puesto que en el autobús se tiene que sacar el boleto en una máquina que solo funciona con ellas, o bien comprarlo en el quiosco que tenemos al lado de la parada del autobús, dirección Lujan, con mucho cuidado de no llegar hasta el pueblo, pues se encuentra antes de llegar.
El viaje duró poco menos de una hora, y nos dirigimos emocionados hacia la entrada. El precio de este zoo es de 150 pesos (25 euros) pero todo tiene un pequeño truco: el certificado de estudiantes con el correspondiente visado del país, el cual con enseñarlo en la puerta te permitan la entrada por tan sólo los 50 pesos argentinos, al cambio no llega a los 10 euros, por lo que la diferencia es muy grande, siempre que se viaje a cualquier lugar es muy importante llevar este papel, siempre te ahorra unos euritos, bien original o fotocopia para no perderlo, en todos monumentos, parques nacionales o naturales... ¡no lo olvides nunca!
Entrando en el zoo todo nos parecía muy extraño, pues ni mi compañera ni yo estabamos acostumbrados a ver a este tipo de animales y mucho menos a entrar a jugar con ellos.
Pues bien, los primeros animales a los que visitamos fueron los pumas, grandes y pequeños, a los cuales incluso nos dejaron darles el biberón, ¡no nos lo podíamos creer! Cierto es que las condiciones en las que se encontraban los animales no eran las mejores del mundo, sino que incluso daban un poquito de pena... pero bueno, ya nos encontrabamos dentro.
Lo siguiente que visitamos fueron los leones pequeñitos, que no paraban de saltar y jugar, y esos si que pegban buenos mordiscos, aunque menos mal que eran peqiueños. Despues había algunos leones marinos, leones grandes (que realmente daban mucho miedo,. pero que ahí estábamos tocándolos), jirafas... entre algunos coches históricos argentinos como el Ford Falcon, sobre todo por la última dictadura, que era e coche usado por los oficiales. Y pensaréis, ¿qué hacían todos esos coches en el zoo? pues la explicación es muy sencilla, y es que, también era una especie de museo donde había coches, una inmensa coleccion de tractores... vamos que todo era muy extraño, como anteriormente ya os dije.
El siguiente paso era visitar a los tigres de bengala. Esto fue lo más curioso y lo más emocionante de esta pequeña escapada de un día de duración al zoo. Al dirigirnos a la valla pensábamos que en ella no se podría entrar, como nos parecía natural pero rápidamente un señor nos dijo que entraramos a estar con los tigres. Eran inmensos, grandísimos, y nada más entrar nos hicieron un corro y nos encontrabamos asustadisimos, pero poco después se acerc acercaron sigilosamente y comenzaron a chuparnos las piernas. La sensación era muy rara, pues su lengua era muy áspera y parecía que nos mordían, no se si no tenían saliva o que es lo que ocurría, pero ¡era todo muy extraño! Despues los tocamos y jugamos con ellos hasta que llegó el momento de salir y continuar con la visita.
La siguiente parada fueron unas tortugas de tierra bastante grandes, que no paraban de mordernos las chancletas como locas y después un paseo en un dromedario y la visita a los elefantes.
El paseo con el dromedario se hizo demasiado corto, pero bueno, ¿qué podiamos pedir por tan poquito dinero? Lo mejor del animal fue que pudimos darle unos panecillos de comer y que nos llenaba de babas, igual que después con los elefantes, a los que dimos un par de zanahorias cada uno, cogiendolos con la trompa, llenandonos completamente de babas, incluso más que el anterior.
Pues con esto poco más quedaba de ver, llos tucanes, que fueron los que más me gustaron de todos, con su plumaje tan llamativo y vistoso, son realmente bonitos, además de los monos, que no paraban de saltar y jugar, y los loros.
Así que la visita se encontraba próxima a finalizar y nos fuimos a comer el típico choripan bonaerense en el restaurante del zoo, y después a ver a los flamencos muy de cerca (siempore que quise acercarme en cualquier otro lugar se iban, pero aquí los teníamos rodeados completamente) así que fue un final muy bonito.
Al salir vimos algunos de los tractores de coleccion como ya dije, y algunos vehículos usados durante la dictadura, como grandes camiones, etc. Con todo esto la visita se terminó, jugando con los perritos que los dueños tenían en la entrada y avistando a los ciervos desde la valla mientras nos dedicábamos a esperar al autobús para volver a casa, que la verdad es que se demoró bastante, pues se supone que no pasa más de una vez a la hora, pero que aún así tardo bastante más Otro día continuaré contando las aventuras de mi intercambio en Buenos Aires, que paséis un buen día, ¡hasta mañana!.
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