Zurich inseguros: Because Shit Happenz
Si creías que Zúrich era una ciudad segura por la famosa compañía de seguros Zurich y su eslogan “Because Change Happenz” estabais muy equivocados. Tres amigos y yo nos aventuramos a alquilar un coche para dos días y visitar Zurillo, digo Zurich, y Lucerna.
Si yo ya de por sí me desubico un poco cuando voy de viaje, imaginaros un viaje dentro de otro viaje (el Erasmus). Bien ahora dejad de imaginar y seguid leyendo. Por si fuera poco casi pierdo el norte en una estación de servicio que paramos de camino ya llegando a Zurillo. Mis amigos me esperaban en el coche mientras yo sacaba dinero en el cajero y al salir al exterior vi que ni el coche ni mis amigos estaban, me recorrí el parquin arriba y abajo y pensando que era una broma les llame para que vinieran ya. Ellos me decían que estaban todavía en el coche esperándome y se pensaban que yo era el que les hacía la broma.
Solución del acertijo: Había dos salidas totalmente idénticas, una a cada lado de la autopista. Qué tonto soy, me dije.
Llegamos a Zurillo y nos cagamos en todo del frío que hacía, -10 ºC, pero con una sensación térmica de -80º C. Nunca en mi vida había pasado tanto frío. Tanto era así que prefería ir cojo con una pierna a doblar los dedos de uno de los pies. Íbamos casi sin saber qué hora era, nadie tenía pelotas a sacar las manos de los bolsillos para mirar el reloj y preferíamos preguntar o esperar a ver algún reloj en alguna fachada.
La ciudad es de locos. Nunca en mi vida había visto tantos locos en tan poco tiempo. Personas fumando y moviéndose como auténticos robots, otras chillando en medio de las calles con plumas de gaviotas en las manos, pero sobretodo la que se llevó la palma fue la encargada del parquin dónde dejamos el coche. Sí, también nos cagamos en todo de lo caro que era aparcar y de no encontrar un solo aparcamiento gratuito por la ciudad. Mitad del presupuesto del viaje se fue en párquines.
Íbamos a pelo, es decir con ropa pero sin hotel ni nada, y siempre estábamos en busca de lavabos gratuitos donde hacer nuestras necesidades, teníamos sólidos motivos. Y es que la comida rápida es lo que tiene, también es cagada rápida. Así que usábamos cada dos por tres los lavabos que ofrecía la cadena de supermercados en Suiza: Coop.
Por la noche vimos la semifinal del Barça-Valencia en un bar español y decidimos salir de fiesta. Y lo que nos costó encontrarla… Al fin después de la fiesta nos fuimos a dormir a nuestras camas: los asientos del coche. Entramos a lo Splinter Cell en plan comando para que nadie nos viera entrar en el párking, ya que no estábamos muy seguros de la legalidad del asunto.
Después de montar nuestro particular habitación en el coche y cuando ya llevábamos durmiendo un par de horas, apareció la reina de las locas: La dueña del parquin. Tenía una furia que daba miedo, nos despertó dándonos golpes con la mano en las ventanas, en un primer momento pensaba que nos querían robar o algo parecido, parecía que nos dieran con martillos. De ahí empezó el hit de la noche, una infinidad de veces siempre repitiendo lo mismo chillando como una loca: “¡It’s not allowed to sleep in the car! ” (“No está permitido dormir en el coche”).
La tía parecía la loca de los gatos de los Simpson, tiraba los papeles que llevaba en la mano en el suelo descaradamente, iba de un lado a otro del coche, los ojos se les salía de las órbitas, las venas del cuello hinchadísimas, era una pasada como se puso, como si hubiéramos matado a unos de sus gatos. Nos alertó de que iba a llamar a la policía y decidimos ir a por el ticket cagando leches hasta la primera planta. La tía nos seguía por las escaleras a dos palmos nuestros repitiendo todo el rato lo mismo y añadiendo de vez en cuando “¡No discussion! ” cuando argumentábamos nuestra situación de pobres. Se colapsó tanto que en una de estas nos llegó a sacar el dedo corazón. Posiblemente el único corazón que tenía.
En cuanto tuvimos el ticket arrancamos y fuimos subiendo rampa a rampa derrapando en plan huida de película como si realmente hubiéramos cometido algún delito gordo. Parecía realmente que se estuviera rodando una película de acción. Al salir uno de los nuestros no dudó en devolverle el dedo mientras se escuchaba de fondo el hit de la noche: “¡It’s not allowed to sleep in the car! ”. Creo que aprendió antes esta frase que decir “papá”.
Pero no todo había acabado. Parecía que todo Zurillo se había vuelto en nuestra contra. No paraban de pitarnos cuando estábamos más de un segundo parados en el semáforo, en una de estas me imaginaba que se bajarían del coche y nos empezarían a empujar el nuestro echándonos de la ciudad. Así que decidimos mandar Zurich a la mierda y volvimos a la estación de servicio del principio. El único sitio a la redonda de 40 km donde se podía aparcar gratis. Bueno máximo 4 horas, pero decidimos jugárnosla y estar más, a la espera que saliera el loco de la gasolinera y echarnos otras risas.
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