Verona (y algo de París)

Érase una vez una ola de frío y una chica con ganas de viajar. Érase una vez una ciudad marcada por una obra de Shakespeare y otra en los que sus principales atractivos destacan por su belleza pero no por su funcionalidad.

Ambas suelen relacionarse con el amor. Ay el amor, el amor...

Esta semana ha sido bastante movidita en cuestión de viajes. Primero fue Verona y ahora París. El cuatrimestre pasado apenas viajé y ahora tengo unas ganas enormes de trotar por el mundo sin parar. Sin embargo, ni en mis mejores sueños habría imaginado visitar dos de las ciudades que más deseaba ver en menos de una semana. Sé que Verona y París son muy mainstream, pero soy un poco ñoña así que mis tontas ilusiones siempre han estado marcadas por el cine y literatura romántica (Amelie, Romeo y Julieta, Paris Je t’aime…).

El viaje a Verona fue express. El martes habíamos decidido ir y empezamos a mirar los horarios de los trenes, los precios más económicos... Sin embargo, esa misma noche nos convencieron (de forma cruel y sanguinaria) de que no fuésemos porque “no tenía nada;. Total, que nos vimos al día siguiente a las 10 de la mañana tiradas en la cama sumidas en la depresión. Tras pedir encarecidamente que nos dejasen Romeo y Julieta (película) sin éxito, terminamos viendo otra de la que no merece la pena acordarse. Ir a Verona se había convertido en una cuestión de orgullo.

El jueves ¡por fin! partíamos a Verona (en el tren caro debido a nuestro marmotismo).

Y me encantó. Es cierto que no es una gran ciudad y que no tiene lugares espectaculares pero los edificios y las calles conservan un aire antiguo que les hace especiales a los ojos de alguien que mira con atención. Creo que lo que más me gustó fue la zona del río que bordea la ciudad. Os quedaríais mirando las vistas durante horas si no hiciese tanto frío. Las iglesias, los palacios, las luces amarillas que se reflejan en el río.

Y nuestra carta a Julieta. Nuestros chicles...

Pero eso ya va para el segundo capítulo :) Un saludo erasmuseros!