De vuelta a casa.
(Haced como si el anterior post no hubiese existido. Gracias).
Cuando iba en el autobús que me llevaba desde el aeropuerto de Malpensa a Lugano abrí el libro que me estoy leyendo (La Ladrona de libros) y el próximo capítulo que me tocaba leer se titulaba “De vuelta a casa”. Enseguida, miré por la ventanilla del bus y me dije a mí misma que sí, que estaba de vuelta a casa. Estaba de vuelta a esa ciudad que formará por siempre parte de mi vida.
Cuando estuve delante de la Torre Eiffel me sentí muy pequeñita ante aquel majestuoso pedazo de metal. No entendía por qué, pero no pude dejar de verla durante un largo rato. Sin embargo, cuando miré por la ventanilla de aquel bus y vi la nieve que parecía esconderse en las montañas, los árboles con sus larguísimos y decrépitos brazos, EL lago. El lago y mis enormes ganas de meterme en él. La sensación fue diferente.
Como me dijo una amiga el otro día, Lugano es una ciudad en la que no es difícil hacer fotos preciosas. Cualquier moderno con reflex (y con pocas habilidades fotográficas) se sentiría en la gloria.
“Pero si Lugano no tiene nada, no ha aportado nada al mundo”.
Te equivocas.
Sandra ya os contó 10 cosas que debéis saber sobre Lugano. Yo, os contaré unas cuantas razones por las que Lugano merece ser considerada ciudad digna de cualquier Erasmus.
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