Bebedores pasivos e impasibles de cerveza

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Ganamos con clase. Sólo nos faltaba haber ido con traje y corbata. Hasta los organizadores nos lo supieron reconocer. Fue quizás ese punto de humildad que tuvimos lo que nos hizo llegar tan lejos. En todo momento mantuvimos la cabeza fría (aun con el calor que hacía) y supimos controlar nuestra euforia ronda tras ronda. Siempre nos íbamos diciendo “haber llegado hasta aquí ya es todo un logro, no pasa nada si perdemos ahora”, “tranquilo, como si nos meten tres seguidas ahora, podemos remontar”, “no le hagas caso, tómate tu tiempo”, etc.

Y así sucede en la vida real también. Will y yo esa noche nos llevamos mucho más que ese trofeo (vale, también nos llevamos 3 litros de cerveza cada uno). Comprendimos que siempre es bueno fijarse algún objetivo, pero nunca obsesionarse con él ni dar por hecho que lo vas a conseguir. Tampoco exigirse demasiado uno mismo, así se evitan decepciones. Es mejor proponerse un objetivo razonablemente fácil de conseguir e ir sorprendiéndote a tí mismo de cómo vas progresando. En definitiva, hay que ir paso a paso, siguiendo tu propio instinto y actuando según como eres, sin dejar que otras personas que no quieren tu bien interfieran en tu camino.

¡Post! Digo, ¡Prost!

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