Destino: LHR

Mi papá, me fue a dejar en el aeropuerto, entre lágrimas y abrazos nos despedimos. Las vueltas de la vida... Él, después se iba a una reunión de trabajo yo, a tomarme un avión...

Con 17 años yo empezaba mi primer viaje sola y de nada menos que de nueve meses de duración. Cruzaba migraciones con ese miedo latente de no poder viajar, por no tener los papeles en reglar, haber olvidado el permiso, pasaporte o algo. Esos miedos infantiles que se le tiene a la policía o, en este caso a la gente de migraciones, que básicamente también jugaban un papel en mi futuro!

Como siempre, nada de eso pasó, solo quedó en eso, un miedo infantil. Llegue a la puerta con destino, Santiago de Chile. Para este punto a pesar de la tristeza, la emoción me cosquillaba. Ese hermoso sentimiento de subir y pisar un avión volvía a mí; donde nunca me importó si estaba las 24hs sentada en esos asientos de 2x2, sin siquiera estar del lado de la ventana, yo siempre disfruto del viaje, del simple hecho de estar viajando a miles de metro de altura entre las nubes.

Crucé la cordillera con sus picos nevados y en una hora y moneda ya estaba en suelo chileno. Dos horas de espera y ya la última escala en San Pablo. 

Deseaba que esa conexión fuera eterna, que ningún otro vuelo me alejara más de mi casa, que eso solo haya sido un hermoso viaje en avión, los cuales tanto disfruto, pero que tenga como destino el mismo lugar de partida, mi Buenos Aires querido.

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