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Erasmus en Eslovenia


Mi aspiración académica fue la continuidad de mi desarrollo personal. Esta experiencia me permitió demostrarme muchas cosas a mí mismo, como mi habilidad para adaptarme a cualquier situación, traspasar la barrera del lenguaje, aprender de los demás, ser más autónoma y responsable, y, sobre todo, me permitió vivir un nuevo comienzo.

Elegí Eslovenia de forma aleatoria. No porque no tuviera otro sitio al que ir, sino porque buscaba un lugar nuevo y diferente a lo que todo el mundo quería y conocía. Eliminé desde un principio el Reino Unido, España, Finlandia, Estados Unidos y muchos otros. Entonces, miré las asignaturas que ofrecía la facultad de económicas de Ljubljana, y encontré algunas que encajaban con mi programa de estudios. Casi nadie sabe situar este país en el mapa. Normalmente situamos Eslovenia entre Lituana y Letonia, y es exactamente por eso por lo que me atrajo ese país. Buscaba una nueva vida, nuevos horizontes, y realmente encontré todo lo que quería.

"Feel SLOVEnia". Este es el lema de Eslovenia, el maravilloso destino donde pasé un fabuloso año. Nada más poner un pie en su capital, me sentí como en casa. Fue como un relámpago.

Mi viaje se convirtió rápidamente en una aventura en la que tuve la oportunidad de visitar gran parte de Europa, un continente del que no sabía mucho.

Aunque soy francés, nací en Costa de Marfil y viví en el este africano durante 18 años. Para mí, Europa era desconocida, y el Erasmus fue el momento perfecto para descubrirla.

Viajando por Eslovenia, Italia, Alemani, Hungría, Austria, Serbia, Bosnia Herzegovina, Croacia y Montenegro, descubrí cosas que nunca había imaginado. Sobre los países balcánicos sabemos acerca de la guerra que les sacudió no hace mucho, pero no me esperaba encontrarme con lugares pobres en Europa, como estaba acostumbrado en África. Sin embargo, este choque cultural fue olvidado rápidamente con los alucinantes paisajes y la amabilidad de la gente.

Hablando sobre Eslovenia, ¿me creerían si les digo que sería un sitio en el que me gustaría vivir?

La tenue luz de los cafés a lo largo del río de Ljubljana que te lleva a una relajamnte y romántica atmósfera, la iglesia rosa de la plaza Preseren, que te da la impresión de estar en Disneyland, todas las iglesias de la misma belleza, las pistas de esquí a 30 minutos del centro en coche, la cocina abierta cada viernes de marzo a octubre que aporta esas buenas vibraciones a la ciudad, todos los festivales que se organizan a lo largo del año, la magia de las luces de navidad que visten la ciudad, y la nieve cayendo haciéndola todavía más mágica. El castillo supervisando la ciudad desde su colina, cambiando de color durante el año, los famosos tres puentes y el puente del dragón, el color traslúcido del río Soca, las excursiones a Triglav, la sorprendente vista sobre el cielo desde Velika Planina, el alocado distrito de Metelkova, los zapatos colgando en las calles, las fiestas cada lunes en el bar del parlamento, el mercado cada mañana con productos frescos, la belleza del parque de Tívli en otoño...Eslovenia está llena de sorpresas.

Por ello, estoy de acuerdo en que Ljubljana es una pequeña capital europea con tan solo 280000 habitantes. Y sí, se puede visitar en un solo fin de semana. Pero, de verdad, ¿cómo puedes aburrirte de un lugar tan bonito? Esta es la razón por la que me parece tan atractivo. Puedo asegurar que se pueden pasar horas y horas sentados a la orilla del Ljubljanica, disfrutando del ambiente.

Hoy, pienso en todo esto con mucha nostalgia, pero también con mucha alegría. Tuve una gran sensación de bienestar. Los amigos de todas las nacionalidades que conocí y quise hicieron de mi experiencia la más bonita e intensa aventura de mi vida.

Me levantaba cada mañana para ir a clase con mi compañero de habitación inglés, veía a mi novia portuguesa en clase, tomaba un café con mi mejor amigo Serbio en el descanso, iba a clase de bachata con mi amigo mexicano, bebía con mis amigos eslovacos en Borovnice, cenaba con mis amigos alemanes, y después iba a la discoteca, donde me encontraba con mis amigos escoceses, letones, australianos, franceses, y muchos más. ¿No era una vida perfecta?

Supongo que se habrán dado cuenta de que me quedé prendado del encanto de Eslovenia, y que me encantaría volver. Hoy, seis meses después, siento que una parte de mí sigue viviendo allí, y no me está siendo fácil dejarlo atrás. Ljubljana y todos sus recuerdos no me van a abandonar nunca, y la hisotria no ha terminado aquí... Volveré. LJ



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