Mi segundo hogar

Cuando me dicen que una persona siempre vuelve a los lugares donde ha sido realmente feliz, pienso en tí, Lisboa.

No sé si ha sido tu cultura, tu gente, tu gastronomía, si ha sido cada uno de tus mágicos miradores, lo que hace que cada día sienta saudade de tí.

Tan sólo me han bastado cinco meses para sentir que mi segundo hogar está allí, y que siempre estará esperándome. Y entre tanto, yo esperando cualquier oportunidad a la que aferrarme para volver a pasearme por esas calles que atrapan, esas cuestas que parece que nunca acaban y que, en el fondo, querría que fuesen eternas.

Y aunque sienta que el tiempo de espera me consume, volvería una y mil veces a esa cola de autocarro.

Vale, no voy a mentir. No todo fue tan bonito como parece al leer estas frases. 

Un buen día del mes de Septiembre del 2015 cogí mi equipaje (seguramente más del imprescindible) y me monté en un avión yo sola. Llegué a un país desconocido que, aunque cerca del mío, muy diferente. Al principio me sentí sola. Y no hay peor sensación que sentirse sola, cuando estás rodeada de gente.

Pero, como ya os imagináis, Lisboa no iba a permitir que eso continuase así. Me adapte a la cultura, al idioma, a las prisas del metro, a las sonrisas de la gente portuguesa, a sus cafés, a su bacalhau cocinado de diversas formas, a su olor, a la locura del tráfico.

Y sí, también conocí a gente maravillosa que, aunque he perdido su rastro, se que allá donde estén, recordarán Lisboa con el mismo cariño con el que lo hago yo.

Aquellos cinco meses pasaron volando. Y llegó el día de volver a casa. Como ya dije, puede que llevase un poco más equipaje de lo necesario, así que eso me pasó factura al volver. 

Pero hubo una maleta que, aún llevándola llena, no pesaba. La de los recuerdos. La de los recuerdos que no se borran de mi memoria por mucho tiempo que pase. La de los recuerdos que sé que seguirán creciendo. Porque, querida Lisboa, esto tan sólo ha sido un hasta pronto, hasta muy pronto.

Gracias por ser mi hogar. Gracias por acogerme con tanto cariño. Gracias por enseñarme todos tus rincones. 

Gracias, y hasta pronto.