Lisboa, el tesoro redescubierto

Lisboa esta de moda, y su encanto no es para menos. La capital portuguesa ha dejado de ser una ciudad ruinosa y atrasada para convertirse en un destino turístico y cosmopolita con una belleza inigualable. 

Hace dos veranos pude ir a Lisboa y me cautivó. Nos hospedamos en el barrio Baixo-Chiado, el centro de la cuidad y lo primero que empezamos a ver. Paseamos por la Praça do Comerçio, a orillas del Tajo y donde hay unas fotoz preciosas, pasamos por debajo del Arco del Triunfo (al que se puede subir para ver una panorámica muy bonita de la ciudad) y por la Rua Augusta, con un montón de tiendas y restaurantes con terraza donde comer. Cerca de allí, por la Praça do Rossio me tomé en un café centenario unos Pasteis de Belem deliciosos. 

Cerquisima de esta plaza se encuentra el Elevador de Santa Justa, un ascensor de 45 metros que tenía la fachada en restauración. Tras montar en el hay que subir unas escaleras de caracol para acceder al mirador que se encuentra justo encima de él, y desde el que se ve el Castillo de San Jorge, la Catedral y el Tajo con su pintoresco Puente rojo 25 abril.   

Desde allí caminamos hasta la Plaza Luis de Camões, el lugar por donde más tranvías amarillos antiguos -y nuevos- pasan y desde donde se puede coger el mítico tranvía 28 para hacer un recorrido turístico por toda Lisboa.

Desde allí se puede subir andando al Barrio Alto, la zona de marcha, con un montón de tabernas y bares y que tiene un ambientazo singular por la noche. De todas maneras, mi consejo para salir de fiesta: 

Al día siguiente fuimos al barrio de Belem. Si miras desde la Praça do Comerçio hacia el Tajo, Belem esta hacia la derecha, justo cuando el Tajo desemboca en el Atlántico. Es un barrio precioso, con el majestuoso Monasteiro dos Jeronimos, el cual es precioso por fuera, pero merece la pena pagar la entrada para ver también las estancias y el claustro, que es espectacular. 

En frente, justo a la orilla del río está el Padraõ dos Descubrimentos, un monumento de piedra edificado en honor a los descubridores y colonizadores portugueses de America y Africa. Al lado está la Torre de Belem, su monumento más conocido y turístico, una fortaleza pequeña dentro del Tajo construida para proteger la entrada a la ciudad. Desde aquí se puede ver también a la derecha el Puente 25 de abril, imponente de hierro rojo como el Golden Gate de San Francisco. 

Por la noche volvimos andando para cenar en Alfama, el barrio más especial y con más encanto de Lisboa. Cenamos bacalao oyendo fados en una plaza con la luna llena, un oasis mágico en medio de nuestra pateada por Lisboa. Es un barrio antiguo y súper laberíntico, pero sus olores, sus colores y sobre todo su música te cautivarán y se te quedarán en el corazón para siempre.