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De Faro a Lisboa

Publicado por flag-ar Lucia CErda — hace 5 años

0 Etiquetas: flag-pt Experiencias Erasmus Lisboa, Lisboa, Portugal


Recientemente hice un viaje por Portugal con mi novio, no queríamos hacer las partes muy turísticas del Algarve ya que las playas están llenas de gente, las colas para hacer compras son interminables y los restaurantes tardan horas en atenderte.

Nuestro plan era viajar desde Belfast, donde vivimos los dos, a Faro ya que hay vuelo directo con Easyjet, y luego alquilar coche y subir por la costa oeste hasta Lisboa, parando en diferentes playas y pueblos.

El viaje duro ocho días en total, suficiente tiempo para conocer una gran variedad de lugares y probar diferentes comidas y bebidas. Os dejo aquí un resumen de nuestro viaje por días, por si estáis pensando en hacer un viaje similar o por si os interesa conocer detalles de lugares no tan turísticos de Portugal.

Día 1

Llegamos a Faro y recogimos el coche en el aeropuerto. Nos quedamos una noche en Faro, pero no pudimos ver mucho ya que llegamos un poco tarde.

Al día siguiente desayunamos y empezamos nuestro viaje hacia Lagos, un pueblo en la zona de Algarve. No queríamos ir a playas muy populares como la zona de Albufeira, ya que todos los turistas suelen estar por esa zona. En Lagos nos alojamos en un hotel llamado Valmar Villas y la verdad es que fue un lujo. El hotel especificaba que era para adultos solo, lo que significaba que no había familias con niños pequeños haciendo mucho ruido. La habitación del hotel era bastante grande a pie de la piscina.

Las playas más cercanas estaban a 10 minutos andando, con dos restaurantes muy cerca de la orilla. ¡Lo único que os avisaría es que no vayáis justo a la hora de comer, tipo una de la tarde, porque el tiempo de espera para una mesa era mínimo de cuarenta minutos!

Por la tarde nos dirigimos a dos de las playas más bonitas que he estado en toda mi vida, la Praia do Camilo y Praia Dona Ana. Estas dos playas son típicas de la zona de Algarve, con arena dorada y fina, piedras y rocas a los dos lados de la playa, y con relieves y acantilados por donde se accede a la playa con escaleras. Praia do Camilo consiste en dos pequeñas playas conectadas por un pequeño túnel. No nos quedamos mucho tiempo porque estaba repleta de toallas y turistas tomando sol, solo el suficiente para sacar fotos increíbles.

de-faro-a-lisboa-10af681fb79ea3bee226c99Praia Dona Ana se encuentra justo al lado de esta última playa. Nosotros fuimos en coche, ya que nuestro hotel estaba a treinta minutos andando de la costa. Lo aparcamos entre las dos playas.  Praia Dona Ana era más accesible, no hay que subir ni bajar tantas escaleras, y es más ancha también, dejando más lugar entre las toallas y sombrillas. Decidimos pasar aquí la tarde y bañarnos, es verdad que el atlántico es más frio que el mar Mediterráneo pero una vez dentro te acostumbras.

A la hora de cenar, nos dirigimos al pueblo de Lagos. Las calles llenas de mercados, tiendas y músicos al aire libre. Decidimos probar un plato llamado Arroz tamboril con gambas y fue uno de los mejores platos que comimos en todo el viaje. Los restaurantes no eran muy caros, y en la zona de los bares había todo tipo de ofertas de cócteles y menús. Los bares estaban muy animados y me encanto sobre todo uno llamado Secret Garden, donde la música y las bebidas eran perfectas.

Día 2

El desayuno del hotel era increíble, el mejor de todo el viaje, era estilo buffet libre, con una gran variedad de comidas típicas de Portugal como los pasteis de nata, que están riquísimos. Después de zamparnos un desayuno exquisito, nos dirigimos a nuestra siguiente parada, Sagres. Hicimos una breve parada en Praia da Luz, que se encuentra de camino, y finalmente llegamos al cabo sur de Portugal, a Praia do Martinhal.Aquí las ráfagas de viento eran más fuertes, y el agua estaba un poco más fría que en las otras playas, pero estaban sin duda menos llenas de turistas. Dimos un paseo hasta llegar al Cabo San Vicente y al faro. Las vistas desde estos dos puntos eran alucinantes, se podían ver las playas y sus acantilados, gente pescando en rocas, y apreciar lo transparente que era el agua. Insisto que en estas playas hay más viento y es recomendable llevarse una sudadera o algún tipo de abrigo.

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Después de comer empezamos nuestro viaje por la costa oeste. Esa noche nos quedábamos en Aljezur, así que decidimos comprar unos aperitivos y unas cervezas y ver el atardecer en Praia da Bordeira.Esta playa era diferente, su característica eran las dunas de arena, y el río que hay que atravesar para llegar a la costa. Aquí las olas eran más grandes y altas que en cualquier otra playa que habíamos estado, en las playas del oeste se suele practicar surf, y vimos por qué. Pasamos el atardecer con las birras metidas en hielo, comiendo unos pistachos y anacardos y la verdad es que fue uno de los mejores días del viaje. Viendo el atardecer relajados sin ninguna preocupación.

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Cuando bajo el sol y empezó a refrescar, nos pusimos en marcha hacia nuestro hostal, Summer Surf House, en Aljezur. El dueño del hostal Ludovic fue muy simpático en recibirnos y el hostal era muy acogedor y moderno. Las zonas comunes estaban muy limpias y ordenadas. Ludovic nos recomendó una pizzería para cenar, y nos ofreció 10% de descuento, así que allí nos dirigimos. La pizza estaba buenísima y el ambiente era muy surfero, la mayoría jóvenes relajados con amigos tomándose un par de cervezas.

Esa noche los mosquitos nos comieron. Si podéis llevaros algún spray o pulsera repelente a los mosquitos, porque la verdad es que fueron bastante molestos mientras intentábamos dormir.

Dia 3

Desayunamos un café temprano en el hostal y fuimos a una de las playas más cercanas al hostal llamada Praia Arrifana. Aquí era muy común ver escuelas de surf entrenando.  Desayunamos un poco de fruta y nos pasamos la mañana viendo a los estudiantes de surf caerse una y otra vez, levantarse y surfear las olas. Por alguna razón, esto nos dio ganas de probar esta experiencia nosotros mismos y buscamos escuelas de surf cerca de Sines y de Lisboa, que eran los siguientes destinos a los que nos dirigíamos.

A la hora de comer condujimos una hora y media hasta llegar a nuestro próximo hotel en Sines, haciendo una rápida parada en Porto Covo para comer, un pequeño pueblo costero. El hotel estaba un poco más adentrado en el pueblo, así que nos quedamos la tarde en la piscina del hotel, que tenía servicio de bar y un perro muy simpático. El dueño del hotel Martin nos informó que había una feria en un pueblo vecino llamado Grandola. Nos duchamos, nos pusimos guapos y decidimos ir a ver de qué tipo de feria se trataba.

Al llegar al pueblo de Grandola nos pareció raro la poca gente que había por las calles y estábamos seguros que nos habíamos equivocado de lugar, ya que todas las tiendas estaban cerradas y no había un alma por la calle. Después de preguntar en un hotel nos indicaron que la feria se encontraba en un recinto ferial, a unos pocos metros de la entrada del pueblo, y una vez que llegamos al lugar correcto nos dimos cuenta de que tipo de feria era.

Había casetas con manualidades de corcho, casetas de comida con parrillas enormes afuera de cada una con parrilleros asando pollo y salchichas. Entre las casetas, pasaban músicos tocando temas alegres. La mayoría de las casetas de comida estaban llenas de gente, así que decidimos comer una hamburguesa rápida en un puesto de comida rápida.

En la feria también había una parte de atracciones para los más jóvenes, con noria, montañas rusas, coches chocadores, y muchos más. Sobre las diez de la noche estaba anunciado un concierto de un grupo de rock bastante grande y conocido llamado Amor Electro. Por supuesto que nos quedamos allí para verlos tocar, tomando unos caipirinhas.

Amor Electro nos sorprendió mucho, la voz de la cantante era muy potente y el espectáculo con sus efectos especiales hizo que mereciera la pena ir a Grandola.

Día 4

Al día siguiente conseguimos encontrar una clase de surf en la playa Sao Jao, después de otra hora y media al fin llegamos. Comimos choco frite con ensalada, queso y sangría y esperamos una hora haciendo la digestión tranquilamente en la playa.

A las dos de la tarde nos encontramos con el instructor, Gonzalo, que era muy simpático, hablaba español e inglés y la clase la dimos nosotros dos junto a otra pareja de amigos. Hicimos el calentamiento, el entrenamiento primero en la arena donde Gonzalo nos enseno los movimientos básicos que necesitaríamos para ponernos en pie sobre la tabla. Es verdad que en la arena parecía muy simple todo, y nos metimos al mar (con traje de neopreno) con un optimismo y confianza en nosotros mismos increíbles. El mar estaba bastante frío, pero con los neoprenos al final te acostumbras y las olas no eran demasiado grandes así que, con la ayuda de Gonzalo, empezamos a intentar surfear algunas olas. Resulta que surf es bastante más difícil de lo que parece, y nos costó bastante cogerle el truco, pero al final fuimos capaces de surfear algunas olas hasta la orilla y fue una experiencia increíble. Eso sí, cansa bastante porque al entrar al mar con la tabla chocas de frente con las olas.

Después de esta experiencia de casi tres horas, nos duchamos y nos dirigimos a la capital de Portugal, Lisboa.

Decidimos devolver el coche de alquiler en el aeropuerto, nos habían advertido del tráfico en Lisboa y habíamos pillado hotel bastante cerca del centro así que ya no nos hacía falta.Dejamos el coche y fuimos a nuestro hotel Cheesecake Boutique. Tened en cuenta que Lisboa está llena de colinas, para arriba y para abajo, así que caminar mucha distancia con las maletas no es recomendable.

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Nuestro hotel era bastante céntrico entonces decidimos ir a cenar a Bairro Alto, un barrio lleno de restaurantes y bares en el centro de Lisboa. Comimos, bebimos y volvimos al hotel ya que estábamos agotados después de esas tres intensas horas en el mar. 

Día 5

Amanecimos en Lisboa y fuimos temprano al centro a dar una vuelta. Teníamos un walking tour por Tours of our Life reservado, así que anduvimos por nuestra cuenta a la mañana parando a comer en diferentes lugares.  A las dos y media empezamos nuestro walking tour con Alex. El tour era en inglés, pero había muchas otras opciones para hispano hablantes.

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Alex, un guía súper simpático, nos llevo a los lugares mas importantes y turísticos de Lisboa. Desde Bairro Alto, a Baixa, a Chiado, Praca do Comercio y hasta subimos a ver las vistas al elevador Santa Justa. Explicándonos lo que había sucedido en cada lugar, los desastres naturales que los edificios han sobrevivido, y la historia del país durante el reinado de los árabes, la monarquía y luego la república y dictadura. El tour duró mas de tres horas, nos cansamos bastante, pero a la mitad del tour nos dieron a “probar” pasteis de belem, que no son muy diferentes que los pasteis de nata y también probamos el licor fuerte de cereza “Ginja de Obido”. Terminamos en Alfama,un barrio a lo alto de una colina, por la que hay que subir escaleras. Una vez que llegas arriba las vistas son fantásticas, había pequeños bares tocando música, y miradores donde podrás sacar fotos increíbles. Las calles de Alfama son estrechas y antiguas, muy pintorescas. Este barrio me recordó al barrio árabe de Albaicín en Granada.

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El castillo está por esta zona y la iglesia San Nicolás, a los que no nos dio tiempo de visitar. Los tranvías amarillos típicos y antiguos también pasan por esta zona, creando un ambiente de otra época.

Después de haber caminado la ciudad durante más de tres horas, nos encontramos con nuestro amigo portugués que vive actualmente en Lisboa, para cenar un plato favorito suyo. Se trataba de la Francesinha, un plato portugués que consiste en un sándwich, con pan de molde, jamón, queso, carne, salchicha, huevo, cubierto en queso derretido con una salsa deliciosa de cerveza y tomate. Os recomiendo que lo probéis, la salsa estaba riquísima, eso si, tenéis que tener hambre porque eso te llena una barbaridad.

Día 6

Como solo nos quedaba un día en Lisboa, y el día anterior lo pasamos caminando por la ciudad, decidimos coger el tranvía número 15 en dirección a Belem. Solo se tarda unos quince o veinte minutos en llegar a Belem y lo puedes coger en Praça da Figueira  o Praça do Comercio, aunque recomiendo la primera si quieres encontrar sitio para sentarte.

Para coger transporte público, lo mejor es comprar una tarjetita verde que se llama Viva viagem. La podéis comprar desde cualquier estación de metro, y esta sirve para todo tipo de transporte público, desde bus y tranvía hasta metro y tren. La podéis recargar con diferentes sumas de dinero o podéis sacar el billete diario, que creo recordar cuesta seis euros y dura veinticuatro horas en cualquier tipo de transporte público. Si no tenéis la tarjeta, tendréis que pagar en efectivo en el tranvía, que suele ser más caro.

Como he mencionado antes, el trayecto del centro de Lisboa a Belem dura más o menos quince o veinte minutos, tenéis que bajaros en la parada Belem. Apenas bajéis del tranvía veréis el enorme monasterio de Jerónimos, con su iglesia y museo. Probablemente veréis también una cola bastante larga para entrar al monasterio. Si queréis evitar esta cola, que es para comprar el ticket y entrar al monasterio, podéis entrar al museo y comprar ahí la entrada solo del monasterio (10€), o conjunta del monasterio y museo (12€). Si compráis la entrada aquí, os podéis saltar la cola y entrar directamente. Entrar a la iglesia es totalmente gratis y allí se encuentran las tumbas del explorador Vasco da Gama y del poeta Camoes.

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Dentro del gran monasterio hay exhibiciones sobre la historia de este edificio y de diferentes personajes importantes en la historia de este país.

Al salir de aquí, veréis un monumento llamado Padrao dos Descobrimentos, una obra inmensa dedicada a grandes personajes en la historia como Vasco de Gama, quien descubrió una ruta hacia India. Desde aquí podréis ver vistas del Cristo Rei y del puente 25 de Abril.

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Al lado del monumento se encuentra el centro cultural de Belem, junto al museo popular de arte de Lisboa.

A 15 minutos esta la famosa Torre de Belem, a la que no nos dio tiempo de visitar porque queríamos coger el tren para ir a Sintra. Descansamos un poquito en la famosa tienda de Pasteis de Belem, donde nos recomendaron entrar y sentarse, ya que tiene más de 400 asientos disponibles en vez de intentar pedirlos en el mostrador donde normalmente hay largas colas. Comimos unos petiscos aquí, que son equivalentes a las tapas españolas y por supuesto los pastelitos y le tiramos para la estación de tren de Lisboa donde cogimos el tren para Sintra.

El tren desde Lisboa a Sintra tarda unos cuarenta minutos más o menos, y se puede acceder con la tarjeta de transporte que mencioné antes. Al llegar a Sintra, hay una calle principal que os lleva directo al centro del pueblo. Éste está situado en una montaña así que las vistas son totalmente hermosas. Para subir al Palacio de Pena y al castillo, se puede coger el sendero por el que tardas unos treinta minutos en llegar a la entrada, o pillar un tuk tuk, que son una especie de motos. Como íbamos justos de tiempo, pillamos el segundo.

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Para entrar al Palacio de Pena hace falta comprar la entrada para los jardines, ya que los tienes que atravesar para acceder al Palacio. Nosotros compramos la entrada de los jardines y del palacio, pensando que no se podía acceder a los balcones del palacio por los jardines. Estábamos equivocados, la entrada al palacio es para el interior, que la verdad no es gran cosa, lo espectacular son las diferentes fachadas del palacio y sus decoraciones y colores, pero bueno, valió la pena subir. La caminata desde la entrada de los jardines hasta la entrada del palacio es de otra media hora.

Al terminar nuestra visita por Sintra, cogimos el tren de vuelta a Lisboa, para ducharnos y cenar por ahí. Esa noche fuimos con nuestro amigo a tomar unas copas por Bairro Alto, la zona de los bares. Lo bueno de aquí era el ambiente y el precio de las bebidas. Música por todos lados y jóvenes bebiendo, hablando y bailando por las calles.

Día 7

Nuestro último día en Lisboa lo pasamos por plaza Marques de Pombal, subimos la colina por el parque Eduardo VII de Inglaterra hasta llegar al miradora lo alto del parque donde se puede apreciar las vistas de la ciudad. Dimos una vuelta por el jardín Amalia Rodrigues y almorzamos unos sándwiches por ahí también.

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Después de comer nos encontramos con nuestro amigo, que se dirigía a Portimao, nosotros teníamos el vuelo de vuelta desde Faro, así que nos acercó hacia el sur en su coche.

Pasamos por su pueblo Castro Verde, donde conocimos a su padre, quien amablemente nos invitó a probar sus licores caseros de nuez y jengibre.

Al llegar a Portimao, después de tres horas en coche fuimos a cenar y se nos alargó tanto la cena que perdimos el último tren de Portimao a Faro. El pobre de Pedro nos tuvo que acercar hasta la estación de tren de Albufeira, donde adelantamos al tren y nos pudimos subir a él. El billete de tren era bastante barato, alrededor de tres euros.

Llegamos a Faro bastante cansados sobre las diez de la noche.

Día 8

El último día en Portugal decidimos tomárnoslo con calma. Mi novio no se sentía muy bien del estómago y estábamos bastante cansados de todo lo que caminamos en Lisboa. Así que la mayoría del día lo pasamos tomando sol en el hostal.

Luego por la noche nos indicaron que había un festival de música, llamado Festival F. La entrada costaba quince euros por la noche, y te daba acceso a todos los escenarios y eventos en la parte vieja de la ciudad. Había numerosos escenarios montados, con comedia, fado y charlas. Cenamos por esta parte y luego nos metimos en un Silent Disco. Esto consiste en que te dan unos cascos inalámbricos y todo el mundo está escuchando la música. Solo puedes escuchar a los Djs mediante los cascos, así que es un poco raro ver a toda la gente bailando y cantando si no tienes los cascos puestos. Estos tienen dos canales diferentes con música variada en la que puedes cambiar cuando tú quieras. En el festival también había grafiteros, cantantes de la música tradicional de Portugal, el Fado, y numerosos puestos de comida y de bebida. La verdad es que para la última noche lo pasamos muy bien e hizo que nuestro viaje a Portugal finalizara de una forma increíble.

 

 


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