Mi último día en Lille

Cuando llegué a Francia, cinco meses de intercambio me parecían increíblemente largos. ¿Cómo iba a sobrevivir casi medio año en una ciudad tan pequeña en la que llueve todos los días sin mi familia ni mis amigos más cercanos? Después, todo pasó muy rápido, como si hubiera sido solo una semana. En serio. Todavía no puedo creerlo pero hoy ha sido mi último día en Lille y ahora mismo estoy de camino a Ámsterdam para pasar seis días relajándome y estudiando para mis exámenes estatales allí. ¡Después por fin iré a casa a ver a mi familia!

Cuando te sientes feliz el tiempo vuela. Este semestre ha sido el que más rápido ha pasado. ¡Desearía poder repetirlo una y otra vez! Estoy pensando en escribir toda la historia sobre mis impresiones del Erasmus, pero hoy me gustaría hablar sobre cómo he pasado mi último día en Lille.

Acordé con mi casera que pagaría el alojamiento solo hasta el 17 de mayo porque después iría de viaje. Ese es el motivo por el cual ya había preparado todo mi equipaje antes de Barcelona, y limpiado la habitación. No era capaz de cerrar la maleta más grande, así que simplemente decidí solucionar el problema más tarde.

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Al final tenía dos maletas grandes, dos bolsas y una mochila. Fui a un viaje a Barcelona, París y el sur de Francia. Llegué de vuelta a Lille desde Nantes sobre las 2:30 am. Dormí solo unas pocas horas y decidí levantarme sobre las 8 am para organizar todo lo que quería.

Fui a nuestra casa pero desafortunadamente nuestra casera no estaba en casa, de manera que no tuve la oportunidad de decirle lo cómoda que me sentí en su casa. Fue muy agradable. Siempre me ayudaba con todo y no tuve ningún problema con ella. Antes de volver a la República Checa decidí viajar primero a Ámsterdam para pasar algunos días allí y el 2 de junio coger un autobús directo a Praga. Flixbus tenía ofertas especiales una vez más y me las arreglé para comprar mi billete por solo 9 euros (Amsterdam-Praga). Además, puedo estudiar para mis exámenes estatales en Ámsterdam (¡me hace mucha falta! ). También era una oportunidad genial para ver Ámsterdam de nuevo porque seguramente me mude allí en septiembre.

Mi autobús para Ámsterdam salía a las 5 pm. Acordé con Andreas que por la mañana, cuando él estuviera en la universidad, yo podía levar mi equipaje a su casa porque él se mudó hace un mes a la residencia Campusea, la cual se encuentra a solo 5 minutos de la estación de autobuses. Era un plan perfecto. Al principio quería llamar a un Uber para llevar mi equipaje a su casa porque no podía llevarlo sola. Aunque estaba bastante preocupada por la posibilidad de que el conductor tuviera un coche demasiado pequeño. El problema se solucionó rápido porque hablé con Francois y ¡se ofreció a traer su mini van y ayudarme! Estaba muy, muy, muy contenta.

En Lille, hablaba sobre todo con estudiantes de intercambio pero también tenía algunos amigos franceses. Uno de los estudiantes franceses más simpáticos era Francois (el mejor amigo de Alberto). Coincidimos con Francois en nuestra clase de Finanzas corporativas. Yo tenía que acudir a esta clase para que me aceptaran en la Universidad de Ámsterdam porque la piden para los programas de máster en finanzas. Nuestro profesor dijo que estábamos obligados a hacer un grupo con estudiantes internacionales y franceses. Al principio eso no me gustó para nada. En realidad no tenía ni idea de que al final entablaría amistad con esas personas. Me gustó el hecho de que iba a ir en el mismo grupo que Alberto porque ya le conocía, pero los franceses no fueron muy simpáticos. Recuerdo los primeros encargos, y fueron un gran desastre. Con el paso del tiempo empezó a gustarme mi grupo, nos veíamos muchas veces en la universidad, en clase y de fiesta. Estaban todo el tiempo felices y nunca dejaban de gastar bromas. Ahora cada vez que estoy con los de mi grupo me siento como si los conociera desde hace siglos y son súper agradables. Al final no nos tomábamos la clase de finanzas muy en serio porque todos aprobamos, aunque tengo que admitir que no tengo ni idea de Finanzas Corporativas. Quería ver a Francois y a Alberto antes de irme a la República Checa así que quedamos en desayunar juntos.

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Solo habían dos asientos en la furgoneta. El pobre Alberto tuvo que tumbarse en el maletero. Por suerte pudimos meter todo mi equipaje en el coche. Antes de vernos, conseguí meter mis dos bolsas pequeñas en el equipaje grande. Por eso, tenía solo cuatro bolsas en total. Alberto tuvo la buena idea de grabarme cerrando la puerta de mi casa por última vez. Estaba emocionada por eso porque estoy pensando en hacer un pequeño vídeo sobre mi intercambio y gracias a él ya tengo un final apropiado.

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Después de eso encontramos una cafetería en Vieux Lille y disfruté escuchando las historias de Alberto y Francois y también sus planes de futuro. Me ha sorprendido que tampoco vayan a pasar mucho tiempo en Lille porque se van de prácticas y de intercambio. Es una bonita coincidencia que Francois vaya a estudiar en mi universidad en Praga a partir de septiembre. ¡Si no me fuera a Ámsterdam volveríamos a ser compañeros de clase! En cualquier caso, voy a verle cada vez que vaya a Praga (con suerte). Pasé un rato muy bueno con ellos y cuando me dejaron frente a la universidad me sentí feliz de pasar mis últimos momentos con Andreas.

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Fuimos a comer al restaurante Soho. Cuando oí que era un bufé libre con comida italiana no lo dudé un segundo. ¿Cómo puede ser que no oyera hablar de ese sitio antes? En República Checa no suelo ir a los bufés libres nunca. El precio de este tipo de restaurantes a veces es el triple que en un restaurante normal. En Lille el precio es casi el mismo que el de una comida normal. ¡Ya había ido a un bufé de comida china y fue fantástico! La comida italiana es mi favorita. Me encanta la pasta, la pizza, y para mí la mejor es la lasaña. En este restaurante, te dan una tarjeta para bebidas no alcohólicas y después puedes elegir pizza o pasta. El precio por todo esto es 13, 5 €.

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Como primer plato comimos pizza. En primer lugar tienes dos opciones a elegir para la masa. La hay de dos tipos - una con especias y la normal. Después, puedes añadir cualquier cosa que puedas imaginar - salsas (tomate, gorgonzola, crema agria, barbacoa), cualquier verdura (cebolla, pimiento, tomate, maíz... ), carne (atún, pollo, salchichas, jamón, bacon) y, por supuesto, todo tipo de queso (raclette, queso azul, mozzarella, queso normal, camembert... ). Cuando has terminado eligiendo los ingredientes simplemente metes tu pizza en el pequeño horno y la preparan para ti. Puedes tomar una pizza de tamaño normal o una más pequeña. Nosotros escogimos la pequeña porque queríamos probar la pasta más tarde. Lo gracioso es que si no terminas tu comida tienes que pagar 5 euros. En realidad no se si es verdad porque es lo que Andreas me dijo y no le creo.

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Cuando terminamos la pizza tuve que afrontar una gran decisión. ¿Debería seguir comiendo pizza o probar la pasta? Volví a tomar pizza porque me encantó. De todos modos probé la pasta de Andreas y también era fantástica. Más o menos llevaba el mismo procedimiento que con la pizza. Podías elegir el tipo de pasta y después ponerle lo que quisieras, la cocinaban y te la servían. A parte del bar de pizza y pasta tenían un lugar especial para todas las verduras y otras especialidades para que también pudieras hacerte una ensalada.

Me gustó mucho nuestra comida. Durante todo el semestre no tuvimos tiempo para salir a comer solos así que disfrutamos hablando temas serios. Hablamos sobre la universidad, intercambios, prácticas, planes de futuro y más cosas. Me impresionó bastante cuando escuché todo lo que Andreas había gestionado antes de venir a Lille y empecé a planear mis planes de futuro inmediatamente en el autobús para ponerme a su altura. Algo de lo que me he dado cuenta es que tras viajar y estudiar/trabajar en el extranjero empecé a sentir que todo es posible y que realmente puedo hacer lo que quiera donde quiera. Solo es cuestión de determinación y motivación. Me hace sentir más segura y cuento los días hasta mis nuevas aventuras.

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Casi nos olvidamos de pedir el postre. Casi. Una vez más tenían una gran selección - brownies, galletas, speculoos, chocolate, fresas, bananas, malvaviscos, helado y de más. ¡Era emocionante! ¡Le daría al restaurante un 10 de 10! Estaba orgullosa de mí misma por arreglármelas para comer una cantidad normal y ser capaz de andar después (no como en la degustación de comida francesa al principio del semestre). Y mañana empezaré a comer comida normal con verduras y fruta, no comida rápida ni postre después de cada una - ¡espero!

Al terminar nuestra comida solo teníamos una hora antes de que llegara mi autobús. Decir adiós es lo peor del mundo. Todos nos sentimos muy raros cuando supimos que esa podría ser la última vez que nos viéramos juntos. Después de 5 meses viéndonos casi cada día desde luego no es agradable dejar de hacerlo. Con Andreas era incluso peor porque de mis mejores amigos es el que más, y como es de México no es fácil verle. Pero ya hemos hecho algunos planes y creo que los cumpliremos. Lo bueno es que Andreas tiene una habilidad especial para hacerme sentir bien. Esperaba estar deprimida y triste pero él me dijo tantas cosas alentadoras que pasé un momento feliz. El sentimiento desagradable vino después en el autobús. Pero como he dicho ya he empezado a planear otros planes intrépidos y estoy intrigada por todo lo que pasará.


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