Una noche como otra cualquiera.
Salir de fiesta por Liège es como adentrarte en un mundo nuevo dominado por una fauna bastante peligrosa. Es que en una sola noche te pueden pasar mil cosas. Entre ellas, que te declaren amor eterno de por vida y te pidan matrimonio, que te digan algo como ‘tú eres mi mujer esta noche y tienes que quedarte conmigo’, que te persigan dentro o fuera de un bar, que te acorralen y te suelten ‘tengo que hablar contigo porque me gustas’, que te rasguen la ropa, que te vean aspirar por la nariz porque estás resfriada (vamos que se te cae el moquillo) y te tachen de cocainómana, que una chica te tire los trastos a destroyer o que simplemente a ti te dejen entrar en un bar, pero a tus amigos no. Cosas que pasan en esta ciudad. Pero, después de todo, resulta bastante divertido. Esos momentos en los que cantas con una rama de una planta a modo de micrófono o coges una vela y cantas cumpleaños feliz o que para entrar en una bar lo hagas bailando porque si no resulta imposible, son cosas que si ya de por sí la gente no hace, menos aún en un lugar donde el carácter es muy frío, por lo cual la cara de la gente es épica.
Pero como todo en esta vida, hay que tomarse las cosas con filosofía o acabar con un grupo de personas que te defienda, cosa más apetecible, sobre todo si es un grupo de muchachos que hacen judo. Es mucho más cómodo estar con desconocidos que aunque hagan que te tiran sin querer la cerveza en el escote para ayudarte a limpiarte, luego si aparece el pesado de turno, dando por saco, se ponen en medio y los otros se acojonan. Porque a ver, si un tío llega e intenta sobar a alguien por detrás y tú le paras los pies, luego no vengas buscando bronca si ves que estás rodeada de tíos a cual más musculoso. Si es que, el que no es tonto, está haciendo la carrera.
Situaciones a veces inmejorables de las que recuerdas durante mucho tiempo, más por la gente que por los hechos, pese a que las cosas que haces con esa gente, o que esa gente hace entre ellos y más si todo el mundo está borracho menos tú, son las cosas que luego recuerdas y te tienes que reír. Y al final te quedas con la imagen de una camiseta volando y un cinturón en el suelo de un bar. Porque como siempre pasa, las cosas planeadas no suelen salir como uno espera, es mejor improvisar y adaptarse a la situación. Que si llamas al timbre del piso de algún amigo y por como te recibe te das cuenta de que has llegado en un momento un poco íntimo, pues nada, te adaptas. Vamos, que te vas y los dejas a lo suyo. Que hay cosas en las que es mejor no adaptarse, más por la gente que por el hecho. Porque, de hecho, esta fauna es única en su especie.
¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?
Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!
¡Quiero crear mi blog Erasmus! →
Comentarios (2 comentarios)
Javier López hace 12 años
Liege no es país para blandos. Eso está claro.
Chica Burto hace 12 años
No desde luego que no. Luego me dicen que estoy de mala hostia y la gente no entiende, que no es eso, es que se te endurece el carácter. XD