La primera visita.

Publicado por flag-es Chica Burto — hace 13 años

Blog: Blog de Chica Burto
Etiquetas: flag-be Blog Erasmus Liege, Liege, Bélgica

Y después de una semana, ha vuelto el mal tiempo a la ciudad. De nuevo hace frío y el cielo nublado hace que parezca que está a punto de llover constantemente. No me acostumbro a este mal tiempo, un día sol y otro no. Y yo ahora me siento así, el tiempo me acompaña. Es agradable caminar por aquí haciendo calor, pero más aún cuando vas con tus amigos al lado. La semana pasada, esa que hizo tan buen tiempo, que podías tomar el sol en algún parque, la pasé con mis amigos de siempre. Vinieron algunos a verme, de hecho planearon el viaje poco después de que yo comprara mi billete destino Bruselas. No han querido perder el tiempo. Soy la mejor excusa para viajar. Pero ha sido muy agradable volver a escuchar las tonterías de siempre y alguna que otra cosa nueva. Lo malo de todo es que no sólo se han ido, bueno…prefiero no escucharlos roncar porque no me dejan dormir, pero si es cierto que me hubiera gustado ir con ellos a Amberes y Amsterdam, pero no pudo ser.

Sin embargo, los días que estuvieron aquí ocurrieron anécdotas dignas de recordar. Una de ellas fue el episodio de la araña. Un mañana al salir del piso, uno de los muchachos decidió fotografiar una araña. Algo un tanto raro, pero es que las arañas de aquí son enormes. No encontrarás una cucaracha, pero arañas, todas las quieras. Yo me las he llegado a encontrar incluso en el autobús, que como dice Xabier (un compañero de la escuela) ellas allí hacen su trabajo y si te sientas cerca de la telaraña se quitan el sombreo y te saludan diciendo ‘Señora’. Ellas son las responsables de que en los autobuses ponga que están libres de mosquitos. Bueno, la cosa es que, cuando mi amigo decidió hacer la foto, quiso hacerla a una que estaba en casa de un vecino, pero estaba en la acera en realidad. La cuestión es que, en ese momento, el dueño de la enorme vivienda apareció y empezó a decir que qué hacíamos tomando fotos de su casa, que iba a llamar a la policía. Estaba fuera de sus casillas, no atendía a nada, intentábamos hablar con él, pero no escuchaba. Viendo el panorama decidí buscar a mi casero, para que nos ayudara. Yo ya me imaginaba aquello llenos de policías y pidiéndonos la documentación, la cual uno de mis amigos, para más inri, no llevaba. Es que sólo a él se le ocurre ir por las calles de un país extranjero sin DNI. Cuando volví al lugar de los acontecimientos, nos encontramos con un negro que era un armario de dos puertas. Era enorme. Pero no era ningún policía. El vecino, se asustó tanto por lo de la foto que paró a un vecino que iba conduciendo para que estuviera con él. Ya en ese momento mis amigos pudieron explicar que no habían hecho una foto de la casa si no de la araña, pero claro, después de que éste les pidiera la documentación y los sometiera a un interrogatorio del motivo de su estancia en Lieja. Cuando ya el vecino supo que era lo que habíamos hecho llamó a la policía para decir que no fueran, que éramos estudiantes erasmus que habíamos fotografiado una araña. Lo que yo no me explico es cómo el hombre no fue capaz de razonar un poco antes de llamar a la policía, porque en realidad se le enseñó la foto y viendo cómo se ponía, se borró. Lo que le ocurrió es que se asustó mucho porque al parecer, es bastante normal que te roben y pensó que hacíamos fotos para eso. Claro no tengo yo nada mejor que hacer que fotos a una casa a la que pretendo robar a plena luz del día con todo el vecindario mirando. Lo gracioso es que la casa no se veía en la foto. Pero vamos, que nuestra cara de póker fue impresionante y la situación aquella, cuanto menos desconcertante.

Una broma que les hice a todos y en la que cayeron como moscas en una telaraña, fue decir que para ir a mi piso, aparte de tener que coger un bus, había que caminar después unos veinte minutos y cruzar por un campo de un particular. Lo malo era que, como es de un particular tenían perros peligrosos y que a veces estaban sueltos y que si pasaba nos tocaba correr como si no hubiese mañana. Que yo lo sabía porque ya me había tocado correr, a veces por eso y otras por simple miedo al escucharlos ladrar. Hubo quién con eso, se estuvo riendo, pero con una risa un poco frenética y hubo quién se negó a querer cruzar el campo, por lo que entonces tendríamos que caminar cuarenta minutos. El ver que cuando yo llegaba a casa, abría la puerta y ellos seguían andando, no tiene precio.

Y tampoco pasaron muchas más cosas. Salimos por el centro y tuvimos que esperar siempre al primer autobús del día, vamos al de las cinco de la mañana. Comimos fuera, como la noche que cenamos en un kebab y vimos a un borracho comiendo de tal forma que te daban ganas de vomitar. Nos encontramos con varios yonkis, locos que hablan solos en las paradas y por supuesto nos encontramos con la puerta de la catedral abierta. Cosa que no pasa habitualmente, o eso creía yo, porque nunca la vi abierta y en esa semana entré como cuatro veces. Y si acaso destacar el momento Ana. En un autobús lleno de gente hasta casi no caber en él, no se le ocurre otra cosa que no agarrarse, se cayó la  maleta y ella detrás. Lo siguiente que recuerdo es a alguien diciendo ‘Ana agárrate fuerte que vienen curvas y Ana se lo comió todo’.

Pero lo que sí voy a recordar y sé que no me olvidaré es de que estuvieron aquí y del dibujo que me dejaron.

 

 


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