De ligues va la cosa.
En las dos primeras semanas me pasaron muchas cosas, pero como estas, ninguna. Todo empezó con el muchacho aquel que quiso ligar conmigo el mismo día que llegué, allí en la puerta del albergue. Desde aquel día la cosa no ha parado.
Todo esto se debe a la cantidad de moros (por generalizar) y de negros, entre los que arraso; no es por ir de guay ni nada, pero es cierto y está comprobado. Bueno, todos estos personajillos alegres se reúnen en un barrio, Outre-Meuse. Nosotros lo denominamos ‘El Gueto’, como el Bronx de New York. Bien pues este barrio me es muy conocido ya que, es donde está la escuela y donde siempre cojo el bus para volver a casa. Por supuesto, también es donde me deja, tanto para ir a clase como para ir a cualquier parte.
Siempre que estoy por ese barrio conozco a alguien nuevo, pero eso sí, siempre del sector masculino. Siempre hay alguno que me viene y me habla o me sigue cuando ve que paso del tema. Los hay que aunque les hable en español, insisten, como me pasó con el negro del puente. Pasó que yo iba hacia la parada, como no en Outre-Meuse, que está entre dos ríos, el río Mosa y el río Ourthe, por lo cual, he de cruzar una pasarela. Aquella noche me crucé con unos muchachos, ellos iban en sentido contrario. Uno decidió que hablarme era una buena opción, yo lo ignoré y él decidió que dar por saco era aún mejor opción. Yo le hablaba en español con la esperanza de que se fuera con los coleguitas y me dejara en paz, pero como no me entendía ni yo a él, el nota insistía. Me empecé a asustar un poco cuando vi que no se iba y me seguía. Y yo por señas le decía tú te vas para un lado y yo para el otro y él me decía que no, que se iba conmigo. Y así hasta que supongo que se cansó, porque solo le decía que no. Pero yo creo que si por él hubiera sido, me acompaña a la puerta de casa.
Hubo otro, que mientras yo iba a la parada me seguía y me hablaba y ya por desesperación me paré e intenté decirle que me dejara, que me iba. Perdí el autobús mientras le daba carpetazo. El tío se estuvo riendo hasta que llegó el siguiente autobús. Los hay también, que los fines de semana me ven por algún bar y me siguen, con toda la borrachera que llevan encima. Hubo uno que se me acercaba bailando, pero solo movía el culo, lo que se traduce a que se me acercaba de frente y dando como saltitos o algo así. Me persiguió por todo el bar. Que pesao’. Recuerdo también a un muchacho, al cual confundí con un español, porque lo veía así de lejos, menudo chasco me llevé cuando lo tuve de frente. Hablé con él, ya que estaba, y hablaba algo de español, no era mala gente, pero es que no me fio. Pensaba que no lo volvería a encontrar…soy una ilusa. Y menos mal que siempre que me piden un número de teléfono les digo que no tengo, mentira, a falta de uno tengo dos, el belga y el español.
Pero creo que el que más gracia me ha hecho de todos, es un marroquí de unos 40 años. Me vio, me habló y yo lo ignoré. Como siempre pasa, me siguió, hasta la parada del bus y me habló. Le contesté en español y me dijo que hablaba inglés. Yo ya no sabía qué hacer, no tenía escapatoria, el autobús iba a tardar al menos 20 minutos. Decidí contestarle. Hablamos en inglés un rato y me decía que quería quedar y así yo aprendería francés y el español, que quiere aprender el idioma. Que si podía verme otro día, que me daba su número de teléfono, que le gustaba conocer gente especial como yo…He llegado a la conclusión de que no sólo me ven cara de guiri, si no que también cara de tonta. Que me quiere enseñar francés, si claro y yo me lo creo. Como dice Juanjo, otro chico Erasmus, este lo que quiere es enseñarme el Kebab, pero él y todos.
Creo que para la próxima vez que decida comprar algo, será un spray de pimenta.
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