Primera semana: Te enfermas

Pues puede parecer muy mala suerte que la primera semana que llegas a un país diferente, donde no conoces a nadie, y en donde ya no tienes a tu mamí y a tu papí que te cuiden, te enfermes de repente. Y es peor aun cuando la enfermedad que tienes, no es común en europa, y para colmo de males, es altamente contagiosa. Eso es mala suerte. De todos los miles de millones de habitantes en el planeta, eso sólo le puede pasar a alguien que los astros, o el karma o los signos zodiacales odian. Bueno, pues justo eso me pasó a mi.

Hepatitis A. Mis roomies, una par de chicas checas que me recibieron amablemente, y a los 7 días sospecho me querían fuera de casa. Los sintomas (como vomitos y mareos), era lo de menos, lo realmente feo era darte cuenta que se está solo y piensas ¿qué demonios haces tan lejos de casa?

Cabe acalarar que el sistema de salud español no daba una, al principio no quisieron hacerme análisis de sangre cuando tenía extraños sintomas... hasta que ¡oh sorpresa! Ojos amarillos, la gente corría por las calles, los autos se incendiaban ¡todo era caos! Está bien, exajero, pero al parecer muchos creían que era el contenedor humano de un virus zombie que terminaría con la gente catalana.

Mientras tanto, un mes encerrado en casa, sin poder salir a correr (ni ganas me daban, estabamos a -4 grados), sin poder comer grasa (al fin que ni quería papitas fritas) y sin poder tomar alcohol (¡ja! ¿quién quiere tomar su vino barato de 2 euros? ).

Bueno, la verdad el inicio es un poco dramático, pero no lo veo mal, creo que no a cualquier estudiante de intercambio le pasa lo que a mi. Mientras estaba encerrado en mi habitación hice muchas cosas, aprendí a hacer pulceras en youtube, leí dos libros y vi toda la serie de Batman animado. Digo, el tiempo que lo haya desperdiciado mucho, pues no. Además es parte de mi experiencia. Por el momento ya salí de esa enfermedad del diablo y por fortuna (hasta ahora), nadie ha presentado sintomas simpsonescos.

Quisiera hablar más, y rematar esta entrada con una frase graciosa o con un final genial, pero la verdad no sé me ocurre nada, más que darles un consejo: ¡No coman comida de la calle antes de salir de su país! Especialemente si es México, si es que no quieren que su higado esté muriendo del otro lado del mundo.