Hola a todos hoy quería contaros un viaje que hice con mis padres y con mi hermana hace ya unos años. Estaréis pensado, y después de tantos años, ¿por qué te ha venido ahora a la mente? Bueno pues la respuesta es la siguiente: he estado viendo fotos de cuando era pequeña y rememorando viejos tiempos, cuando iba a la playa con mis padres, cuando hacíamos excursiones por todo el país y cuando lo pasábamos en grande. Eso sí que eran buenos tiempos. Justo me he parado en La Línea de la Concepción, de entre muchos otros lugares de veraneo, este le considero uno de los más divertidos y que más me gustó. Es cierto que hay muchos sitios en España que hemos visitado y que personalmente me han encantado, pero en La Línea recuerdo una anécdota muy graciosa que me gustaría compartir con todos vosotros así como el viaje en general.
Bueno todo esto fue un verano, un verano hace unos ocho años. Es decir que estaríamos en el 2008. A partir de entonces ya dejé de viajar con mis padres porque ya sabéis, cuando te haces más mayor te acabas aburriendo y acabas queriendo volver a casa nada más llegar. Esa era la sensación que iba teniendo según iba haciéndome más mayor. Lo que pasa, que paradójicamente ahora mismo teniendo 21 años, lo echo de menos, y mucho. Echo de menos ir con ellos a la playa y pasar unos días estupendos allí, haciendo castillos de arena y jugando con mi hermana. Pero bueno, son etapas de la vida, supongo que me entendéis a lo que me refiero.
Vayamos al grano. Esas vacaciones las pasamos en Cádiz de acá para allá. A mis padres les encantaba ir de un sitio a otro, ver ciudades, conocer nuevos rincones y así todo el tiempo, a veces resultaba un poco agotador pero luego te dabas cuenta que había merecido la pena por la cantidad de fotos chulas y lugares geniales que habías llegado a conocer. Cádiz es uno de los lugares más bonitos de España, a mí me gusta mucho, ya hablé en una de mis entradas de este y como veréis entra en mis "top ten". El caso es que fuimos a veranear exactamente a la playa del Puerto de Santa María (os lo recomiendo, es una playa estupenda), allí alquilamos un apartamento para unos días y estuvimos más o menos 10 en total, lo cual nos dio tiempo a viajar por los alrededores. Uno de estos días mis padres decidieron que teníamos que ir a conocer La Línea de La Concepción, nos habían hablado muy bien de esta zona y mis padres decidieron que íbamos a ir. Nos pusimos rumbo hasta allí en coche (no se tarda mucho) y cuando llegamos fuimos directos a pasar al Peñón, aquí viene la anécdota:
En primer lugar quería decir que el Peñón de Gibraltar es territorio inglés, seguro que lo sabréis o algo de ello os sonará. Hay algunas leyendas históricas que dicen que durante las guerras los ingleses conquistaron el Peñón siendo antes español y se quedaron con el, por tanto introdujeron su cultura, sus tradiciones, su lengua y todo lo que ello concierne. Se cuenta que los ingleses pactaron que cuando el último mono del Peñón desapareciese esta zona volvería a ser como en sus orígenes territorio hispano. El Rey que gobernaba por aquel entonces fue el que introdujo tal cantidad de monos al territorio. Y después de esta historia me dispongo a contaros qué nos pasó a nosotros. Fuimos convencidísimos de que podíamos entrar pero cuando nos fuimos acercando con el coche vimos la larga cola que había. Se veía algún que otro mono a lo lejos y estos son muy pillos, a los turistas les roban la comida, los gorros, gafas y todo lo que se les ponga por medio. Son así de inteligentes. Es curioso cómo pueden ser a veces tan avispados. Bueno, el caso es que mi padre preguntó a uno de los guardias de tráfico y seguridad que había por ahí y justo había un mono cerca que le intentó robar el sombrero que llevaba, como ya os digo no es raro que os ocurra, así que tened cuidado con estas criaturillas. Mi madre, mi hermana y yo nos reimos un buen rato la verdad, fue gracioso.
El caso es que al final no pudimos ascender al Peñón debido a que nos exigían documentación y mi hermana en ese momento no la llevaba, ella tenía solamente seis añitos y nos la habíamos olvidado en casa, por tanto no podíamos entrar. Finalmente aparcamos el coche al lado de la playa muy cerquita del Peñón y nos hicimos unas cuantas fotos en la orilla del mar, nos dimos también un buen chapuzón en el mar.
