El día en el que casi muero

Hola amigos, así es, día duro en Kuopio. No alarmarse, sigo vivo; no hay cobertura tan arriba.

La mañana empezó con el protocolo común: señor hablando en finés en el radio-despertador (es mucho peor que despertarse con la cope), situarse, comprobación de constantes vitales, remoloneo,;cuento 10 y me levanto;... y una hora después ya estaba en la cocina sucia de cada día. Café,;parece que hay mucha nieve hoy;, zumo,;joder que frío hace;, galletas, apartar la mierda de;Pilo;, cereales, fregar, acicaladura...

Esta mañana era importante porque iba a reunirme con el coordinador para básicamente pedirle trabajo o que me aconsejara qué hacer para conseguir algo remunerado en la universidad.

Hasta aquí la cosa iba según lo previsto. La primera variante llegó al meter las cosas en la mochila. Ví el celo encima de la mesa y algo me dijo que debía cogerlo. Pensé en Rosele y en las veces que hemos hablado de la gente que pedía cosas extrañas en clase como pegamento o tijeras. Me sentía seguro esta mañana, si alguien necesita celo, allí estaré yo, presto para prestarselo. Aunque el efecto mariposa es cierto en ocasiones, esto no ha sido la causa de los acontecimientos. El primer puntapié me lo dio la puerta del sótano porque no he podido abrirla para sacar mi bici. Además hoy ha sido el típico día en el que las desgracias no vienen solas. Ya demasiada faena me parecía no poder sacar la bici, pero al señor quitanieves no le parecía suficiente y ha tenido a bien rodearme de nieve mientras intentaba abrir la maldita puerta.;Cáspita; - pensé (versión adaptada para menores de 7 años). Intentado saltar el medio metro de nieve que tenía a mi alrededor, he caído en la nieve. Pies llenos de nieve, mano helada, puerta en huelga, 20 minutos para llegar a tiempo a la cita con el coordinador (vivo a 25 minutos andando). Se pone duro.

Sinceramente no sé qué carajo ha pasado esta noche pero no puede haber más nieve. Es algo fuera de lo común.

Asumido que iba a tener que correr, bajé corriendo la cuesta hasta el lago como un pollo sin cabeza, descenso durante el cual me he caído una vez al no poder sacar los pies de la nieve. Al final del camino iba con tanta energía que me he metido en la carretera sin darme cuenta. Hago notar que cuando todo es blanco no es tan fácil identificar la carretera. Diría que tuve que esquivar un coche saltanto hacia la acera y rodar or debajo del autobús que venía de frente pero lo cierto es que no había nadie, esto es Finlandia y es poco probable coincidir con alguien.

Seguí corriendo mientras el café mezclado con las galletas baratas del Lidl me amenazó dos veces con salir por donde había entrado.

El camino a la universidad rodea el lago hasta el final de éste por lo que llegó un punto en el que me pareció razonable emular a Moisés y caminar sobre el lago. Lo cierto es que él estaba compinchado con Dios y a mí en este país no me saludan ni mis compañeros de piso, pero igualmente me qudé con la idea de que hubo un tipo que caminó sobre el agua.

Cuando salí del camino la nieve me llegaba hasta esa zona incómda incluso en las aguas cálidas del Mediterráneo; sí la zona donde las piernas se juntan. Lo más razonable hubiese sido volver al camino pero persití con la idea de que tardaría mucho menos porque la distancia sobre el lago es considerablemente más corta. Seguí arrastrándome por la orilla hasta llegar al propio lago. Ahí la cosa mejoró, la nieve sólo me cubría hasta los tobillos. No dudé entonces,;llego en un momento;. A mitad del trayecto la nieve del fondo no estaba congelada y no soportaba mi peso. Qué pasó entonces? Cuéntanos! Procedo.

Han sido unos 75 metros de lucha, arrastrando mis pies por debajo de la nieve. Ha pasado mi vida ante mí. He recordado a mi madre diciéndome en la playa:;no te metas donde cubre que te lleva la corriente;. Las madres son muy sabias. Me pesaban tanto las piernas que me he caido dos veces y he quedao cubierto de nieve. Alarma!;Si no te levantas no te encuentran hasta abril;.

Finalmente amigos, he llegado como he podido y sólo 5 minutos tarde. Yeah! La situación ha tenido que ser curiosa para el coordinador porque ha tenido que ver al hombre de las nieves entrando por la puerta. Llegué cubierto de nieve, con las gafas empañadas y sin aire. Muy simpático él me ha dicho:;Duro invierno, eh;.

Hemos hablado durante 20 minutos aproximadamente durante los cuales se ha derretido la nieve empapando la ropa. Rico, rico. Hoy sólo hay -10 ºC (sólo por mínima cantidad de grados negativos) así que esta mañana decidí que un pantalón era suficiente. Grave error. Sin embargo contrariamente a la gente normal que lleva la cartera en el bolsillo interior de la cazadora, yo llevo un par de calcetines secos.

Ahora escribo desde la sala de ordenador de la universidad. Los calcetines secos no eran suficientemente gruesos para aislar la humedad de las botas por lo que ahora tengo los pies forrados de papel higiénico fijado a mis pies con el celo que afotunadamente coloqué en mi mochila esta mañana. Tengo las botas empapadas, si bien tienen diversas servilletas para aislar la suela y la parte superior, y los pantalones parecen una muestra de tonos en escala gris por el agua acumulada.

CONCLUSIONES: no fiarse de las distancias más cortas - llevar un traje de reserva en la mochila - llevar mantas y comida para sobrevivir hasta abril por si me quedo aislado en la nieve - llevar un par de raquetas de tenis y cuerda para atarlas a las botas por si tuviera que caminar por el lago de nuevo - pedir Tenerife como próximo destino.

CONSECUENCIAS:cuando llegue a casa esta noche, las botas serán 2 números más grande. En el siguiente email os faciliatré una cuenta para los damnificados por la nieve con el objetivo de hacerme con unas botas de mi talla con vuestra amable donación.

AGRADECIMIENTOS: gracias a todos aquellos que me han pedido tijeras, pegamento, grapadora, pinturas, transportador, compás, máquina para hacer agujeros en el papel o celo a lo largo de mi vida escolar. Sin ellos tendría los pies húmedos.