Vacaciones en Kristiansand

Tras haber estado tres meses de prácticas en Oslo, decidí irme de vacaciones al sur de Noruega, a Kristiansand. Los noruegos dicen que el sur es como la Costa Azul de Francia; necesitaba ver si era verdad.

Me había echado a la maleta de viaje el bikini, la toalla para la playa y el protector solar; todo lo necesario para coger color en la playa. Pero no hubo suerte, de todos los días que estuve, no hizo sol ni uno. Adiós a mi bronceado de la Costa Azul.

Sitios que podéis visitar

Kristiansand es una ciudad costera muy bonita. El centro de la ciudad está abarrotado de callejuelas geniales por las que pasear y hacer alguna que otra compra. Ya veréis lo agradable que es pasear por el casco antiguo de la ciudad y ver las casas antiguas antiguas: esto es en el barrio de Posebyen. En un pícnic improvisado me comí un crêpe francés de lo más delicioso y fue como si viniera de la mismísima Bretaña, de donde yo vengo. Aquel puesto amarillo que vendía esos crêpes estaba en la calle peatonal Markens Gate. Y obviamente, no podía irme sin probar una de las especialidades locales, el skoleboller, es un pan brioche que lleva crema pastelera y va recubierto con glaseado y virutas de coco: ¡una delicia!

Después del centro, me fui en dirección a la isla de Odderøya, pasando por un sendero que va atravesando la isla por los lugares más históricos de Kristiansand. Aún se conservan muchas murallas, muros y cañones en la isla que formaron parte de la defensa de la isla durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Las vistas que hay desde este sitio son espectaculares! Si quieres, también puedes asistir a uno de los conciertos gratuitos que hay en el Kilden y contemplar la arquitectura del establecimiento. Luego, de camino, no pudimos resistirnos y pasamos por Fiskerbrygga para ver las casas de colorines y probar un buen helado. En verano hay muchos conciertos en la costa y el ambiente que se crea es maravilloso.

Si te das un paseo por la costa, desde donde podrás ver la antigua fortaleza, llegarás a la playa Bystranda.

Para ver más, tienes que subir hasta lo más alto de Kristiansand y pasearte por el parque de Baneheia. Solo los más valientes se atreven a bañarse en el agua helada del lago que hay en este parque. Luego, si continúas caminando un poco más, llegarás hasta el parque Ravnedalen, donde también hay conciertos en verano.

Alojamiento

Cuando fui a hacer las prácticas, tuve la suerte de poder vivir con gente de allí que me acogió con los brazos abiertos. Así fue como aprendí cosas sobre la cocina local y sobre los alrededores de Kristiansand. Al sur, casi todos los noruegos tienen barco; pues os aseguro que no hay nada mejor que dar una vuelta en barco para descubrir los paisajes y las islas que se encuentran más alejados.

Kristiansand lo tienes visto enseguida, basta con dos días para verla entera. Esta ciudad tiene mucho encanto, pero a mi los paisajes me recuerdan más a la Bretaña francesa que a la Costa Azul.