Jinju Lantern Festival
¡Hola a todos, viajeros! En el post del día de hoy voy a contaros mi experiencia disfrutando de uno de los festivales más famosos de Corea, el festival de luces de Jinju.
Jinju es una ciudad situada al sur de Corea, cerca de la famosa ciudad de Busan. En sí, la ciudad no tiene mucho que visitar, pero es concida por el río Namgang, que parte la ciudad en dos, y por la muralla Jinjuseong, que hacía las veces de fortaleza. Aunque si hay algo que identifica a Jinju sin lugar a dudas, es el festival de luces.
En Jinju se celebran numerosos festivales culturales a lo largo del año, pero el más reconocido de todos es el Jinju Namgang Lantern Festival, que tiene lugar anualmente durante el mes de octubre y se alarga casi dos semanas.
El día 3 de octubre es el National Foundation Day en Corea, y como no teníamos clase ese día, mi grupo de amigas y yo decidimos hacer un viaje exprés totalmente improvisado para poder ver en directo este festival. Lo decidimos la noche anterior, así que cogimos los billetes de autobús en la estación de Nambu, en el sur de Seúl. También puedes viajar desde la estación central, pero los billetes tienen un precio un poco más alto.
Tardamos unas tres horas y media en llegar hasta la ciudad, y estuvimos en Jinju tan sólo una noche, pero disfrutamos muchísimo de la celebración y todo lo que la ciudad, sobre todo en época del festival, tenía que ofrecer.
En uno de los folletos informativos que nos dieron leí que la razón por la que se comenzó a celebrar este evento cada año es porque, durante la batalla de la guerra de Imjinwaeran durante la invasión de Japón en el siglo XVI, las tropas de Jinju llenaron el río de Namgang de farolillos de papel encendidos para evitar que los barcos de las tropas japonesas pudieran hacerse paso por el agua.
Me pareció una historia muy curiosa e interesante, pero sobre todo conmovedora porque realmente se trata de una táctica militar ante todo pacífica, y a la vez efectiva.
A partir de entonces, cada año se celebra durante casi dos semanas este festival de luces. Tiene lugar en el interior del fuerte amurallado de la ciudad, conocido como Jinjuseong Fortress.
Había muchísimas figuras a escala real hechas de una tela muy fina parecida al papel, de miles de colores, que tenían luces dentro de manera que toda la explanada donde estaban colocadas se iluminaba con estas estructuras.
Algunas de ellas incluso habían sido colocadas en el río, y verlas como si flotasen en el agua desde lo alto del parque era increíble. Había diferentes temáticas en cuanto a las figuras iluminadas, las más obvias tenían que ver con monumentos famosos alrededor del mundo (por ejemplo, la estatua de la Libertad), monumentos tradicioales de Korea, ó personajes de cuentos de hadas como Blancanieves o Cenicienta. Una de mis figuras favoritas fue la de un árbol enorme que había en medio de la explanada, que se veía nada más cruzar el fuerte y llamaba mucho la atención.
Una de mis cosas favoritas del festival fue el puente de farolillos que colocaron siguiendo el curso del río. Era una estructura en forma de arco que podías atravesar, todo decorado con unos 40.000 cilindros de tela iluminados, todos del mismo color, donde los ciudadanos, en especial los niños, de la ciudad habían escrito en coreano sus deseos para ese año.
Durante los dos días que estuvimos allí hizo mucho frío, pero por suerte había un mercado con todo tipo de productos típicos coreanos y, al estar todos los fogones encendidos, se entraba en calor paseando por entre los puestos. Se podía probar cualquier comida típica coreana, e incluso había algunos stands con comida internacional (¡incluso churros!).
Lo que más me gustó sin duda fue el espectáculo de fuegos artificiales que tuvo lugar con motivo del día Nacional de Corea. Fue precioso poder verlos con vistas al río (de hecho los llaman Water Fireworks), y con los farolillos flotantes al fondo, que casi no se distinguían de las estrellas. Cuando terminaron los fuegos artificiales, una cadena de televisión local nos hizo una breve entrevista porque éramos de las pocas occidentales entre la multitud y les sorprendió que hubiésemos acabado en ese festival viniendo desde tan lejos. Fue muy divertido.
Durante el día, como los farolillos y las figuras no están iluminadas, hay diferentes actividades para hacer. Los visitantes del festival pueden construir con papel sus propios farolillos flotantes, y luego en cuanto se pone el sol los dejan caer al río. Además, hay una zona justo en el extremo del río, casi donde termina la exhibición de figuras, donde los estudiantes de las escuelas e institutos de la ciudad hicieron una exposición con sus propios farolillos de papel, y había algunos realmente trabajados y muy originales.
Aunque fue un viaje que se me hizo muy corto (ya que sólo estuvimos un día completo), fue agotador, porque estuvimos de vuelta a Seúl esa misma noche a las 3 de la madrugada y al día siguiente teníamos clase. Aún así, mereció la pena completamente. Tuvimos la oportunidad de conocer una ciudad nueva en la otra punta de Corea, y sobre todo hacerlo en un momento tan mágico del año para ellos, como es el festival de las luces.
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