¡Qué alegría, qué alborozo!

Hoy he recibido la noticia que llevaba esperando 4 años.

He aprobado mi última asignatura de mi carrera.

Sé que no tiene nada que ver con el Tirol ni Innsbruck, pero es un día especial que quiero compartir.

Es una sensación extraña, porque es como el carpetazo definitivo (aunque aún me quede leer el proyecto), a una etapa inolvidable. Mucha gente dice que los años de universidad son los mejores de tu vida, yo creo que cada etapa tiene lo suyo y hay que saber aprovecharlo. Desde luego yo lo hice en Salamanca.

Creo que echaré de menos la 'temporada Zacut enero', la 'temporada Zacut junio' y la 'temporada Zacut septiembre'. Estar ahí metidos durante semanas, haciendo cola a las 8 de la mañana con un frío que cortaba la cara. Que nos diera la risa boba y no poder parar, hacerte amiga de los compañeros de mesa y terminar siendo como una familia que tiene sus sitios asignados. Y bajarnos a tomar un café a matemáticas o un pincho al Ángel o al Corral. Ver en verano todo el botánico y el parquecito de enfrente lleno de gente, ir al kiosko antiguo a comprar algo, salir de la biblioteca cansados y pararnos a tomar una litrona en el Ángel y terminar de fiesta en la Imprenta con algún 'agua de valencia' entre las manos y algún porrete 'pa desestresar'.

Mentar a las madres de todos los bibliotecarios por no poner el aire acondicionado o no rellenar la máquina de botellas de agua.

Las clases en la facultad, y las no clases en el bar. Los paseos desde casa, y que Fray Luis de León nos acariciara la cabeza mientras íbamos a clase. Las sorpresas por cumpleaños con recorridos por el campus. Subir las escaleras mientras ibas a mirar una nota y notar que toda tu barriga se daba la vuelta. Tener que subir los malditos 3 pisos en primero a las 9 de la mañana o la voz de Angélica a las 8.

Las prácticas, el hacerte pareja de hecho de tu compañero de prácticas y pasar tanto tiempo juntos que acabas por dejar de hablar porque no se pueden decir más chorradas juntas. Los estreses de los miembros de la;familia;, los ánimos y los 'venga, que ya nos lo sabemos'.

Los San Alberto y sus disfraces, y las fiestas de todos los jueves en general. Y las de los martes, y de cualquier otro día por triste que pareciera. La convivencia, la amistad y la independencia. Los amores y desamores. Los viajes, desde el de Cancún hasta el de Llano Alto.

Recordando todas estas cosas, y las que no se me han ocurrido ahora mismo, no puedo dejar de sonreír y de darme cuenta delo afortunada que he sido al poder compartir este tiempo con los que puedo decir mis amigos. Y los que me llevo para el futuro, creo que es el regalo más importante que ninguna etapa de la vida puede dar.

Joo, que al final lloro y todo!

:)

(Elijo esta foto del primer San Alberto, porque fue la semilla de muchas cosas! )