Tuve la suerte de pasar dos semanas viviendo en el pueblo de Canfranc y trabajando en la Estación Internacional de Canfranc.
Esta estación es de principios del siglo XX y estuvo activa hasta 1870, que hubo un descarrilamiento que se llevó consigo parte de un puente que nunca llegó a ser reconstruido.
La estación unía España con Francia, pues se encuentra prácticamente en la frontera. Y además tenía una zona que pertenecía a la línea ferroviaria española, pero otra parte estaba directamente controlada y pertenecía a la zona francófona.
Es muy curiosa la historia que hay detrás de todo esto, si vas a la visita te contarán todo y hay además carteles explicativos. Una historia, por ejemplo, que me llamó la atención es que todo Canfranc pueblo estaba dividido en ese momento en una zona española y otra francesa, y había una zona de bares y de prostitutas que estaba en la zona española. Como los franceses querían ir, pagaban a los españoles para que les ayudaran a disfrazarse y colarse en la zona española.
De la estación hoy en día solo quedan unas ruinas, aunque desde hace poco tiempo se ha firmado un acuerdo para restaurarla.
Cuando llegas hasta allí, te das cuenta de que la estación es mucho más grande de lo que te podías imaginar, mide concretamente 241 metros de longitud. Es casi imposible capturarla entera en una imagen a no ser que te alejes lo suficiente. Impone mucho también el fondo espectacular que tiene la estación, una gran montaña totalmente verde.
Aunque hoy en día la estación se encuentre totalmente vacía, en su momento tenía dentro todo aquello que puedes imaginar (y lo que no) dentro de una estación. En el centro había una zona de aduanas, por ser un lugar internacional, y como también es de esperar había una oficina de policía y otra de guardia civil.
También tenía dos plantas de viviendas para todos aquellos trabajadores directos de la línea ferroviaria y de sus familias.
Pero es que en su momento también tenía un ambulatorio para la ciudad, una oficina de correos incluso un hotel con un gran salón de baile y de comedor que estaba decorado de igual manera que el Titanic. Es cuanto menos curioso descubrir cómo una estación de tren era, hasta hace relativamente poco, el centro neurálgico de no solo un pueblo, sino también todos los de alrededor.
Soy muy fan de lossitios abandonadosy me encanta conocer su historia, y os prometo que esta no me dejó indiferente.
Todos los días hacen varias visitas guiadas, por lo que es posible entrar un poco en la zona segura de la estación.
Cuando empieza la visita, te dan un casco que te tienes que poner obligatoriamente en la cabeza, pues para entrar en la estación se hace por una sala externa y hay que bajar unas escaleras y pasar por un túnel subterráneo hasta ella.
Una vez que llegas al otro lado del túnel, entras a una gran sala, la que en su momento (creo recordar) era la sala de aduanas. Está prácticamente diáfana, pero han conseguidos restaurar algunas de las taquillas que utilizaban para la compra de billetes y están repartidas por toda la sala, junto con unos carteles que explican un poco mejor toda la historia de la estación. Hay también un video explicativo.
El resto de la estación está clausurado y totalmente diáfano. Al estar trabajando allí conseguí entrar, pero dentro no hay más que andamios y no merece la pena.
Después de esta sala se llega a la parte de las vías, en el exterior, pero que no se puede ver desde la calle.
En esta zona han colocado dos vagones de tren que han sido restaurados. Uno de ellos, verde, se trata de un vagón que transportaba heridos durante la guerra, por lo que, en vez de encontrar asientos, hay unas camillas colgadas de la pared. Sin embargo, no estaba entrar, pero ya que está restaurado, supongo que en algún momento lo permitirán.
El otro vagón, rojo, es un vagón de viajeros, de casi un siglo de vida, que hace unos años fue quemado por unos vándalos, por lo que tiene el interior y parte del exterior totalmente destrozados.
La parte curiosa de estos vagones es que están restaurados por campos de trabajo. Es decir, que no han sido profesionales los que han hecho estas restauraciones, ni la de las taquillas de las que os he hablado, sino que ha sido gente joven que ha querido pasar parte de su verano haciendo esto, por amor al arte.
Una vez que la visita llega hasta aquí, te dejan un tiempo librepara hacer fotos y descubrir un poco el lugar, sin alejarte demasiado. Y, tras esto, acaba la visita. Hay muchos vagones abandonados un poco más lejos, pero no te suelen dejar alejarte tanto, pues el tiempo es limitado y allí hay una zona de obras y es peligroso. Cuando estuve yo, estaban eliminando un techo de una de las construcciones de la estación pues contenía amianto.
También por las noches hacen en la fachada exterior, un espectáculo de luces y música durante los meses de verano que merece la pena visitar. Y hacen también visitas teatralizadas por las noches, un poco a modo de escape room.
Un buen momento para acercarse a este pueblo, es en el aniversario de la estación. Ese día la gente se disfraza con ropa de época y recrean lo que fue la inauguración de la Estación Internacional. Para ellos esta fiesta es más importante que las fiestas del pueblo y la disfrutan muchísimo, todo el pueblo participa.
Espero que, en algún momento, sobre todo si estáis por el norte de España (o en la Universidad de Huesca) os recomiendo muchísimo acercaros hasta allí e incluso pasar un par de días y conocer así la montaña de alrededor. Sinceramente me encantó este lugar y es impresionante.