Dificultades y diferencias

A mediados de julio, recibí, junto a mi residencia y otros datos importantes de la Universidad de Hildesheim, el correo de una chica, la que sería mi "buddy". El "Buddy System" es una de las ventajas más interesantes que encontré al llegar aquí. Recuerdo cuando días antes de llegar a Alemania, ella ya me envió una foto de mis llaves. Me daba seguridad y me ayudó mucho sobre todo los primeros días: me llevó de compras, fuimos a Rossmann (la droguería o cadena de droguerías más famosa de esa zona), me llevó al centro de la ciudad, me invitó a comer a su piso...

Esto hizo que en esos primeros días, tan críticos a veces, no me sintiese sola, ya que tampoco paraba un segundo, pese a que las clases aún no hubiesen empezado.

Otra gran ventaja que encontré en la universidad fue la oferta de deporte. La primera semana fui a probarlo todo al gimnasio, desde bádminton hasta zumba. En mi universidad hay ofertas especiales bastante económicas para los estudiantes, pero no es gratis. Además, la existencia de una piscina dentro del campus también me pareció algo llamativo. Gracias a mi erasmus, empecé a jugar a voleibol dos veces por semana y conocí a muchos alemanes y además descubrí que me gusta este deporte. Por ello, os animo a que lo intentéis, a que practiquéis cualquier deporte, ya que, además de estar sanos, conoceréis a muchos estudiantes alemanes.

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Una diferencia que ya nos habían explicado bien en las clases de alemán fue la de la inscripción en la ciudad. Por suerte nos acompañaron las de la Oficina Internacional y lo pudimos hacer sin problemas.

También, por otro lado, el transporte. Al sacarme el llamado Semesterticket, por casi 300€, obtuve una tarjeta, mi carné de estudiante, que me acompañaría cada día y que tendría que mostrar al hacer uso de cualquier transporte público en la región de Baja Sajonia. Gracias a esto he podido viajar por Hildesheim con la tranquilidad de que solo tengo que enseñarlo al conductor, así como a otras ciudades con la organización ESN (Erasmus Student Network). Esta también ha sido y es de gran ayuda para establecer contacto con los alemanes. Aviso de algunas cosas que tuve que aprender con la experiencia. En primer lugar, que con el Semesterticket no se pueden coger los trenes de alta velocidad (solo los RE, los S o los ERIXX, etc. ). Los trenes de alta velocidad se llaman ICE y son blancos; ¡no los cojáis nunca!

En Hildesheim hay muchos estudiantes erasmus españoles (en algún momento me dijeron que eran el 60% del total de estudiantes erasmus). Esto hace que muchas veces me sienta como en casa.

Me llamó también la atención el tema religioso, puesto que llegué a ir a una misa en la que, tanto la pastora de la iglesia evangélica como el cura de la iglesia católica, estaban en el altar. Eso me pareció muy curioso, esa mezcla religiosa tan respetuosa y conciliadora. Influye, además, el hecho de que yo en España tampoco estaba tan acostumbrada a ver iglesias evangélicas en general.

En cuanto a los precios, esperaba una diferencia mayor, pero en realidad rondan las mismas cantidades. Es destacable para mí los precios de las residencias. En España quizá son más caras y casi siempre interesa mucho más ir a un piso de estudiantes. Sin embargo, aquí las residencias casi parecen pisos, puesto que casi siempre tienes que compartir cocina con otras personas y, en algunos casos, baño.

Por supuesto, una gran diferencia es la de los horarios. A menudo voy a la cocina a merendar, a comer algo dulce, y veo a alguno de mis compañeros tomándose una sopa o algo para cenar. Por el contrario, cuando a veces voy a cenar sobre las 10, están todos ya en sus habitaciones, viendo la televisión o ya descansando.

Algo curioso es que ellos, y tú durante tu año erasmus junto con tus compañeros de piso, tienen que pagar una «contribución al acceso radio-televisivo (Rundfunkbeitrag), que es una cuota mensual de 17, 50€ que tiene que pagar cada vivienda para cubrir los gastos de todos los programas de las emisoras radiofónicas de derecho público, en todas sus vías de transmisión.

En cuanto a los estudios, la diferencia más evidente es el número de años: para los alemanes la carrera de traducción dura tres años, mientras que en España esta es de cuatro (en mi caso, por ser un doble grado, es de cinco años). Además, ellos no conciben el curso como año académico desde septiembre hasta junio, sino que estudian por semestres (de invierno y de verano). Por lo tanto, podríamos decir más bien que para ellos la carrera dura 6 semestres.


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