Viaje a Helsinki 3/3: Suomenlinna
Hola a todos de nuevo Erasmuseros del mundo entero! Aquí vengo una vez más a relataros ya la tercera última parte del primer gran viaje que realicé durante mi Erasmus, la visita a la capital de Finlandia, el país de ensueño, Helsinki! Espero que hayáis leído las dos entradas anteriores (Viaje a Helsinki 1/3 y viaje a Helsinki 2/3) donde narro como se nos ocurrió la idea de hacer dicho viaje; en la primera entrada y como nos lo pasamos y que hicimos durante el primer día de viaje; en la segunda. Sin más, procedo a contaros acerca del tercer y último día que estuvimos por Helsinki.
Nos despertamos tempranito, creo recordar. La luz del Sol desde luego invadía el interior de la habitación del hotel, cubriéndolo todo de una claridad sempiterna y omnipotente que permitía perfectamente apreciar los estragos de una noche de locura como la anterior había sido. Como ya comenté, durante un buen rato nos dedicamos los tres inquilinos de la misma (Luis, Eloy y yo) a pegarnos en ella, a revolverla, potrearla y desordenarla, de tal modo que así estaba a la mañana siguiente. A eso hay que añadir los rastros del alcohol que complementaron tan “extra-ordinaria” noche, los cuales estaban compuestos por dos docenas de latas de cerveza Foster (Australiana, por cierto) y alguna que otra botella de Vodka Suomi con su respectivo brick de zumo de naranja utilizado como mezcla.
Cuando finalmente nos levantamos los tres, nos dimos cuentas del espectáculo allí organizado y entonces decidimos recoger un poco, después procedimos a asearnos, ducharnos y prepararnos, ya que habíamos quedado con las chicas abajo, en el comedor, a una determinada hora que ahora mismo no recuerdo para desayunar. Una vez estábamos listos bajamos directos al comedor. Allí nos encontramos con las tres señoritas (Annie, Nuria y Lourdes, para quienes no las recuerden) entramos al comedor, el cual estaba lleno no, lo siguiente, petado a reventar, todo el hotel debía de encontrarse ahí en aquel momento vamos y, por ello, nos costó tanto encontrar una mesa en la cual todos cupiéramos decentemente, que finalmente encontramos. Una vez establecidos empezó el festín. Menudo desayunaco de primera que nos pegamos! Un acierto esto del hotel Radison cuatro estrellas con vistas al golfo de Finlandia :D y bueno, al ser buffet libre imaginaos la comilona. Por mi parte comí de todo, ya fuera salado, dulce, ácido o amargo. Empecé con lo graso y lo calórico; salchichas, huevo, bollería etc. Luego me fui al desayuno continental, cereales, fruta, zumos, tostadas. Después me dio por probar los embutidos con algo de pan y queso. Luego los yogures, Otra vez con la bollería, frutita de nuevo y para acabar un té y un cola-cao que ayudarán a bajarlo todo. Si esto os parece una exageración, ni os imagináis lo que la pareja de finlandeses que teníamos a nuestro lado estaban zampando. Echadle que llevaban ahí más tiempo que nosotros, no paraban de levantarse a coger comida y encima tenían los platos amontonados en la mesa, y para colmo era una pareja supermona XD nada de obesos ni gordos, los dos eran estupendos vamos, pero comían los dos… como condenados vaya!
Ahora bien, después de habernos dado tal atracón, no íbamos a dejarlo todo ahí no; ) había que hacer la españolada típica del momento, es decir, aprovechar los servido en el desayuno para hacernos los bocadillos que nos servirían de sustento durante el resto del día. Así cogimos una buena cantidad de pan de molde, otra tanda de embutidos y queso, así como servilletas para envolverlos y también alguno o alguna se acordó de poner unos cuantos mini croissants para hacer de postre. Lo mejor de aquella escena fue la cara que pusieron la pareja de finlandeses comilones que teníamos al lado cuando vieron que nos hacíamos bocadillos XD.
Y bueno, una vez satisfechos culinariamente hablando, nos levantamos de la mesa y salimos del comedor. Subimos a las habitaciones a terminar de hacer las maletas con la idea de dejarlas en el hotel aprovechándonos del servicio de consigna que ofrecían. Cuando ya dejamos allí las maletas e hicimos el check-out, nos dimos cuenta de dos cosas. La primera de ellas que no habíamos visto la terraza del hotel que tanto anunciaban en su página web, por ello decidimos ir al último piso ya fuera en ascensor o escaleras a ver qué tal. Cuando llegamos arriba, aquello estaba cerrado, entonces bajamos a recepción de nuevo a preguntar cómo podíamos acceder a ella. Nos comentaron que se hacía por reservas y que en ese momento ya estaba reservada, así que nos quedamos con las lindas ganas de verla. La segunda de las cosas de las que nos habíamos dado cuenta era que como no nos diéramos prisa, tendríamos el tiempo justito para llegar al puerto y coger el ferry de la hora cuyos tickets ya teníamos comprados y que se dirigía a Suomenlinna, punto turístico de Helsinki donde teníamos pensado emplear todo aquel día. Para ello, salimos escopetados de Hotel y realizamos andando el mismo recorrido que hicimos el día anterior para ir al centro, al kauppatori, desde el hotel, el cual describo en la pasada entrada, la del viaje a Helsinki 2/3. Por el camino al centro, nos dimos cuenta de otro suceso. Eloy se había olvidado la sudadera el Hotel, pero no recordaba muy bien donde, si en la habitación, la maleta el comedor, o qué narices. Conseguimos convencerle para que no se preocupara y que ya a la vuelta nos preocuparíamos de averiguar qué fue de ella (cosa que, por cierto, logramos; D). Al final, después de todo, conseguimos llegar la lugar de donde zarpaba el ferry con tiempo y todo suficiente para relajarnos por allí un instante.
Cuando llegó el momento, nos acercamos al ferry y decidimos ir sentados en el tejado, la parte de arriba donde también había barcos y poder disfrutar de las maravillosas vistas que te proporcionaba esa bahía de Helsinki. Habíamos tenido suerte y todo, ya que el tiempo durante todo el viaje salió bastante favorable, ni frío, ni lluvia, ni nubes, ni viento, simplemente sobresaliente en ese aspecto. Al llegar a las aguas cercanas a Suomenlinna, nos quedamos impresionados de su imponente presencia allí, encima de las islas. Suomenlinna es un antigua fortaleza finlandesa situada entre varias islas que fue utilizada en diversas guerras y que hoy en día, además de ser un importante reclamo turístico de la ciudad es un lugar completamente cambiado y reformado donde incluso vive gente. Y allí pasamos todo el día, podría explicar y explicar y comentar y comentar y escribir y escribir y no parar de relatar cómo era Suomenlinna y como me pareció, pero entonces estaría durante mucho tiempo escribiendo y se os haría una lectura muy larga tediosa, cosas las cuales no prefiero. Los que sí os daré serán unas breves tintas a grandes rasgos del lugar. Básicamente se trata de una fortaleza militar que se extiende sobre tres islas, donde puedes encontrar no solo las ruinas, restos y vestigios de la antigua fortaleza, sino también viviendas y edificios, que antaño serían barracones, cuarteles, así como escuelas militares, unas vistas maravillosas, unas extensiones de verde extraordinarias, material bélico obsoleto y en desuso, en incluso alguna que otra playita se deja ver. Pasadizo en los interiores de las murallas, cañones, restaurantes, alguna que otra tiendecita, vamos lo típico de cualquier reclamo turístico. Dos hechos curiosos a señalar: uno que nos encontramos por allí con Alejandro y con Razvan, sí otra vez! Y otro que en una de las caminatas que hicimos explorando las islas, nos cruzamos con una pandilla de asiáticos en traje de chaqueta que me sorprendió de sobremanera, sobre todo porque parecía una (y perdonen la expresión) jodida mafia!
Hacia el atardecer tocaba ya volver a Helsinki, ya que ya teníamos comprados los billetes de tren de regreso a Turku. Volvimos al Hotel, recogimos las maletas y solucionamos lo de la sudadera de Eloy. Resulta que, efectivamente, estaba en la habitación, allí se la dejó olvidada y alguna limpiadora la recogió y por ello los de recepción pudieron hacerse con ella y entregárnosla. Debido a este asuntillo, es tiempo se nos echó encima y tuvimos que ir casi que corriendo hasta la estación de trenes ya que temíamos porque nuestro tren saliera sin nosotros. De hecho hasta tuvimos que correr al final y todo.
El viaje de vuelta fue apacible, con interesantes conversaciones a lo largo del camino. Más tarde nos enteramos gracias a Barros que los que fueron a Helsinki sí que estaban jodidos para la vuelta. Llegaría a Turku a una hora en la cual los autobuses ya no funcionaban y para los que vivían en la Student no suponía un problema ya que podía ir andando, era un camino que se hacía bien, sin embargo, para Barros por ejemplo, que vivía en Päivänpaiste, es decir, a tomar por culo y a la derecha, supuso un putadón, ya que tuvo que pillarse un taxi solo desde la estación hasta Päivänpaiste, cosa que supuso un gran esfuerzo para su bolsillo, pero bueno.
En conclusión, no os quedéis con esto último sino tan solo como una anécdota y disfrutar de la lectura del relato del viaje a Helsinki, cosa que supongo habréis hecho y ciudad que recomiendo a todo el mundo visitar.
Gracias por leerme, nos vemos en otra. Hasta luego!
Kiitos Paljon!
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Comentarios (1 comentarios)
Chester Fraire hace 12 años
vaya pasada de sitios hay por ahí no?