Helsinki, la blanca capital finlandesa

La mejor época para visitar Helsinki, en mi opinión, es en invierno. Yo tuve la suerte de estar 5 días en la capital finlandesa en febrero, época en la que estaba llena de nieve hasta la rodilla, y me quedé prendada. Posteriormente he visto fotos de la ciudad en verano y hay que decir que la cuidad sin ese manto blanco pierde bastante encanto.

Además, si en febrero visitas Finlandia podrás acercarte a la Laponia para ver auroras boreales, experiencia que yo no pude tener pero que estoy deseando vivir desde hace años.

La plaza más conocida de Helsinki y uno de sus lugares más emblemáticos es Senaatintori, la Plaza del Senado. El edificio que más llama la atención es la imponente Catedral Luterana blanca con columnas y la cúpula verde. Se ve desde casi todos los lugares de la ciudad, porque está subida a un montículo con una enorme escalinata delante de ella que hay que subir para entrar. La foto desde abajo, con el obelisco que hay en el centro de la plaza y la escalera llena de nieve coronada con la iglesia es una de las imágenes más bonitas que se han grabado en mi retina hasta el momento. La entrada a la catedral es gratuita, pero la semana que nosotros fuimos estaba cerrada y no hubo manera de verla por dentro. Aun así, las iglesias luteranas son todas muy sobrias, pues la filosofía de Lutero era que su decorado no distrajera de la oración.

Hay que decir que Helsinki tiene dos catedrales: esta, la luterana, y otra, un pelin más alejada, la ortodoxa, Uspenski Cathedral. También está subida en otra imponente colina y desde arriba de la escalinata mencionada anteriormente la puedes ver perfectamente, con un estilo de iglesia rusa de ladrillo rojo adornada con cúpulas doradas. También su entrada es gratuita y esta sí que es bastante imponente por dentro y distinta de lo que solemos ver en Occidente cuando visitamos iglesias. Merece mucho la pena darse el paseo y subir a verla.

En la Plaza del Senado está obviamente también el Senado, ya en desuso - que ha sido sustituido ahora por el Parlamento de Finlandia, a escasos minutos de la plaza en dirección oeste - y la Universidad de Helsinki. Ambos edificios tienen la fachada de color amarillo.

Tienes que visitar también la Plaza del Mercado, en pleno puerto, donde todos los días por la mañana hay unos puestos que hacen las veces de lonja, de frutería y de mercadillo de souvenirs. Se puede pasear cómodamente a pie. Los edificios delante del paseo -uno de ellos el Ayuntamiento- frente al mar Báltico son para quedarse horas contemplándolos.

Nota: Si vas en la época que fui yo, debido a las bajísimas temperaturas el mar estará totalmente congelado (tanto que podrías caminar por encima sin que se rompiera), y por ello los ferrys y los barcos no pueden entrar. Si lo haces en cualquier otra época del año que no sea invierno, en esta misma plaza se puede coger un ferry que te lleva hasta Tallin.

En el puerto, mirando al mar hacia la derecha comienza el Paseo Esplanadi, con dos vías paralelas por las que circulan coches y un bulevar por el medio con un jardín adornado con estatuas. Este lugar es mágico (sobre todo si hasta los árboles y las estatuas están cubiertos de nieve virgen). La más famosa de las estatuas es la Havis Amanda, la muchacha del mar.

En este paseo hay un café despampanantemente bonito por dentro y por fuera, el Café Kappeli, en el que has de hacer parada obligada para pedirte su chocolate caliente, que lo sirven en un vaso gigante coronado con una capa de nata y caramelo para morirse. Fue el broche final a nuestro paseo turístico a menos diez grados.

Pd: Helsinki es muy cara. Prepara la cartera. Si algún día puedes permitirte comer comida tradicional de allí, sirven un salmón como al horno pero frío que está delicioso, con una guarnición de ensalada de patata y tomate también fría que me encantó.

Pd2: En Finlandia hace más frío que en Invernalia. Lleva botas de nieve, un buen abrigo que soporte las bajas temperaturas y siempre ropa térmica debajo de la ropa normal.