El flautista de Hamelín
Bueno hace ya más de un mes que estuve en Hamelín y no había escrito nada al respecto. Os comento un poco de mis primeras impresiones de esta ciudad musical. Al igual que Bremen no es necesario tener que madrugar para ver esta ciudad porque lo que hay que ver se encuentra en el centro y es una ciudad pequeña.
Mi viaje comenzó a las 9:37 de una mañana de finales de noviembre. Para poder empezarlo solo tuve que coger un tren que llega a Hamelín desde mi ciudad y lo mejor de todo es que solo son aproximadamente 50 minutos, comparado con viajar a Hamburgo esto no es nada por lo que estaba y estoy muy contenta de poder viajar cuando quiera a Hamelín.
Nada más llegar a la estación ya empiezas a notar que estás en la ciudad que estás, muchos ratones y flautistas por las tiendas. Lo más gracioso que vi en la ciudad fue una estatua de un ratón en una glorieta que se encuentra enfrente de la estación de tren (véase en la foto). Nada más llegar ya te sientes en el cuento del Flautista de Hamelín. Es muy fácil llegar al centro de la ciudad, como en la mayoría de las ciudades alemanas por no decir todas, está muy bien indicado.
Al llegar al centro ya empecé a ver los preparativos para el mercado de navidad, aquí en Alemania lo hacen a lo grande, en la siguiente entrada hablaré del mercado de navidad alemán. En la calle principal se encontraba un hombre disfrazado del flautista al lado de la estatua de dicho personaje, aunque iba cambiando su situación cada cierto tiempo, a mi me entraron ganas de seguirle.
Un detalle gracioso y peculiar es que en el suelo hay placas de ratoncillos y en la oficina de turismo el dependiente iba disfrazado como si estuviese en la época del flautista y hablaba como tal (si alguna vez vais pasaos por la tienda y comprad algo, es un poco caro pero el señor es muy gracioso).
Al final de la calle principal nos encontramos con una iglesia (que no sé cómo se llama, es el inconveniente de no ir con guía, pero es bastante curiosa) que tenía tantas ventanas como días el adviento (cuando fui en días posteriores, pude ver que los días transcurridos se iluminaban) y una puerta enorme de la que salían muchas figuras: el flautista con los ratones y después el flautista con los niños; todo ello al son de la música del flautista.
Para comer me pasé por un centro comercial que está cerca de la iglesia anteriormente mencionada. Comí con unos amigos en un restaurante chino, que no recuerdo el nombre pero recuerdo que estaba al lado de Burger King, mi comida estaba muy rica pero una de mis amigas pidió curry y se arrepintió completamente porque aquello picaba tanto que la pobre después echaba fuego por la boca. La comida estaba buena, pero no tanto como para tener esos precios, por lo que no se lo recomiendo a nadie.
Ciertamente lo más llamativo de esta ciudad es esa iglesia, porque todo lo que pude ver es igual que cualquier otra ciudad alemana. Por lo que no pasé demasiado tiempo en esta ciudad, aunque me quedé sin poder pasar por una calle por la que está prohibida tocar música, porque según la leyenda el flautista pasó por esa calle. Quizás vuelva de nuevo a esta ciudad, si cambio de opinión ya os lo comentaré más adelante.
Un saludo desde Alemania
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